jueves, 20 de diciembre de 2012

Sarmiento, el gran modernizador

Si hay una palabra que define a Domingo Faustino Sarmiento es "modernización." Modernización que, como una obsesión, está presente en toda su obra, sus 52 libros escritos en una vida turbulenta y combativa, pero sobre todo en su acción de gobierno. Sarmiento quiso instaurar, antes que nada, una república liberal donde los derechos individuales fueran por siempre respetados. Pero esa república liberal, necesariamente, debía ser una república democrática que formara ciudadanos, que instruyera y educara para que esos ciudadanos tuvieran conciencia de que había una república que trascendía su propio interés particular, que existía una comunidad -y una continuidad- política. Él quería una república de participación. A ese fin estaba destinado su plan de gobierno que se sostiene sobre un trípode: colonización, inmigración y educación. El denominador común es la modernización.
¿Qué era la modernización para Sarmiento? Fundamentalmente, lograr inscribir un país deshabitado, casi desértico en el que estaba todo por hacerse, en los circuitos mundiales de la producción, del consumo, de las ideas, de la cultura. Pero sobre todo, lograr transformar el país, ese país que había descrito como bárbaro, en civilizado. Para él, la lucha era entre campaña y ciudades, sin ningún tipo de cobertura, de encuadramiento jurídico. De modo que modernizar la Argentina era establecer un sistema jurídico que permitiera la inserción del país dentro de las corrientes mundiales de civilización.
Modernizarse era también superar el letargo rosista, vencido en Caseros, y conectar el país con las fuentes de corrientes civilizadoras inmigratorias, el “crisol de razas” que definió nuestra argentinidad.
Sarmiento fue el segundo presidente constitucional después de la batalla de Pavón o el cuarto después de la de Caseros. Después de Pavón, Bartolomé Mitre escribió: “Tenemos que tomar el país como Dios y los hombres lo han hecho, esperando que los hombres, con ayuda de Dios, podamos mejorarlo.” Nuestros prohombres tuvieron que afrontar las duras instancias de lograr la organización nacional en un país en el que se escuchaban fuertes voces que pedían declarar independiente al "estado" de Buenos Aires, atacar a Urquiza en su comarca entrerriana, separarse del país. Y lo valioso es que esa frase de Mitre fue la consigna de la acción paradigmática de aquellos gobernantes. Una vez más, ahora en el hemisferio sur, se cumplía la definición de Walt Whitman según la cual “bajo manos firmes y cautelosas era salvada la unión de este país.” La cordura prevaleció, y el resto es historia.
Sarmiento llevó la idea de modernización a todos los terrenos, a todos los planos. Como sugirió Mitre, tomó el país tal como lo encontró y se encomendó denodadamente a la misión de mejorarlo.
En una carta que está en el volumen XV de sus Obras Completas, dice: “En conversación confidencial con Alsina, le indiqué que el deseo que tenía de ser administrador de Correos para secuestrarme de la política y empezar a desarrollar un sistema de comunicaciones con las provincias ligando el vapor de Europa con el correo de Chile que terminase con el establecimiento de la posta diaria por la aplicación del penny postage (franqueo barato), la de las diligencias a Mendoza y, por fin, la de casa de postas fuertes que atraviesen la pampa, contuviesen a los bárbaros, fuesen hoteles y posadas para los inmigrantes a pie y un vínculo de eslabones de edificios y habitaciones para estrechar las relaciones de las provincias entre sí.”
La idea de modernización es pivotal en el texto. ¿Cuál era el problema? La falta de comunicación, la falta de relaciones entre Buenos Aires y las provincias. De ahí el letargo, las rivalidades, los prejuicios y estereotipos; en definitiva, todo lo que fue impidiendo y obstaculizando una auténtica integración. Sarmiento se da cuenta de que hay que desarrollar un sistema de comunicación entre las provincias. Es decir, la posibilidad de comunicarse a través de cartas que fueran seguras, baratas y accesibles para todos. Y por fin, hoteles y posadas que den la posibilidad de socializar, lugares confortables que permitan encontrarse, reunirse, intercambiar ideas en una fructífera interacción personal.
A continuación dice: “Ligando el vapor de Europa con el correo de Chile, es decir, la vieja idea del paso continental de las comunicaciones y de las mercaderías a través de la Argentina, evitando el paso por el cabo de Hornos.” Los buques traerían desde Europa al puerto de Buenos Aires su mercadería, sus hombres, su correo. De allí pasarían en ferrocarril hasta Chile y seguirían a las costas del Pacífico, California o China. La Argentina que quería Sarmiento era la vinculada con el mundo de la modernización y el progreso. Nunca el país aislado, el país huraño.
Esa fue la idea del gran sanjuanino y tuvo la gran oportunidad de realizarla en teoría y en práctica, a través de sus escritos, intelectualmente, y a través de su acción de gobierno.
   

jueves, 6 de diciembre de 2012

¿Y después del 7-D, qué?

Cuando un político argentino en alguna ceremonia dice "tengo el honor...," ya está mintiendo. No tienen ningún honor. Porque en un espacio político bastardeado por casi ya diez años de mentira, impunidad y soberbia, aterra ver el descaro con que se vulnera la propiedad privada, el comercio y todas las actividades lícitas de la población con medidas arbitrarias e inoperantes como la "ley de medios" que nos compete en este artículo, propias de dictaduras de republiquetas bananeras más que de una nación seria. Enfurece que se incite al odio entre argentinos, la lucha de clases, la xenofobia y la violencia. Las masas acuden a las urnas cada cuatro años para votar no a los más idóneos y honestos, sino a los más demagogos y corruptos.
Ahora que llega el 7-D, agitado como bandera de guerra final por el oficialismo, ¿qué expectativas reales de cambio hay? Básicamente ninguna. La fiesta terminó y todo sigue igual, como dice una canción que encaja perfectamente al caso. Está bien que se intente la desconcentración y democratización de los conglomerados de prensa. A los ojos de muchos, de esa forma se abre un camino para que más voces se expresen. Pero no que intenten callar a los medios opositores y perseguir a quienes denuncian a funcionarios corruptos, y esto último es justamente lo que pretende el gobierno, ya que en su saga contra los “medios hegemónicos” encuentra la justificación para dedicarse frenéticamente a recursar jueces y evitar que Clarín alargue la cautelar y consiga un fallo de fondo favorable a sus intereses. ¿Qué idea se quiere instalar? La idea de que si Clarín no desinvierte como y cuando quiere el gobierno, sobrevendrá el caos. Es el mismo presupuesto que pretende vincular una realidad tan ineludible como la inseguridad a la “sensación” agitada por las “malas noticias” de la “cadena nacional del desánimo.” En realidad, el poder está convencido de que, con Clarín desguazado, las posibilidades de reformar la constitución e intentar una nueva reelección para Cristina Fernández de Kirchner estarán al alcance de la mano. La idea es herir de muerte al grupo Clarín: si se logra cortar todo vínculo entre sus diversas empresas como Cablevisión, canal 13 y TN, el gobierno verá esto como un logro político de excepción, capaz de disuadir, entusiasmar y amedrentar a propios y extraños. De modo que esta es la razón de fondo, aunque, mientras tanto, también funcione como cortina de humo que sirve para tapar otros asuntos más urgentes e importantes, como el pago de las sentencias a los jubilados o el expediente que tiene al vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, como su principal sospechoso; sin mencionar el deterioro manifiesto de la educación, los servicios públicos y las instituciones, las cuales, indefectiblemente, continuarán en caída libre. Y la inflación se seguirá disparando, así como las dietas de los funcionarios. En esa construcción de cortinas de humo, en esa búsqueda de enemigos corporativos externos, se esconde un gobierno corrupto y mentiroso que intenta exculpar la mediocridad y la ineptitud con que está administrando el país.  
Por eso, después del 7-D, presumiblemente, el país estará igual o peor que antes: el costo de vida seguirá creciendo y se seguirá comiendo el salario de los que menos tienen, el gasto público continuará aumentando en partidas no esenciales como el Fútbol para Todos, la pobreza, la indigencia y la marginalidad se mantendrán en los niveles que todos conocemos y la inseguridad se ubicará primera en el ranking de las preocupaciones de los argentinos, aunque el poder no la nombrará, igual que jamás pronuncia la palabra inflación.
Lo que hace grande a un pueblo y a una nación, entre otras virtudes, es reconocer sus errores. Tengamos, entonces, la grandeza de corregir nuestras fallas y cambiar el rumbo en que estamos yendo, si hemos tomado un camino equivocado. No busquemos en el odio y el enfrentamiento la solución a los problemas. No está bien dividir a los argentinos en "buenos" y "malos" según respondan o no a la ideología y a la moral reinantes. El país necesita paz y trabajo para todos. La confrontación y el odio no producen riqueza, solamente tragedia. Los demagogos no buscarán nuestro bien, sino sólo votos para seguir en este ciclo decadente que vive la nación, y van a intentar convencernos, siempre que les creamos, que el número es superior a la razón y que ellos saben mejor que nosotros lo que es mejor para nosotros mismos. 

sábado, 24 de noviembre de 2012

Créalo: el socialismo empobrece

Economistas asociados con el Fraser Institute y el Cato Institute, dos de los foros de discusión, investigación y análisis independientes más importantes de Canadá y Estados Unidos, respectivamente, han investigado las consecuencias de la mayor o menor libertad económica alrededor del mundo. Su estudio abarca 141 países y la evidencia obtenida es contundente. Las economías que se basan en la propiedad privada, los mercados libres y el libre comercio, y evitan los impuestos elevados, la regulación y la inflación crecen más rápidamente que aquellas con menor libertad económica. Por el contrario, la supresión de los mercados libres reduce tanto la esperanza como la calidad de vida. El mayor crecimiento conduce no solamente a mayores ingresos sino también al mejoramiento de la salud.
¿De qué manera incide esto en la salud? Virtualmente, todos los estudios sobre el tema concluyen que más rico es más saludable. Las personas con ingresos más altos viven más tiempo y los economistas de los institutos Fraser y Cato llegan a la misma conclusión: más libertad económica añade cerca de 20 años a la esperanza de vida y reduce la mortalidad infantil a poco más de una décima parte del nivel de los países menos libres.
¿Y qué pasa con los efectos de la libertad económica sobre los ciudadanos más pobres? En el informe, el ingreso promedio del diez por ciento más pobre de la población en los países menos libres fue de alrededor de 1.061 dólares. Por el contrario, el diez por ciento más pobre de la población de los países más libres ganó cerca de 8.735 dólares. Definitivamente, a los pobres les conviene vivir allí donde el capitalismo esté menos restringido. ¿Quién dijo que los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres en un sistema capitalista? Todo el mundo mejora.
Pero hay algo más sorprendente aún. Hace algunos años el Consejo de Asesores Económicos de los Estados Unidos (CEA) calculó una “tasa pronosticada de pobreza” basada sólo en el crecimiento económico. Los resultados del CEA sugieren que si nunca hubiera existido un estado de bienestar y sus muchos programas (unos 40 de alcance federal en la actualidad) la tasa de pobreza sería menor ahora de lo que realmente es. ¡Sorprendente revelación de que el socialismo empobrece! La evidencia es incontrovertible: el estado de bienestar es una falacia cuya “misión” es subsidiar la pobreza, no eliminarla. En otras palabras, el crecimiento económico por sí sólo saca a la gente de la pobreza, sin necesidad de un estado moviéndose mucho más. El concepto de redistribución de riqueza, piedra angular de las políticas socialistas e intervencionistas de estado es una ilusión, porque lo que se distribuye en realidad es lo suficiente para generar un estado de dependencia crónica del gobierno, pero nunca lo suficiente como para generar un estado de bienestar real. El aspecto más siniestro es que los círculos cercanos al poder de turno llegan a tener todo tipo de facilidades que les permite convertirse, precisamente, en un estamento de poder.
El estado de bienestar llevó, lleva y llevará a más pobreza, no menos. Por otra parte, casi todos los cambios impositivos de los republicanos (un partido que no se asocia precisamente con el estado de bienestar) han vuelto más progresivo al código tributario. Es decir, casi cada vez que los republicanos modifican la ley tributaria, la carga del impuesto federal sobre la renta se desplaza de las personas de bajos ingresos a las personas de altos ingresos. Es por eso que casi la mitad de la población norteamericana no paga ningún impuesto sobre la renta en absoluto.
Cabe señalar también que, ya sea que se trate de alimentos, vivienda, educación o atención médica, casi todo el dinero de los programas de seguro social va a un grupo de potenciales electores que definitivamente no es pobre. Es por eso que resulta realmente difícil saber cuánto se beneficia alguien con estos programas.
No se trata de fomentar la codicia o el egoísmo. No se trata de que quien tenga más no aporte más, puesto que cada uno debe aportar al bien común según su nivel económico. Más bien, la idea es reconocer la eficacia de una economía basada en la iniciativa privada y un estado de atribuciones limitadas. De esa manera, simplemente, es probable que tengamos menos pobreza.

lunes, 12 de noviembre de 2012

La clase media va al Obelisco

Cae la tarde. Grupos al principio pequeños comienzan a congregarse en los puntos de convocatoria, Santa fe y Callao, y Corrientes y Pueyrredón. Tienen banderas argentinas, pancartas y hacen batir sus cacerolas. Entonces, empiezan a marchar hacia el Obelisco. Cantan consignas, hacen palmas, y nadie parece estar enojado, tenso o nervioso. Más bien, las expresiones son distendidas cuando el termómetro marca más de 30 grados en el infierno de la ciudad de Buenos Aires. Llega la noche y la visión es impresionante: la Plaza de la República está rodeada por columnas que se extienden por Corrientes y 9 de Julio rodeando el monumento más emblemático de la ciudad, testigo de la mayor protesta realizada hasta ahora contra el gobierno kirchnerista.
¿Quiénes son? No es fácil contestar esa pregunta. Esta manifestación, con un montón de gente marchando en forma espontánea y blandiendo consignas diversas, fue plural y heterogénea. Cualquier definición encerraría un grado tal de generalización que se prestaría demasiado a simplificaciones, dando paso a ambigüedades, confusión o incluso tergiversaciones. Sin embargo, no podríamos agrupar a la marea humana movilizada tras el código 8-N con otro rótulo que no sea "clase media."
¿Y qué es la clase media? No es fácil contestar eso, tampoco. Históricamente, podemos decir que es el motor del país. Nos referimos a ese segmento heterogéneo que suma, por lo menos, el 60 por ciento de la población argentina. Descendientes de inmigrantes, nuestros abuelos y bisabuelos que venían en busca de una vida mejor, atraídos por el modelo que los constituyentes liberales impulsaran luego de Caseros. Ese modelo tan exitoso que organizó el país, le dio impulso y continuidad e hizo posible, justamente, esa movilidad social ascendente que lo convirtió en la séptima economía mundial hasta la tragedia del golpe de estado de 1930, a partir del cual la historia nacional se escribe en términos de decadencia.
La clase media argentina es, antes que nada, un imaginario colectivo, un lugar de pertenencia que ordena y tranquiliza, que construye sentido, que asegura un mínimo de identidad y coherencia. La Argentina está entre los países que más se autoidentifican con la clase media, y según clasificaciones de clases, con mayor presencia de clases intermedias, entre asalariados y autónomos. El gráfico actual de la clase media incluye no sólo empleados en relación de dependencia, sino también profesionales, productores y comerciantes urbanos, proveedores de servicios y empresarios, pero no precisamente de los más grandes. Por lo pronto, hay una "exitosa abogada" cuyo patrimonio asciende a 80 millones de dólares que no fue a la marcha.
Y a pesar que no faltaron las estigmatizaciones a los manifestantes y la banalización de sus reclamos, lo cierto es que los mismos ya no pueden ser desoídos. Las pancartas hablaban bien claro: no a la corrupción, no a la inseguridad, no a la inflación, no a la re-reelección, no a las mentiras del Indec.
La marcha del 8-N debiera ser motivo suficiente para que el gobierno revea sus políticas, el rumbo en el que está llevando el país, pero lamentablemente, la presidenta Cristina Kirchner sigue en un aislamiento rayano en el autismo. Para ella, la agenda del día fue el congreso del partido comunista chino.
Lo que significó el 8-N fue el punto de partida de un nuevo país, un país más fuerte basado en instituciones republicanas sólidas y transparentes luego del "fin de luto" presidencial. En qué va a consistir es algo que nadie puede predecir por ahora, pero una cosa es segura: se va a acabar la soberbia, la arbitrariedad y el delirio con que nos han estado sometiendo hasta ahora. Como una digna continuidad del 13-S, el pueblo argentino ha dicho "basta" al país del relato oficial. Hay un reclamo a la política, además del gobierno, por no representar claramente una alternativa. La cuenta pendiente, entonces, es que las fuerzas opositoras se constituyan como tal para ofrecer al ciudadano una alternativa viable que logre canalizar los reclamos y necesidades de un pueblo que se ha puesto de pie.


sábado, 3 de noviembre de 2012

El largo viaje de Cristina hacia la noche

El riesgo país superó por primera vez en mucho tiempo los 1.100 puntos básicos, colocando al país en una situación mucho más delicada aún de la que viene enfrentando en los últimos tiempos. Los números no mienten y la soberbia del gobierno no los cambian. La Argentina se encuentra al borde mismo del resquebrajamiento social, impulsado por un gobierno mesiánico y autoritario que niega sistemáticamente la realidad, desoye voces que no sean de adulación y obsecuencia, avasalla sin reparos las instituciones democráticas, y mantiene a un séquito de seguidores que se alinean en la larga fila de dádivas otorgadas por la presidente.
Los problemas estructurales que aquejan al país son bien conocidos por todos y sería redundante enumerarlos aquí. La actual coyuntura debería ser suficiente para que el gobierno revea sus políticas y el rumbo en el que está llevando el país, pero en el país del relato, el país en virtud del cual la Argentina se aísla del mundo, la prioridad sigue siendo salvar al pueblo de las conspiraciones corporativas.
Y las dimensiones que tiene esa epopeya alcanza ribetes inusitados. Las senadoras oficialistas Nanci Parrilli y Liliana Fellner presentaron en el Congreso un proyecto para incorporar en el Estatuto del Periodista Profesional una "cláusula de conciencia." (?)
¿Y en qué consiste la tal cláusula de conciencia, o como se llame? Según la propuesta, la cláusula de marras sería invocada por los periodistas para negarse a difundir informaciones "contrarias a los principios éticos de la comunicación." Bajo esta norma, los profesionales podrían invocar la cláusula de objeción de conciencia "cuando se produzca un cambio de orientación informativa o línea ideológica que suponga un riesgo para su independencia física o ideológica en el desempeño de su actividad."
Además, también podría hacer uso de dicho planteo "cuando sin su consentimiento se inserte o retire su firma o autoría, o atribuyere la autoría de un trabajo propio a otro," entre otras situaciones.
Las senadoras justificaron su proyecto al destacar que "el periodista es el responsable de producir la información" y que por eso "requiere una protección básica para asegurar su confianza y credibilidad ante la sociedad.” Una previsión similar a la dictada por el régimen comunista de Checoslovaquia luego de la invasión soviética de 1968, según la cual en los medios de comunicación sólo podían expresarse “personas de plena confianza política.”
Es decir que si un periodista critica al gobierno, no es porque esté reflejando la realidad insostenible de inflación, corrupción e inseguridad por la que atraviesa el país, sino simplemente porque se encuentra bajo presión corporativa para hacerlo y, por lo tanto, merece la "protección" que proponen las senadoras. Aquellos periodistas sustraídos a la nefasta influencia de las fuerzas opositoras son los únicos dignos de credibilidad.
Pero estas senadoras tan concienzudas no son las únicas que intentan salvarnos a nosotros de nosotros mismos. Para el juez Eugenio Zaffaroni, los medios “constituyen miedo y terror.”
Llegado a este punto, procede una definición. El gobierno debería saber que, en cualquier democracia, la misión del periodismo no es complacer al poder político. Debería entender también que no es razonable atribuir a inicuas conspiraciones la difusión de informaciones o versiones que no complacen al gobernante de turno. El periodismo es una actividad no exenta de cometer equivocaciones y que, como en cualquier ámbito laboral, puede haber profesionales pasibles de ser corrompidos o medios dispuestos a ocultar alguna porción de la realidad; o bien, intentarán inclinar la información según el peso de la ideología con que comulguen. Pero eso en sí mismo tiene un límite: la pérdida de credibilidad por parte de la población que ejerce su derecho a estar informada y que no dudará en castigarlos si advierte que tal medio o periodista ha dejado de merecerle confianza: dejarán de ver ese programa de televisión, dejarán de comprar ese diario. Por eso, subestimar la capacidad del público para detectar una eventual manipulación de la información es un insulto a la inteligencia de las personas.
Los graves problemas que aquejan al país no se solucionarán porque el gobierno consiga rodearse de una nube de complacencia periodística. Es redundante afirmarlo, como es redundante afirmar que la economía no se reconstruirá mediante la emisión de papel moneda para pagar los gastos del estado. En ambas actitudes, el gobierno kirchnerista acredita la incompetencia que este importante indicador internacional le acusa. Desconectado de las corrientes internacionales de inversión, falto de previsibilidad, el país navega a la deriva mientras que los actuales punteros políticos, responsables de la crisis, caen en un descrédito cada vez mayor que nos lleva a pensar en el mismo fin de ciclo. Como en la problemática familia de O’Neill, se les viene la noche a los protagonistas.       


sábado, 13 de octubre de 2012

La libertad económica en Estados Unidos

Estados Unidos ha sido reconocido desde siempre como un faro de la libertad económica. Sin embargo, notorios cambios que se vienen produciendo de un tiempo a esta parte pueden perjudicar ese modelo tan exitoso que lo ha llevado a ser la primera potencia mundial en todos los campos, pero muy especialmente en el campo económico.
Según un estudio de la Universidad Estatal de Florida, este país está perdiendo rápidamente su lugar entre las naciones que acreditan mayor libertad económica. Apenas en 2000, Estados Unidos se clasificaba detrás  de Hong Kong y Singapur como la tercera economía más libre del mundo. En la actualidad se ubica en el puesto 18 detrás de estados socialistas de bienestar como Finlandia y Dinamarca.
La disminución de la libertad económica se ha producido en la mayoría de las áreas de la economía, y se debe a que el gobierno federal se ha vuelto más grande e intruso en la actividades privadas con su sinfín de regulaciones. El crecimiento del tamaño del gobierno y el mayor alcance de las regulaciones van en contra de la libertad. Además, una disminución de la libertad de la magnitud que los Estados Unidos están experimentando pueden causar una merma en el crecimiento económico de entre 1 y 1.5 puntos porcentuales según el mencionado estudio. Es la mitad del promedio histórico de crecimiento de alrededor del 3 por ciento.
Es muy importante garantizar la libertad en todos los campos incluyendo, por supuesto, el campo económico. La libertad económica promueve el crecimiento y un nivel de vida más alto y es tanto buena para los pobres como para los ricos. La libertad importa y mucho respecto de cuán bien viven los pobres, pues lejos de significar prebendas para los ricos, revitaliza la economía y proporciona oportunidades de manera ilimitada para todos. Los países más libres tienen mayores ingresos, mayor esperanza de vida, tasas más bajas de mortalidad infantil, una mayor alfabetización  y más libertades civiles y políticas. La pérdida de libertad económica implica un crecimiento bajo o estancado que pone en peligro todos estos estándares de vida.
En el caso de los Estados Unidos, este país necesita reducir drásticamente el alcance del gobierno en la economía a fin de volver a conquistar un lugar entre los países más libres del mundo. Ante las próximas elecciones presidenciales, es menester que esto figure en la agenda de los dos partidos mayoritarios. El nivel de impuestos corporativos, para dar un ejemplo de la desmedida intervención estatal, llega en la actualidad al 35%, y tanto Barack Obama como su contrincante, el republicano Mitt Romney, han prometido rebajarlo al 28 y al 25% respectivamente en caso de ganar las elecciones; pero es fundamental que estas promesas de campañas no se queden sólo en eso, en meras expresiones de deseo sino que se pongan efectivamente en práctica para marcar el rumbo de la recuperación de las libertades económicas.

lunes, 8 de octubre de 2012

Una misión sagrada

Simón Bolívar decía que el que sirve a una revolución labra el mar. ¿Por qué? Porque una nación civilizada (con lo cual el inolvidable militar y estadista venezolano se adelantó a su tiempo) debe estar basada en el diálogo, en el debate, en el funcionamiento neto de instituciones transparentes, más que en el caudillismo y en la manipulación del poder. El proyecto de autoritarismo encarnado por Hugo Chávez logró, sin duda, su definitiva consolidación con su aplastante triunfo en las elecciones de ayer sobre su rival Henrique Capriles y deja a Venezuela por seis años más a merced del modelo que él mismo logró instalar consistente en la obediencia ciega, el fanatismo, y el culto a la personalidad infalible del líder. Se trata de un factor no sólo político sino también cultural que encuentra increíbles similitudes con la Argentina de hoy: persecución a los opositores, prensa controlada, capitalismo de amigos, historia reescrita, clientelismo, relato oficial y realidad. "En este país no hay empresarios, hay millonarios," comentaba un caraqueño ante las cámaras de televisión, y es cierto. ¿Quién necesita empresarios cuando se tiene amigos (léase obsecuentes) del poder? Chávez, exactamente igual que Cristina Kirchner, partió la sociedad en dos.
"Tú eres un burgués y esos lentes son burgueses, dámelos," le dijeron a un turista extranjero en un colectivo de Caracas. El turista los entregó en silencio. Hubo 19.000 asesinatos en las calles de Venezuela sólo en 2011. Los especialistas en violencia señalan que ha crecido el número de delitos contra la vida por sobre los delitos contra la propiedad. Un muerto hoy, aquí, no significa nada. Después de todo, lo importante es lograr el equilibrio del universo, como proclama a los cuatro vientos el comandante Chávez.
Y la grieta se profundiza, y eso también forma parte del universo que Chávez se compromete a equilibrar: el enemigo es el otro y el otro es el enemigo: el que piensa diferente, el más rico, el exitoso, el sospechoso de simpatizar con los yankis. Las familias no se hablan, los amigos se dejan de ver, las reuniones se hacen imposibles, invitados despechados se levantan y se van.
Las revoluciones son incompatibles con la tolerancia ya que observan el pluralismo como un signo de debilidad. La democracia, por el contrario, encuentra en ese pluralismo un rico semillero de propuestas cuya cosecha las torna útiles y necesarias para el fin del bien común. Un gobierno, cualquiera sea su orientación política, tiene una misión sagrada: unificar a su pueblo. Hoy, hay dos países, Venezuela y la Argentina, que están más divididos que nunca. En ambos hay un ambiente crispado y de tensión sin precedentes debido a la inseguridad, a la economía tambaleante, al mal funcionamiento de sus servicios e instituciones, a la falta de una verdadera justicia independiente, al deterioro de la educación, sólo por nombrar los factores más relevantes. En ambos, las causas se atribuyen a modelos que basan su hegemonía en la construcción de relatos, al uso del aparato de manera total y absoluta, al uso de la propaganda, con lo que la sociedad está siguiendo una lógica autoritaria. Todo se origina en la vocación de ese autoritarismo, en el desprecio de las instituciones republicanas y en la falta de la alternancia de mandatos fundamental para la supervivencia de dichas instituciones en el tiempo.

sábado, 6 de octubre de 2012

La década del odio

Casi un año después del triunfo electoral que otorgó la presidencia a Cristina Kirchner con el 54% de los votos, que la mayor parte de ese caudal vaya camino a evaporarse, parafraseando el conocido tango, ya no hay quien lo niegue. Si bien el desbarranque comenzó con el estancamiento económico y el caso Boudou-Ciccone-Vanderbroele, se profundizó aún más con el evento del 13-S y se agravó más aún con el desempeño lamentable que tuvo la presidenta en Harvard, donde se mostró incapaz de contestar preguntas que le hicieron jóvenes estudiantes argentinos, y sólo atinó a responder con evasivas. Le siguieron esta semana las protestas de Prefectura y Gendarmería. Y como si todo esto fuera poco, hay que sumar la grave situación del maltrato tanto físico como moral al que fuera sometido Alfonso Severo, testigo clave del caso Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero asesinado en 2010. Severo fue encontrado atado y golpeado luego de haber estado desaparecido casi un día entero.
Coincidentes con estos graves hechos, también hay dos cuestiones que habrían sido titulares importantes en el marco de una situación institucional más normal. Esto es la caída del 25% en el patentamiento de autos y del 35% de las ventas en inmobiliarias, originadas en el cepo cambiario que la presidente se niega a reconocer. En efecto, la economía cada vez está más estancada y cada vez la inflación es más alta, configurando la tormenta perfecta. Está todo prendido con alfileres, y nadie sabe a ciencia cierta lo que puede pasar. Se vive al día, lo cual habla muy mal de la calidad institucional de cualquier país que se precie de confiable, una característica de la cual la Argentina se encuentra a años luz. No se crece por la emisión y el gasto público descontrolados, que generan inflación, y así se produce un círculo vicioso que paraliza la economía.
En esta vorágine de malas noticias también apareció el conjunto de las organizaciones judías repudiando la negociaciones con Irán, que se encuentra en serios problemas económicos, porque Estados Unidos y Europa no le compran el petróleo y le faltan dólares, al igual que al gobierno argentino. Esto predispone muy mal a la colectividad israelita en la Argentina, y agrega otro hecho negativo a la gestión kirchnerista, que ya navega a la deriva.
Es que es importante que cada argentino sepa que Cristina Kirchner es un fraude, que llegó a la Casa Rosada en virtud del fraude y del engaño, que es una mentirosa patológica, una manipuladora y demagoga, una ignorante supina en todos los temas, y que está rodeada de una runfla de aduladores y obsecuentes de las más diversas jerarquías que la mantienen en el poder mientras el país involuciona, se cierra al mundo y se retrae a ideologías arcaicas que sólo traen atraso y decadencia mientras buscan instaurar un modelo colectivista de nación como Cuba y Venezuela, por nombrar los ejemplos de prácticamente los únicos países que aún quedan como exponentes de estas ideologías ya enterradas.
De hecho, podríamos afirmar que el kirchnerismo murió cuando murió Néstor Kirchner, ya que sus políticas no tenían más continuidad que el clientelismo y la demagogia, y por supuesto, la soberbia y la prepotencia que lo caracterizaba. Lo que estamos asistiendo en la actualidad es un proyecto absurdo y delirante de perpetuarse en el poder por parte de los profetas de la división y el enfrentamiento que ocupan los cargos claves. Pero la solución para esto tiene una fecha: las elecciones legislativas de 2013 en que la sociedad argentina en su conjunto impida la continuidad de este delirio.
Así, el pueblo argentino comenzará a encontrar reunión luego de estos años de infamia, y la década kirchenrista quedará sepultada en el pasado como una verdadera pesadilla que jamás volverá a repetirse. La década kirchnerista será recordada como "la década del odio."

lunes, 24 de septiembre de 2012

La primera ficha del dominó

La masiva protesta del jueves 13 puso en escena una verdadera sensación de fin de ciclo que ya será imposible revertir. Se les viene la noche a los actuales punteros políticos. La tendencia se consolida. Y la pregunta ya no será como hará Cristina Kirchner para continuar en el poder más allá de 2015. Será más importante saber si tiene una buena estrategia para abandonarlo.
Por lo pronto, el oficialismo está totalmente a la defensiva. Tensiones inesperadas surgen literalmente a diario. Parafraseando al fundador de su propio modelo, están cada vez más nerviosos.
Las fisuras del kirchnerismo se dejan entrever por el silencio elocuente que la presidenta mantuvo ante los cacerolazos. En su primera aparición pública después de la marcha, el miércoles, evitó rigurosamente mencionar la manifestación opositora y se dedicó a hacer anuncios “positivos.” Más tarde, hizo referencia sólo elípticamente a las clases medias que la rechazan y hasta se permitió llamar al diálogo al macrismo, a pesar de que no recibió nunca a su jefe para resolver la disputa por los subtes, entre otras muchas que mantiene por razones puramente políticas. Por su parte, el gobernador kirchnerista de una provincia del norte, azorado ante los veinte mil manifestantes que se congregaron en la capital provincial, declaró que el rumbo se mantendría, pero que había que escuchar a los que pensaban distinto, con lo cual nos recuerda al gobierno militar cuando decían que “no tenían plazos sino objetivos.” Una verdadera prueba de que la historia se repite.  
En realidad, la actitud de soslayar los cacerolazos, intentando desviar el centro de la polémica a los “ricos” que viajan a Miami, es una señal de las tantas de los tiempos difíciles que corren para el gobierno. Otro índice es el silencio sobre el proyecto de relección indefinida. Las encuestas que muestran más de un 60% de rechazo a la medida, y el amago de llamar a consultas populares en distritos manejados por la oposición la convencieron de la inoportunidad del insistir con el proyecto. Otro hecho de no menor importancia es que la oposición -esa que ella intenta dividir- estaba empezando a agruparse en torno del rechazo. Tan poco eficaz es la operación política del gobierno que ni siquiera pudo con su delegado en Santa Cruz, el gobernador Daniel Peralta, que sigue resistiendo los embates kirchneristas y hasta se da el lujo de declarar que cuando los que rodean a la presidenta se den cuenta de que no consigue la re -relección "van a salir todos corriendo." Todo parece indicar que ya perdieron lo último que se pierde que son las esperanzas.
“Ustedes que pueden, pregúntele por la inflación, por la seguridad, por las marchas de protesta que ignora. Pregúntele todo, porque aquí sólo da monólogos en los que dice cualquier cosa.”
Ese es el pedido que se repite en la cadena de mensajes que vienen recibiendo los sitios de las universidades de Georgetown y Harvard, en las que Cristina Kirchner expondrá en estos días sobre el “modelo” argentino. La señal es elocuente. Hay un grado de rechazo y ansiedad generalizada ante un gobierno que se limita a creer el propio monologo, aislarse, y rechazar la autocrítica. “Es la primera vez que veo tanto reclamo por la exposición de un presidente,” comentó un académico de Georgetown.
En cambio, lejos de atender estas necesidades que aquejan a los argentinos, la prioridad oficial sigue siendo la guerra santa contra Clarín.
“La cadena ilegal del desánimo tiene fecha de vencimiento y es el 7 de diciembre,” declaró la presidenta en relación a la fecha en que está programado adjudicar a nuevos dueños las licencias que se excedan del cupo fijado por la ley de medios audiovisuales. Hasta hay una marcha convocada por el grupo “Unidos y Organizados” para celebrar el “final del monopolio.”    
Es que desde los inicios de la gestión de los Kirchner se pudo comprobar que una de sus características centrales fue (y sigue siendo) no solamente una agenda de confrontación permanente con lo que ellos denominan los “poderes fácticos” sino, muy especialmente, el modo de exhibir cada una de sus acciones como gestos heroicos o parecidos.Y mientras el país del relato le endilga todos los males habidos y por haber a “la derecha,” el país real asiste impávido a una ola de desprecio a todo aquel que piensa diferente.
Un sistema democrático es coherente consigo mismo: está diseñado para aprovechar y vivir en libertad. Un sistema autoritario también es coherente consigo mismo. Su lógica interna es la dureza, la opresión, el avasallamiento. No deja ningún resquicio por donde pueda filtrarse su más grande enemigo: la libertad. Si un sistema hasta ese momento cerrado abre una hendija, firma su propia sentencia de muerte. La libertad es un dominó: tiene que caer la primera ficha. Una vez que esa primera hendija fue abierta, todo lo demás se dará por añadidura.
Creemos que el 13 de septiembre a la noche cayó la primera ficha del dominó. La expectativa, la esperanza es que vientos libres y de cambio no dejen de soplar ahora en esta Argentina que felizmente da fieles muestras de despertar de un letargo y una oscuridad de nueve años que serán recordados como el período más infame que nos azotó en nuestra historia reciente.  
   

sábado, 15 de septiembre de 2012

El mensaje del jueves 13

El jueves 13 a la noche, una gran parte de la Plaza de Mayo estaba vallada. El mensaje fue claro: el poder hizo saber que la plaza tiene dueño.
Del otro lado de la valla el mensaje fue claro también: la impunidad  tiene un límite, nosotros el pueblo. Donde empieza el pueblo, termina la impunidad. La razón es muy simple: nosotros, el pueblo,  no lo vamos a permitir.
Con las movilizaciones del jueves en Plaza de Mayo, en la Quinta Presidencial de Olivos y en varios puntos a lo largo y a lo ancho del país, hemos dicho que no tenemos miedo, hemos dicho que es hora de poner fin a la corrupción, a la omnipotencia presidencial, a la soberbia y a la criminalidad con que actúan los funcionarios de turno,  al cercenamiento de las libertades individuales, al pisoteo continuo de la Constitución, al desprecio gratuito y al avasallamiento de todos los que pensamos diferente. Queremos  instituciones sólidas y libertad. Queremos ser gobernados y no sometidos. Es más, hemos dejado bien en claro que eso no lo vamos a permitir. Queremos educación pública y gratuita de calidad y justicia independiente; y ya sabemos de sobra cuáles son los errores garrafales del gobierno y el rumbo absolutamente equivocado en el que están llevando al país. La protesta se realizó para protestar por todos esos vicios y muchos más, pero también para hacer saber que la gente se siente huérfana de representación, para reclamar la presencia de una fuerza opositora que sirva de contrapeso al avasallamiento  de esta dictadura demencial  que está mancillando, que está destruyendo literalmente la república.
La protesta del jueves le exige especialmente a la oposición que aprenda a ocupar un lugar, que represente a quienes la convocan. Juan Bautista Alberdi decía que Rosas era gobernante no por contar con el favor de nadie, sino porque no se lo sabía combatir. Es justamente la deuda de todo el arco opositor que debe superar la pasividad y la inoperancia que lo caracteriza. Sabemos que la tarea no es fácil en un espectro político bastardeado por nueve años de impunidad, mentiras y soberbia. Pero es menester que se sientan llamados a ejercer con valentía y decisión esta gran responsabilidad.
Lo que está en juego es demasiado importante como para que todos los políticos opositores pierdan el tiempo en discusiones superficiales. Es menester anteponer los intereses de la nación y el bien común a la mezquindad individual. Es menester comprometerse  para salvar la república. Esa es la misión tan esencial después de este evento tan importante que salió tan bien.

martes, 4 de septiembre de 2012

Había una vez un rey

Había una vez un rey que decía, "Después de mí, el diluvio." Cristina Kirchner parece estar diciendo, "Antes de mí el diluvio, después de mí, la redención."
En su discurso de ayer con motivo del Día de la Industria, ante más de 1.500 empresarios en el predio ferial de Tecnópolis, la presidenta hizo una auténtica autodefensa de sí misma. Al mejor estilo estalinista de apología del régimen, el acto comenzó con la proyección de un video en el que se presentaba la historia del país en dos etapas claramente definidas, la "desindustrialización" iniciada en 1976, y la "recuperación " de la misma a partir del 2003. En otras palabras, dentro del kirchnerismo, todo; fuera del kirchenrismo, nada. Además, defendió las restricciones a las importaciones y los controles de compraventa de divisa extranjera. En su defensa de las políticas instrumentadas por la Casa Rosada, la Presidenta resaltó las medidas de restricción para el acceso al dólar. "Tenemos que utilizarlo para pagar las importaciones y que la industria no detenga su marcha, y para el pago de la deuda." El discurso duró unos 90 minutos y los aplausos fueron pocos y más bien sobrios. Tal vez los invitados estaban más interesados en comer que en aplaudir. Está bien: de carne somos.
Uno se pregunta, ¿qué sentido tiene esto? ¿Qué sentido tiene emplear la cadena nacional para intentar convencer a alguien de que los argentinos vivimos punto menos que en un paraíso? El gobierno debe ignorar,  seguramente, que el ciudadano no necesita que le digan qué hacer, qué decir y qué pensar.  "Los dólares que se obtienen deben ser destinados a las importaciones y pagos de deuda," dijo la presidenta como si le estuviera hablando a chicos. No debiera extrañarnos. Es la misma actitud de un gobierno que insiste en endilgar al periodismo la causa de todos los males habidos y por haber. Por otra parte, el uso tan abusivo de la cadena nacional no es propio de un país serio.
No es el gobierno el que le tiene que decir qué hacer a los ciudadanos. Son los ciudadanos los que depositan la confianza en un gobierno que los represente, por tiempo limitado, para llevar adelante la voluntad popular. En eso consiste, en esencia, el contrato social formulado por Rossueau, base de todas sociedades modernas. Los graves problemas de inflación, corruptela, deterioro de la infraestructura e inseguridad que afectan al país no se solucionan soslayándolos olímpicamente -que fue la actitud que tuvo la oradora durante todo su discurso en el que ni siquiera los mencionó- sino con administraciones sensatas y responsables que se desempeñen de esa manera a través de los años: sensata y responsablemente. El evento de ayer del Día de la Industria fue el acto del conformismo y la obsecuencia. Simplemente, una muestra de los ingredientes esenciales que sostienen en el poder a un gobierno totalmente inepto y absolutamente mediocre en la conducción de un país moderno en el actual contexto de un mundo moderno y civilizado. La actitud de este gobierno de atribuirse el monopolio de la sabiduría es una muestra de la soberbia y arbitrariedad que lo caracteriza. ¿Qué se dice? Gracias.  

sábado, 1 de septiembre de 2012

La falacia del determinismo económico

En abril de 1992, las ciudades norteamericanas  sufrieron una terrible ola de violencia debido al incidente causado por el automovilista negro Rodney King. Los barrios más afectados por los hechos de saqueo y vandalismo fueron Harlem y Bronx, de Nueva York, el lado sur de Chicago y el este de Los Angeles. La impresión “a prima facie” es que eso fue porque que son las áreas más pobres del país. Hay una sorpresa: no lo son. Según estadísticas oficiales de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, el área más pobre es una localidad del estado de Dakota del Sur llamada Shannon County. Le siguen Buffalo, también en Dakota del Sur, y Starr, en Texas. ¿Cuándo fue la última vez que se oyó de disturbios y saqueos en esas localidades?
Hay una tendencia a justificar hechos de violencia social atribuyendo éstos al modelo económico vigente, cualquiera que sea. Según ese argumento, estos hechos no  son condenables porque no son más que el emergente de un sistema económico injusto que oprime al pueblo.
Ese argumento omite lo principal: que estos hechos de violencia son efectuados por decenas, a lo sumo por cientos de personas, y que no cuentan con la aprobación del pueblo. En su inmensa mayoría, en su absoluta mayoría, el pueblo quiere vivir y trabajar en paz. Ese argumento atribuye a las condiciones económicas toda la carga de responsabilidad que subyace en la conciencia de cada individuo. En esa línea de pensamiento, el individuo está despojado de dicha responsabilidad y lo que es peor, despojado de la conciencia misma que lo hace, precisamente, un individuo responsable y consciente como miembro de una sociedad organizada. El peor aspecto de ese argumento tan siniestro es que llega a ser nihilista: socava la convicción en los valores estructurales a los que la sociedad se ancla con el fin de lograr un mínimo de estabilidad y coherencia y, como antítesis, confiere legitimidad a la barbarie.
El hecho de que en la historia reciente de la Argentina también se hayan producido disturbios y saqueos (1989 y 2001) nos da una clave para entender lo falaz de este tipo de argumentos. No se puede saquear un supermercado porque está mal. Punto. Desde el marxismo se pretende justificar estos hechos criminales y antisociales porque, partiendo de esa misma base ideológica, se busca exacerbar la envidia y el odio de clases.
La educación es el elemento necesario para que todo cambie. Con ella, los miembros de sectores más desfavorecidos podrán acceder a empleos mejor pagos y así generar una espiral virtuosa de crecimiento. Singapur, una antigua colonia británica totalmente desprovista de recursos naturales, se ha convertido en una de las principales economías del mundo gracias a sus progresos en materia educativa. Los países latinoamericanos, por su parte, están experimentando fuertes retrocesos en educación, según todas las mediciones internacionales.
La libertad confía en el individuo, en su responsabilidad y en su capacidad de dirigir su propia vida; pero en el aprovecho de esa libertad, es la educación la que permite al hombre lograr su plenitud. La eficacia en el uso de la libertad individual depende de una eficaz educación y de un señalado grado de madurez y responsabilidad. Así lo han entendido las sociedades más avanzadas de nuestro tiempo, las que han apostado a esa formula exitosa que consiste en formar responsablemente a sus ciudadanos.
SI no se garantiza, entonces, que los sistemas educativos de las diversas naciones aumenten su calidad, alcance y eficiencia, no es dable esperar un mejoramiento significativo de la calidad de vida. La mejora de la educación es la clave para el futuro. No creamos, pues, ingenuamente, que la pobreza se soluciona sin mejorar la educación. Sencillamente, eso no es posible. Domingo Faustino Sarmiento decía que por cada escuela que se abra se cerrará una cárcel. Es una pintoresca imagen, ingenua, si se quiere, pero que adquiere una significación contundente e irrefutable si la vinculamos con otro concepto del gran sanjuanino: “Hay que educar para la necesaria adaptación a los medios de trabajo. De lo contrario, el resultado será el atraso y la oscuridad nacional.”
Ese atraso y esa oscuridad se profundizan en virtud de las mencionadas teorías marxistas y de las políticas estatistas e intervencionistas que sólo traen decadencia mientras buscan instaurar un modelo colectivista de nación.  

lunes, 13 de agosto de 2012

El día del dictador

Hoy, 13 de agosto, es el día del dictador: cumple años Fidel Castro. Nunca mejor motivo.
Fidel Castro obtuvo de Batista lo que él jamás concedió a sus adversarios: el indulto. Y salió de la cárcel para ir a Sierra Maestra y, desde allí, proclamar al mundo el ansia de libertad de los cubanos. Muchos de los grandes diarios norteamericanos fueron entusiastas auspiciadores de Fidel. El New York Times, particularmente, lo pintaba como un héroe. Para ellos, él era una especie de Robin Hood que venía a luchar contra los ricos para defender a los pobres. El caso es que este Robin Hood funcionó al revés. Una vez asegurado su lugar en el poder y luego de que hubiera eliminado la sarta de ingenuos que giraba a su alrededor, implantó una dictadura en contra del pueblo (incluyendo los pobres) y a favor de la oligarquía más corrupta de toda la historia del hemisferio occidental: su gobierno. Mientras tanto, auspició la labor subversiva marxista-leninista en América Latina y en África y convirtió a su país en un portaaviones soviético a 90 millas de las costas de la Florida.
Y así, comenzó el éxodo de los cubanos, un éxodo ininterrumpido a través de los años. Algunos pudieron irse al principio, en los primeros días. Otros, después, con más dificultades. Luego fue mucho más difícil. La cortina de hierro cayó bien fuerte sobre la patria de Martí. Escaparse era ya muy arriesgado. Había que jugarse la vida en botes precarios, en simples balsas hechas a mano navegando entre tiburones que amenazaban con arrancarle el brazo a uno, pero la desesperación del pueblo cubano es tanta, el sistema comunista los asfixia de tal manera que a pesar de todo la gente se iba de Cuba. Los cubanos buscaban en el extranjero aquello que en su país les estaba vedado: la libertad.
Y aunque importantes sectores de la izquierda latinoamericana sigan sosteniendo que Castro "se hizo comunista" porque los Estados Unidos boicotearon su "revolución nacional," lo cierto es que el barbado comandante ya tenía ideas marxistas desde mucho antes, por lo menos desde que actuó como agitador en el "Bogotazo" de 1948. Él mismo declaró una vez a la televisión española que siempre fue comunista y que no lo había dicho durante el período de lucha para no asustar a los cubanos. Además, hay una tendencia a considerar la toma del poder por parte de Fidel Castro como una gran epopeya. Nada más lejos de la realidad. La tan mentada "revolución cubana" consistió en una serie de tiroteos, emboscadas y escaramuzas sin pena ni gloria, casi anécdotas, contra un pobre ejército cubano comandado por un general mediocre y desidioso que ni siquiera le interesaba lo que estaba pasando, y que sólo le interesaba llenarse los bolsillos con "presupuestos especiales de guerra" que él mismo autorizaba. En todo el período de lucha, murieron menos de 300 militares cubanos.
Durante la Guerra Fría, a los rusos les interesaba la isla por su estratégica ubicación bajo el vientre mismo de los Estados Unidos. Por eso, el Kremlin se dedicó a solventar el régimen de La Habana con cantidades estimadas en cinco mil millones de dólares por año. Una vez que la Unión Soviética dejó de existir, la realidad tocó a la puerta y comenzó la debacle. Hay una escasez feroz en todas las necesidades. Las amas de casa cubanas hacen cola durante horas bajo el sol tropical con sus libretas de racionamiento y cuando vuelven a sus casas se encuentran con que han cortado la luz o incluso el agua. En Cuba no hay nada, literalmente. Hay monumentos al Che Guevara. Pero irónicamente, no hay habanos.
Y la nave va, como decía Fellini. Esta dictadura lleva nada menos que 53 años, algo que no tiene parangón en el mundo moderno. No hay libertad de prensa, no hay derecho de reunión, ni libertad política o sindical, no hay libertad ni derechos de ningún tipo, ni siquiera el más obvio y elemental: salir del país para el que no está de acuerdo con esta dictadura troglodita y delirante. Lo peor es que no tiene visos de terminar. En cierta ocasión, al preguntársele a Fidel Castro cuando habría elecciones en Cuba, respondió que las mismas se realizarían "cuando se haya completado la reforma agraria y la alfabetización haya llegado a todos los cubanos, y todos tengan libre acceso a la medicina y a los médicos." O sea, nunca.
Fidel Castro se ha retirado del poder y ahora gobierna su hermano Raúl. Al menos, esa es la versión oficial. Aunque no sería nada raro que el viejo y decrépito dictador Fidel siga gobernando desde las sombras (o desde el soleado jardín de su mansión en La Habana) manejando al pobre Raúl como un títere.
Por eso, si el día en que aquello termine está cerca, es algo que nadie puede predecir. Tal vez falte mucho, tal vez no.
Al caso vienen las palabras del Papa Benedicto XVI: “Es obvio que la iglesia siempre está del lado de la libertad, la libertad de conciencia, la libertad de religión,” afirma el Sumo Pontífice. “Hoy estamos en una época en que la ideología marxista no responde a la realidad y si no es posible construir cierto tipo de sociedad, entonces se necesita encontrar nuevos modelos, de forma paciente y productiva.”
La expectativa, entonces, es que esos modelos se logren y vayan abriendo agujeros en la muralla del totalitarismo por donde circulen vientos libres para que esta dictadura quede definitivamente atrás.

Una ciudad sitiada

Ya no se trata de demoras interminables, vagones deteriorados o el modo en que hay que empujar para subir a la formación. Ahora sólo importa llegar sano y salvo con la resignación y el temor de quien circula por una ciudad sitiada por la guerra. Se oyen las detonaciones por todas partes, pero en cualquier momento la bomba le puede caer a uno encima. Y las bombas van a seguir cayendo mientras que ninguno de los responsables de las llamas vaya preso por orden de un juez.
Hay una ciudad sitiada, y el sitio es una guerra entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri. “Debería decir que no soy candidato en 2015 y se arregla todo,” declaró Macri. Ambos coinciden en algo: su ineptitud, su negligencia criminal, su inacción. Y los subtes siguen sin funcionar en una ciudad colapsada y sumida en el caos. Hay colas de media cuadra para tomar un colectivo que ya viene repleto y que en muchos casos, por supuesto, ni siquiera para.
Mientras tanto, mientras que esta ciudad se hunde en el caos, en los Estados Unidos se anuncia que un nuevo servicio de trenes de pasajeros empezará a operar en 2014 entre Miami y Orlando. Se trata de un servicio que  empleará una vía de la costa este del estado de Florida actualmente disponible para trenes de carga.  El proyecto, llamado All Aboard Florida, tendrá un coste de mil millones de dólares.
“Más de 50 millones de personas viajan entre el sur y el centro de la Florida anualmente, en su mayoría por carreteras altamente congestionadas,” indica el comunicado de la empresa constructora, Florida East Coast Industires. “All Aboard Florida espera transformar la forma en que viaja la gente en el estado, ofreciéndoles un método de transporte más rápido, más seguro y más agradable entre las dos zonas metropolitanas más grandes de la Florida”.
El comunicado agrega que los viajes regulares entre las dos ciudades tardarán tres horas con paradas en Fort Lauderdale y West Palm Beach. Los vagones ofrecerán servicio de primera clase, clase ejecutiva y turista, comidas gourmet y wi-fi.
Extrañamente, el proyecto no menciona metrodelegados. Al parecer,  en ese país se prioriza la visión de futuro, el bienestar del ciudadano y el servicio a la comunidad.
¡Estos yankis! ¡Si siguen así, vamos a pensar que es un país del primer mundo!


sábado, 11 de agosto de 2012

La libertad de prensa

Durante su discurso de inauguración de la ampliación y modernización de la refinería de Ensenada de YPF el jueves 9, la presidenta Cristina Kirchner volvió a hacer gala de la visión histérica y paranoica que la caracteriza: atribuir todos los males que aquejan al país al periodismo.
Según el relato kirchnerista entronizado en el poder, la realidad de la fuga de capitales, la inseguridad, la inflación y las sospechas de la corrupción de los funcionarios se construye a través de “una mala praxis profesional y un mal manejo de la información o de la comunicación en una cosa tan importante como la información pública.”  Además, pidió la aprobación de una ley de ética pública para los periodistas. En su alocución, se mostró incisiva y vehemente.
Su actitud no debiera sorprendernos. En realidad, Cristina Kirchner quiere proyectar a todo el país el esquema que rige en su gobierno. Ella piensa que la administración funciona mejor sin comunicación. Por eso no se ofrecen conferencias de prensa, se penaliza a los funcionarios que hablan con periodistas sin autorización superior, y se prohíben las entrevistas, salvo que se publiquen en órganos de propaganda.
Por el contrario, los medios acólitos al régimen que cantan loas y aplauden cada movimiento de su jefa como claque llevan las de ganar y se aseguran un lugar de privilegio en una sociedad argentina cada vez más verticalista, cada vez más alejada de cualquier cosa que se parezca a un sistema de república con independencia de poderes y garantías de derechos ciudadanos; entre ellos, la libertad de prensa. Es cierto que cada medio de comunicación sostiene su propia ideología y en la práctica del periodismo, quienes lo ejercen tenderán a responder a la ideología con que comulguen, pero eso en sí mismo lleva su límite: la pérdida de credibilidad. Por eso, si el gobierno piensa que tal o cual diario tergiversa o distorsiona información en línea de seguir un perverso complot en su contra, la “solución” para terminar con tan maquiavélico plan no se dará por decreto.
La realidad es una figura de varios lados, pero la vocación por el control de los mensajes expresa un proyecto político autoritario. Su premisa es que existe una verdad sustantiva, susceptible de ser manejada. Es una visión dolorosamente unilateral cuya arma de elección es la culpa: quien no piensa como nosotros es un traidor, un deleznable vendepatria  que responde a intereses foráneos. Toda crítica, toda visión en contra es destituyente.  Esa verdad, esa única faceta, es la visión oficial de los hechos. El poder se asienta sobre ella.
La actitud el gobierno de ejercer la inquisición periodística como un medio para resolver los males no dará resultado; por el contrario, los agravará. Creo que cada vez más argentinos se están dando cuenta de que en esa actitud se esconde la intención de un gobierno kirchnerista  de exculpar la mediocridad y la incapacidad con que están administrando el país, un país que sufre avatares de inflación, de inseguridad, de una economía que ya muestra inequívocos signos de recesión, de un deterioro manifiesto de la educación, de violencia social y callejera y ahora también, de un  paro salvaje de subtes en la ciudad de Buenos Aires que afecta a un millón de usuarios y que ya lleva nada menos que ocho días sin rastros siquiera de una solución.
Los males profundos que afectan a una sociedad se solucionan con diálogo, con participación, con pluralidad, elementos que el kirchnerismo se empeña sistemáticamente en bloquear. Thomas Jefferson decía que la libertad de prensa es el principio de toda libertad. En ese concepto se basa la construcción de la república y la democracia.

lunes, 6 de agosto de 2012

El derecho de propiedad

¿Cuál es el derecho más importante? El derecho de propiedad. Es la base de todos los demás derechos económicos y sociales.
El intelectualismo progresista tiende a vincular este derecho como un patrimonio exclusivo de los ricos y, por ende, utiliza esa premisa para justificar actos delictivos y violentos ejercidos contra la propiedad argumentando que esos hechos en realidad son el emergente de situaciones de injusta distribución de la riqueza. Aquel que comete crímenes como robos y hurtos no está atentando contra sus víctimas; sólo expresa las desigualdades e injusticias de la sociedad.
En primer lugar, los derechos sociales no se conquistan a través de delitos. El bienestar general no se consigue por medio de una zozobra generalizada de inseguridad en el ejido social que incluya robos, asaltos, usurpaciones de propiedad privada y todo tipo de violencia callejera. Los hechos delictivos, lejos de representar beneficios sociales, sólo significan perversas ventajas para sus autores. Además, si se permite que el monopolio estatal de la fuerza sea puesto en duda, será reemplazado no por benefactores, sino por organizaciones capaces de imponerse por la violencia. De esa manera, termina por imponerse no el más interesado en el bien común, sino el más violento.
El resguardo del derecho de propiedad es fundamental para la proyección de una comunidad civilizada a través del tiempo. El estado debe, más allá de todo devenir político o ideológico, garantizar la presencia de este derecho, en teoría y práctica, ya que es una garantía constitucional crucial. El derecho de propiedad está presente, implícito y explícito, en los tratados legales de todos los países del mundo. También en pactos internacionales que lo prevén y lo protegen. Es un derecho natural del hombre que sencillamente se desprende de la vida en democracia. El artículo 33 de la constitución argentina expresa:  "Las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución, no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno." Por su parte, la novena enmienda de la constitución de Estados Unidos dice: "No por el hecho de que la Constitución enumera ciertos derechos ha de entenderse que niega o menosprecia otros que retiene el pueblo."
Tal vez el factor más importante del derecho de propiedad sea que no solamente beneficia al propietario propiamente dicho de un bien determinado, sino que su ejercicio redunda en el bien común. Lejos de ser un derecho exclusivo de los ricos y que únicamente opera en su favor, protege el uso y disposición efectiva de los derechos patrimoniales. Puede estar presente en el reclamo de un trabajador contra su empleador, en el reclamo de un pasajero contra un hotelero, de un beneficiario de un sistema provisional contra el estado, que ha administrado sus aportes.
Las naciones que han triunfado en el mundo son las que han sabido establecer un sistema inteligente de premios y castigos igual para todos sus habitantes. Y el punto que las une a todas es que han colocado al derecho de propiedad en el lugar de lo sagrado, en el lugar de lo intocable. Por el contrario, los países que siguen políticas populistas, basadas en odios y culpas sociales, sólo consiguen atraso y decadencia año tras año, generación tras generación. Simplemente, el estado debe garantizar paz y seguridad para todos. Esa paz y esa seguridad implica el pleno ejercicio de este derecho tan importante. Si la mentada "lucha de clases" que pregonan los intelectuales marxistas se realiza contra los ricos, no hay razón para pensar que sus embates no llegarán a los pobres a los que se pretende favorecer. Si los sectores más favorecidos de la sociedad no tienen seguridad, nadie la tiene.
Sin un claro concepto del bien y el mal, todo el bienestar económico concebible no será suficiente para guiar a la sociedad hacia un destino de grandeza y bienestar verdaderos.

sábado, 4 de agosto de 2012

Una civilización del camino

Vea "Easy Rider" y déjese llevar en una formidable saga motorizada por los Estados Unidos, una pasión andante. Así tendrá una cabal comprensión de este país.
Estados Unidos es una civilización del camino. Mientras que otros pueblos se caracterizan por lo sedentario y tienden más al apego a un determinado lugar -el barrio, la ciudad, la provincia- los norteamericanos no cesan de desplazarse a lo largo y a lo ancho de su extenso territorio, en todas las direcciones posibles y por todos los motivos imaginables. Estados Unidos es el país del movimiento constante y permanente.
¿Cuáles son las razones que llevan así a todo un pueblo a experimentar, a innovar antes que repetir su pasado? A primera vista, la explicación sería que Estados Unidos es un país joven y, como todos los jóvenes, tiene mucho que aprender. Los norteamericanos no tienen pasado y, por lo tanto, están obligados a reinventarse continuamente como nación. Pero esta visión no es enteramente apropiada porque Estados Unidos tiene en realidad, detrás de sí, varios siglos de historia, una historia que se remonta a la llegada de los colonos del Mayflower a la bahía de Cape Cod, Massachusetts, en 1620. Los norteamericanos sí tienen historia, monumentos y héroes.
Los norteamericanos tienen historia, pero están convencidos, desde la proclamación de la independencia en 1776, de que son sus amos, no sus víctimas, porque creen en la libertad más que en el peso de las presiones históricas. Todo norteamericano está convencido de que participa de la creación de una nueva Tierra Prometida, sin equivalentes ni antecedentes. En los billetes de un dólar figura George Washington, su primer presidente, el militar que comandó sus tropas contra el poderoso ejército del rey Jorge III, el estadista bajo cuyo mandato la república cobró forma, el propietario cuya hacienda era servida por esclavos.
En el reverso de ese billete figura la leyenda "Novus Ordo Seclorum." En 1776, es verdaderamente un nuevo mundo el que inician los Padres Fundadores, porque ese "nuevo orden mundial" no se detiene en las fronteras del país que lo origina sino que se extiende al mundo entero. Esta nación es, desde hace dos siglos, el laboratorio de todas las experiencias políticas, económicas y sociales que tarde o temprano se volcarán al resto del planeta. De allá vienen las imágenes, las modas, las consagraciones. Los norteamericanos parecen estar impulsados por un verdadero sentido de la vocación, una profunda creencia de tener una misión especial de difundir su modo de vida en todo el mundo. Es precisamente este elemento heroico de la vida cotidiana el que otros pueblos carecen, resisten y resienten.
Y es en ese alcance universal en el que este "nuevo orden" está en permanente construcción. En ese mismo billete, hay una pirámide trunca. Incumbe a todos participar en su terminación. Sea o no norteamericano, esa obra tiene vocación universal: está abierta a todos. Por eso aún hoy siguen llegando millones de voluntarios, inmigrantes indocumentados o no, provenientes del Caribe, de Asia, de las fronteras de México o Canadá. Para millones de desheredados y refugiados del mundo entero, Estados Unidos sigue siendo la Tierra Prometida.
En 1963, un siglo después que Lincoln aboliera la esclavitud, Kennedy es asesinado. A pesar del tiempo transcurrido, fuertes síntomas de racismo persistían. En los estados del sur, los asientos traseros de los ómnibus y tranvías estaban segregados a los negros. La sociedad era muy puritana y conservadora. Ídolos conformistas y de imagen impoluta como los Plateros o Doris Day dominaban la escena.
En diez años, todo eso cambió completamente bajo los efectos de la guerra de Vietnam que significó el descrédito de todo lo conservador y adulto, la liberación femenina, el avance de la rebeldía juvenil, la contracultura, el movimiento hippie, Woodstock, la rebeldía de los negros y de todas las minorías.
Y lo cierto es que, en ese sentido, se ha avanzado bastante. No sólo los negros hace rato que se pueden sentar en el asiento que les plazca en los transportes públicos (y ocupan cargos jerárquicos de las más diversas actividades a lo largo y a lo ancho del país) sino también que Michelle Obama, una mujer de raza negra descendiente en quinta generación de esclavos como los que George Washington tenía en su casa, hoy es la primera dama de los Estados Unidos.
Norteamérica ya no es enteramente blanca y anglosajona. En realidad, hace mucho que dejó de serlo. Y esta coexistencia, ese verdadero "crisol de razas" en una sola nación es, sin duda, una de las experiencias más promisorias que se realizan en el formidable laboratorio norteamericano.
Los logros sociales de la década del '60 consiguieron redefinir el sueño americano, esa utopía que nunca parece terminar de definirse, esa pirámide siempre inacabada del billete de dólar. El mismo Kennedy había dicho que la sociedad americana es un proceso, no una conclusión, como si acaso hubiera podido ver que veinte años más tarde, ese mismo sueño sería nuevamente redefinido por un pueblo norteamericano que ya había adherido a la revolución conservadora del presidente Ronald Reagan.
Para comprender este país, hay que tener en cuenta la medida física de su inmensidad. Recorrer este país, conocerlo a fondo, es más que un mero hecho turístico; es una experiencia reveladora de libertad e independencia. Tal como en la época del Viejo Oeste, cuando el lema era "Go West, young man," Estados Unidos sigue siendo una civilización del camino. Los norteamericanos siguen siendo pioneros que la recorren ahora en automóviles de transmisión automática a 55 millas por hora en las vastas autopistas, pero en esencia siguen siendo pioneros siempre en búsqueda de esa utopía, el sueño americano. Como en esta clásica "road movie" en la que Peter Fonda y Dennis Hopper salieron a buscar a Estados Unidos... y jamás pudieron encontrarlo.


jueves, 2 de agosto de 2012

El mensaje de un árbol

"Los dos miramos el cielo azul, el castaño sin hojas con sus ramas llenas de gotitas resplandecientes, las gaviotas y los demás pájaros que al volar por encima de nuestras cabezas parecían de plata, y todo esto nos conmovió y nos sobrecogió tanto que no podíamos hablar."
Ana Frank escribió estas emotivas palabras en su diario en febrero de 1944. Ella y su amigo Peter se habían asomado por la ventana del desván, en la parte trasera de la casa donde se ocultaban de los nazis. Era el único contacto con la libertad que tanto extrañaban en su escondite. Luego, en agosto, los delataron. Ana murió en marzo de 1945 en el campo de concentración de Bergen-Belsen, pero su legado sigue vivo.
Un retoño de este castaño que Ana menciona tres veces en su diario fue llevado al Centro Ana Frank Argentina, museo fundado el 12 de junio de 2009 para concientizar sobre los horrores de la guerra, los genocidios y las dictaduras. En la Argentina, donde se refugiaron muchos criminales de guerra nazis y hubo una dictadura militar, este museo funciona en el porteño barrio de Belgrano y atrae a muchos visitantes. Su director, Héctor Shalom, explica: "Comprender a Ana Frank ayuda a muchos jóvenes aquí a entender los horrores de la junta militar."
En 2010, Shalom llevó a la Argentina un retoño del castaño de Amsterdam. El largo viaje y los interminables trámites burocráticos no le hicieron nada bien al arbolito. "El vuelo intercontinental y la espera en el aeropuerto casi lo marchitaron," dice Shalom. Sin embargo, dos años después, ha ocurrido un milagro natural. Este retoño del castaño -árbol que no es nativo de América- se ha adoptado muy bien a su nuevo hábitat. Está creciendo en su jardín y se ha aclimatado a la inversión de las estaciones del año en el hemisferio sur.
El árbol de Ana Frank ha dado la vuelta al mundo. A medida que la enfermedad hacía estragos en el viejo castaño, dos grupos de personas empezaron a prepararse para el día en que ya no existiera. La Fundación de Apoyo al Arbol de Ana Frank recogió las castañas que cayeron al suelo y las sembró en macetas. Muchos de los retoños del árbol se donaron a organizaciones europeas que apoyaban la conmemoración de Ana Frank. En junio de 2011 se sembraron tres brotes del castaño en la calle Ana Frank de Weira, Alemania. La fundación conserva ahora unos 100 retoños.
La Fundación Ana Frank, la asociación oficial que administra el Museo Casa de Ana Frank en Amsterdam, también ha plantado retoños. En Europa, unas 70 escuelas llamadas Ana Frank han recibido algunos, al igual que varias organizaciones afines en Japón, Canadá y otros países. El monumento conmemorativo del Holocausto Yad Vashem, en Jerusalén, tiene uno. Y hacia finales de este año, la Casa Blanca, en Washington, y la Zona Cero de Nueva York tendrán retoños del árbol de Ana Frank, después de una cuarentena de tres años.
Además de estos arbolitos, la Fundación Ana Frank encargó a un vivero especial injertar siete esquejes. Seis de ellos se plantaron en el cementerio municipal de Amsterdam en 2005, para conmemorar el 60° aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.        
En la Argentina, el Centro Ana Frank recibe apoyo administrativo y económico de la Fundación Ana Frank de Amsterdam. En la planta baja del museo hay una exposición diseñada en Holanda sobre la historia de Ana Frank, de la ocupación alemana y de los campos de concentración. En el piso superior se han reconstruido la cocina, el cuarto y otras partes del escondite de Ana. Shalom consiguió piezas auténticas de hace 70 años para el inventario del museo, entre ellas un horno y jabón holandés en polvo. Hasta hay una versión del "Monopoly" de antes de la guerra que consiguió en Holanda. Las paredes, incluso, están decoradas con los mismos retratos de filósofos y estrellas de cine que Ana tenía en su habitación. El aire acondicionado es el único objeto contemporáneo.
Sábado 13 de mayo de 1944: "Ayer fue el cumpleaños de papá, que coincidió con sus diecinueve años de matrimonio con mamá. No vino la señora de la limpieza, y el sol brillaba como no lo había hecho todavía en 1944. Nuestro castaño está en flor, cubierto de hojas de arriba a abajo, e incluso más bello que el año pasado."
Esa fue la última vez que Ana mencionó el árbol. Hoy, en Buenos Aires, tras superar un largo viaje y la inversión de estaciones, su retoño se yergue desafiante en el jardín de una casa del barrio de Belgrano que recuerda el indecible horror de la barbarie nazi.
Hay un árbol que tiene algo que decirnos. El mensaje que este árbol, el árbol de la esperanza, recuerdo viviente de los horrores de la guerra tiene para nosotros es un mensaje de valor y fortaleza contra la discriminación y la intolerancia. Sólo el amor y la solidaridad vencerán al odio y al egoísmo. Es fundamental tomar conciencia, reflexionar y aprender de las cosas que han sucedido, recordando también la dictadura militar que tuvo lugar en el país. Podemos tomar la historia de Ana Frank como punto de reflexión para repensar los valores y conceptos de los derechos humanos, el respeto por las diferencias, la libertad y la democracia.

jueves, 19 de julio de 2012

Necesitamos poner límites

La verdad que atraviesa la Argentina es que el sistema entero está falsificado. Ese, y no otro, es su rasgo distintivo. El gobierno falsifica, manipula y adultera sistemáticamente las estadísticas oficiales, con lo cual distorsiona la realidad misma. La esfera misma de pensamiento está manipulada y distorsionada, y eso se lo debemos a la muy bien instalada red de medios acólitos a los que el régimen nos tiene acostumbrados, pero también al absoluto déficit de alternativas de oposición que funcionen como tal. Alguien tiene que poner límites a la soberbia, locura y arbitrariedad que caracterizan a este gobierno. La gran potencialidad que anida en este país se encuentra presionada, postergada, cohibida bajo un régimen que la está sometiendo, que la está golpeando en muchas más maneras de las que quizás nosotros podamos saber.
En un país donde las instituciones funcionaran como se debe, la presidenta Cristina Kirchner debería haber sido demandada por violar el secreto fiscal de cierto agente inmobiliario, al acusarlo, en un verdadero acto intimidatorio impropio de la figura presidencial, de no haber presentado su declaración jurada, o la declaración jurada de la firma de la que sería socio, por medio de la cadena nacional. Como abogada, Cristina Kirchner debería saber que el secreto fiscal sólo se levanta por la comisión de un delito o en el marco de un proceso penal en el que, obviamente, tiene intervención la justicia, y ésta decide el levantamiento. Si, además, vamos al caso de declaraciones juradas, el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa, debería explicar por qué, desde diciembre pasado no hace públicos los gastos del presupuesto nacional. Es decir, del dinero que paga el pueblo argentino. El gobierno debería saber que los funcionarios tienen el ineludible deber de informar. El funcionario no debe controlar al ciudadano para ver qué hace. El ciudadano debe controlar al funcionario. Es la diferencia entre el estado de derecho y un régimen autoritario y avasallante.
Por supuesto, no es el único ejemplo. De hecho, la presidenta habla del estado y de los presupuestos como si ella fuera la dueña del dinero público. Habla de los gobernadores como si fueran sus empleados. Habla de los fiscales y los jueces como si fuesen sus subordinados y no un poder independiente, una de las tres ramas de poder que constituyen la división de poderes, núcleo mismo de la democracia moderna. Es capaz de retar a un gobernador, a un periodista, a un empresario, a un “abuelito amarrete” que le quería regalar dólares a su nieto, a un agente inmobiliario que tuvo la osadía de decir que cada vez se vendía menos y también a la Corte Suprema de Justicia como si estuviera por encima de todos (y todas) y como si el 54% de los votos que obtuvo el año pasado le sirvieran como carta blanca para hacer todo lo que se le antoja, sin ningún límite legal ni constitucional.
En recientes apariciones televisivas, el ex ministro de economía Domingo Cavallo aseguró que el matrimonio Kirchner apoyó sus políticas mucho más de lo que lo hicieron otros peronistas. “Néstor y Cristina venían a pedirme consejos y a darme apoyo,” declaró Cavallo. “Ellos apoyaron las políticas de la década del ’90 mucho más que otros peronistas o sindicalistas como Moyano.” Y agregó que la jefa del estado "es una mentirosa" y que tiene "una actitud oportunista". "Néstor me pedía aprender economía cuando conversaba conmigo, que ahora diga que se le atragantó la tostada es un actitud oportunista. Es una mentirosa, dice eso ahora pero no es lo que ella pensaba antes."
El tema de “la tostada” se refiere a las más que patéticas  declaraciones que tuvo recientemente la presidenta con respecto a su condición de calvo.
Allí ella había dicho: "Hoy me pegué un susto bárbaro a la mañana, la verdad. Recibo entre todos los diarios locales, además, El País, de España, el más importante de la madre patria, casi 2 millones de lectores. Miren lo que era la tapa: «La UE pone bajo tutela a España». Miren al pelado ese (por Guindos). Me trajo unos recuerdos que casi me amargan el desayuno, me quedé con la tostada atragantada".
Cavallo dijo que se sintió aludido, pero que no le importó. “La presidenta nos miente en todo, “dijo el ex ministro.
No sólo nos miente en todo, sino que todavía tiene el aval de gente que parece estar dispuesta a aceptar tanta mentira, tanta arrogancia, tanta prepotencia. En estos momentos, el índice de popularidad de la presidenta debería ser cero: la economía se contrae, la inflación se dispara, la inseguridad convierte las calles en tierra de nadie, la justicia es cualquier cosa menos independiente, la educación va en picada. Hay un hecho innegable que duele, que ofende como ningún otro, que es el siguiente: a la Argentina ya hay que compararla con pobres países gobernados por payasos y dictadorzuelos de cuarta como Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia cuando, en realidad, por su potencialidad, por sus recursos humanos y materiales, (en definitiva, por razones obvias que serían redundantes enumerar aquí) habría que compararla con Canadá y Australia. Ese, y no otro, es el  lugar que le corresponde a este país: ser un gran país. Cuán horrible, entonces, es nuestra actual clase dirigente: cuán mezquina, traicionera, cobarde, hipócrita, obsecuente, ignorante e incompetente. Lo peor no es que la mentira provenga de un partido político, demagogo en campaña o comunicador de turno, sino que el ardid está legalizado e institucionalizado para llevar adelante este falso modelo de país que sólo los necios más abyectos pueden aceptar.    
La política nacional tiene una deuda: el ciudadano necesita una opción para polarizar un voto opositor, y que esa opción se transforme en una alternativa electoral coherente. Contar con una auténtica alternativa de oposición es una necesidad imperiosa ante tanta mentira, delirio y arbitrariedad.

lunes, 16 de julio de 2012

Para nosotros, la libertad

Estamos asistiendo a una nefasta intervención estatal en todos los campos que amenaza con la desaparición misma de la libertad, la poca que nos queda. Desde el momento en que Mercedes Marcó del Pont, la máxima autoridad del Banco Central de la República Argentina, anuncia que no se podrá vender propiedades en dólares, el peso argentino pasa a ser una moneda de uso interno, como de campo de concentración.  Lo fabrica el gobierno basado en su propia voluntad emisora y en la cantidad que desee para pagar sus gastos, pero únicamente sirve para cancelar obligaciones dentro del país-cárcel que han creado, un país donde los habitantes no  pueden disponer de sus ahorros de la forma que consideren más conveniente. ¿Dónde está la libertad? ¿Qué se ha hecho del principio constitucional de usar y disponer de la propiedad?  La moneda nacional no se puede convertir a ninguna otra moneda del mundo,  es inaceptable fuera del país porque ya no inspira la más mínima confianza y, mientras que la demanda interna tiende a cero, la oferta de dinero, por medio de la emisión, al infinito. Van a empapelar el país, lo hiperinflacionarán, y para oficializar esa hiperinflación van a sacar billetes de  $200 y $500 con las imágenes de Irigoyen y Perón, como si alguno de los dos tuviera la culpa de algo. ¿Cuándo la votaron a Cristina Kirchner?
La acelerada reducción de la actividad económica nacional que ya alcanza niveles que llevan a pensar en el fin del crecimiento y el ingreso en una etapa de recesión no puede atribuirse, como cuenta el relato oficial, a factores externos consistentes en la delicada situación de la economía mundial sino en realidad al cada vez mayor impacto de factores internos. Inflación y recesión son un verdadero cóctel explosivo por sus efectos en el ahorro, la inversión, el empleo, la salida de capitales y el desarrollo general de la economía y sus graves consecuencias sociales.
Se ha denunciado la circulación de billetes de 100 pesos mal hechos. Ese detalle no nos interesa. Los billetes son todos papel moneda falsa y el hecho que tengan los números mal impresos no cambia nada. Están empapelando el país con emisión monetaria fabricada por Boudou y Vanderbroele. Los billetes valen por cuanto el público los aprecia. En ese sentido, su demanda tiende a cero. La gente se desprende de esa moneda espuria  que no solamente es inflación pura sino que, además, no se puede cambiar a otra divisa. A menos, claro está, que se recurra al mercado negro en el que se paga un sobreprecio. Como en un campo de concentración, hay que sobornar a los guardias para obtener favores. El peso es moneda de cárcel, de ghetto, de campo de concentración: sólo de uso interno. Y si añadimos los problemas fiscales del país, el gobierno ha acuñado la fórmula para una debacle nacional histórica.
El grave riesgo que corre nuestro país de acentuar sus desequilibrios y desaciertos y de caer en una aguda recesión lleva a recomendar, entonces, un cambio de rumbo, aceptando e incorporando las reglas de juego de los países exitosos y desechando aquellas que están mostrando su incompetencia y dañinas proyecciones.
No solamente urge adoptar dichas reglas de juego sino que también es necesario volver con toda urgencia a asegurar los beneficios de la libertad consagrados en nuestra constitución nacional. Debemos volver inmediatamente, en letra y en espíritu, a un marco de vida democrática a la luz de la ley fundamental de la nación.  


sábado, 14 de julio de 2012

La historia y el relato

Todos leímos la obra más famosa de George Orwell, "1984." Parece que cuando Cristina Kirchner lo leyó, empezó a tomar notas. 
Siguiendo la consigna orwelliana de "el que controla el pasado controla el futuro, y el que controla el presente controla el pasado," el gobierno lleva adelante una campaña cuyo objeto es incursionar en el pasado a fin de confeccionar un relato de la historia funcional a sus intereses. Para sustentar y defender su relato, el gobierno amaña los hechos del pasado sometiéndolos a su voluntad.
Así, un gobierno que se arroga la condición de juez del pasado, a través de su muy bien instalada red de medios acólitos, pone todo su énfasis en desfigurar la historia, para lo cual se recurre a la estrategia de descalificar las obras de quienes trabajaron para impulsar un país caracterizado por el respeto a las instituciones, o bien se pronuncian diatribas contra personajes históricos que consolidaron la nacionalidad.
Se menoscabó al gran estadista y educador Domingo Faustino Sarmiento al cumplirse el año pasado el bicentenario de su nacimiento. Se cae en el absurdo de apelar de un día para otro sólo a la condición de abogado del general Manuel Belgrano, que prestó por igual extraordinarios servicios al país como modelo de hombre cívico y como comandante de ejércitos que batallaron por la independencia nacional. Se soslaya olímpicamente el legado de la Generación del 80. Pero tal vez el desfasaje más absurdo consista en la embestida contra la campaña del desierto del general Roca a la que ya estamos acostumbrados a oír por los mencionados medios adictos al régimen.
La nebulosa de propaladores del discurso oficial no pierde oportunidad de autoadjudicarse la defensa de los pueblos originarios y desconoce que los mapuches derrotados por las tropas de Roca ni siquiera eran originarios de nuestro territorio, sino que provenían de Chile. La conquista del desierto, en realidad, fue una guerra encubierta contra Chile por la posesión de la Patagonia. Julio Argentino Roca fue un político brillante que vio la importancia de asegurar la soberanía argentina sobre ese territorio para bien de la nación. Si no hubiera sido por Roca, hoy probablemente la Patagonia estaría bajo bandera chilena.
Y si vamos al caso del tan mentado “genocidio” que con tanta frecuencia se le endilga a Roca, tomen nota, señores revisionistas: las Naciones Unidas acaban de presentar al gobierno argentino un reclamo en el que se le urge a que adopte "las medidas legislativas y administrativas" que corresponden en favor de comunidades indígenas altamente desprotegidas en el territorio argentino. En términos relativos con las posibilidades de bienestar general de la contemporaneidad, podría decirse que la situación actual de los indios argentinos es más grave que en los tiempos en que la Argentina hacía esfuerzos por ponerse enteramente de pie.
Los esfuerzos para reescribir la historia son una muestra de la soberbia y arrogancia que caracterizan a un gobierno que pone en práctica la consigna de Joseph Goebbels, el siniestro ministro de propaganda nazi, “repite y repite, y eso quedará.”

jueves, 12 de julio de 2012

Gramsci y los indignados

El pensador marxista italiano Antonio Gramsci se diferenció de Lenin aseverando que, antes que el poder político, lo importante era la conquista de la hegemonía, por lo que se hacía necesaria una "agresión molecular" contra la sociedad civil, la cultura y los medios de comunicación antes que la lucha armada. Gramsci hablaba de "la larga marcha sobre las instituciones." De esa manera, la hegemonía se lograba cuando virtualmente nadie podría pensar fuera del orden establecido y, en última instancia, el proyecto político dominante no tendría alternativa. El pensamiento gramsciano puede sintetizarse en su frase: "Tomen la cultura y la educación y todo lo demás se dará por añadidura."
Gramsci sugiere el establecimiento de una contrahegemonía cultural que nazca de las masas del proletariado para arremeter contra la cultura "tradicional" o "burguesa" como él la conocía. Influir sobre la cultura significaba realizar una "guerra de posición" conducente a una "guerra de momento" lo cual no era otra cosa que tomar el poder. A diferencia de Marx, que creía en la dialéctica de la historia, Gramsci sostenía que no es necesario esperar la maduración del capitalismo para implementar el socialismo. Su consigna más conocida era: "instruir, agitar, organizar."
El pensamiento de Antonio Gramsci y su consiguiente estrategia han influido notablemente sobre el mundo actual. En efecto, es un gran referente de los "indignados" del mundo que levantan pancartas con su imagen en sus manifestaciones. La ironía es que la "larga marcha sobre las instituciones" ahora va al revés.
Gramsci, quien sufriera las persecuciones y encierros de Mussolini, se sorprendería al constatar que los indignados que lo llevan en pancartas pregonan el mismo modelo económico de sus represores fascistas: el férreo control de las empresas más grandes por parte del estado. Gramsci era comunista y, como tal, creía en la abolición final y definitiva del estado y en la propiedad colectiva de los medios de producción. Por el contrario, la consigna por excelencia del fascismo era: "Todo en el estado, nada contra el estado, nada fuera del estado."
Mientras Gramsci decía que "es en verdad admirable la lucha que lleva la humanidad desde tiempos inmemoriales por arrancar y desgarrar todas las ataduras," los indignados piden más de lo mismo: un leviatán gubernamental omnímodo que, además, en definitiva, ajusta y fortalece las ataduras con los burócratas del poder de turno. Las mismas ataduras que Gramsci tanto odiaba y quería destruir. Y es a raíz de estas ideologías de intervencionismo estatal que los indignados llevan adelante una cruzada por el absoluto control gubernamental de la industria, el comercio, la banca, la enseñanza y los servicios públicos. Es a raíz de tales ideologías que intentan tomar la cultura y la educación y, en suma, conquistar la hegemonía para obtener luego el poder político, un poder político tan omnímodo e inapelable como el que apresó a su maestro Gramsci por un total de diez años en las cárceles del dictador fascista Mussolini.   
Es que no se puede soslayar el hecho de que el nazi-fascismo y el comunismo se parecen no solamente por sus comportamientos aberrantes, sus consecuencias criminales, sino también porque parten de la misma base ideológica: el control gubernamental sobre todos los aspectos de la vida y el avasallamiento de las libertades individuales.
Tal vez el problema consiste en la incomprensión respecto de las causas de las condiciones de vida de las personas. Se trata de contar con marcos institucionales adecuados en libertad y en democracia. Hay que estudiar y difundir los principios y valores sobre los que descansa una sociedad abierta y, al mismo tiempo, rechazar los discursos de pretendidos iluminados que compiten desde los más diversos flancos para manejar la vida y la propiedad de los demás. Juan Bautista Alberdi sostenía que “no basta con reconocer la propiedad como derecho inviolable. Ella puede ser respetada en su principio y desconocida y atacada en lo que tiene de más precioso: el uso y la disponibilidad de sus ventajas… El ladrón privado es el más débil de los enemigos que la propiedad reconozca. Ella puede ser atacada por el estado en nombre de la utilidad pública.”
Los mencionados marcos institucionales permiten atraer inversiones que apoyarán al trabajador para elevar su productividad. El resultado será el aumento generalizado de la prosperidad, el apuntalamiento de las instituciones democráticas y, en definitiva, el aumento del nivel de vida para todos dentro del marco del imperio de la ley.

  

martes, 10 de julio de 2012

Muñecos

Caulquiera que haya asistido a la Casa Rosada el pasado 2 de julio, habrá visto el clima de euforia que reinaba. Todo era risas, aplausos y festejos. ¿Cuál era la razón? La presentación de unos insulsos muñecos de trapo con la cara de la presidente.
Con todo el elenco setentista presente y los infaltables aplaudidores de oficio para ovacionar a su jefa, Cristina Kirchner presento al país el nuevo y maravilloso producto que ya se encuentra a la venta en el Museo del Bicentenario y por Internet: unos muñecos de ella y de su difunto esposo Néstor hechos con tela rellena, que miden entre 25 y 35 centímetros.
Además, se comercializan muñecos del Che Guevara, Fidel Castro, Evo Morales, Hugo Chávez, y otros puntales de Occidente. Me pregunto por qué no está el muñeco de Alvaro Alsogaray. ¿Será que no se lo merecía?
Así pues, esta verdadera bata­lla cul­tu­ral de Cris­tina Kirchner por buscar hegemonía a todo nivel tiene como punto clave la idea de que el kir­ch­ne­rismo debe estar pre­sente en todo momento y todo lugar. Es una idea que, más que auto­ri­ta­ria, roza lo tota­li­ta­rio. En efecto, no basta con ocu­par espa­cios polí­ti­cos: deben lograr omni­pre­sen­cia a lo largo y ancho de los espa­cios socia­les en gene­ral, públi­cos y pri­va­dos; en el deporte, a tra­vés de las pro­pa­gan­das polí­ti­cas de “automovilismo para todos," de "fútbol para todos" y de los barras bra­vas ren­ta­dos que des­plie­gan las ban­de­ras del kir­chne­rismo en las can­chas. También a tra­vés del "espacio no partidario ni confesional" pero sí subv­en­cio­nado “Carta Abierta;" en la música, ins­tru­yendo a diver­sos artis­tas para que le rin­dan plei­te­sía; en el perio­dismo, edi­fi­cando su pro­pio mono­po­lio comu­ni­ca­cio­nal; en el tele­vi­sor fami­liar, inte­rrum­piendo la pro­gra­ma­ción con ale­vosa fre­cuen­cia para decir­nos que nues­tro país es punto menos que un paraíso; en el diver­ti­mento de los niños, trans­mi­tiendo men­sa­jes polí­ti­cos a tra­vés de las cari­ca­tu­ras del canal "Paka Paka;" en la admi­nis­tra­ción pública con­tro­lada por la Cám­pora, haciendo correr peli­gro la con­ti­nui­dad labo­ral de los tra­ba­ja­do­res que no acep­tan mili­tar en el kir­ch­ne­rismo; y ahora hasta en los jugue­tes, pro­mo­viendo la misma Cris­tina Kir­ch­ner la comer­cia­li­za­ción de una muñeca con su cara en pleno acto oficial.
Lo que inten­tan, en con­creto, es que ten­ga­mos kir­ch­ne­rismo hasta en la sopa, que abramos el ropero y nos salga kirchnerismo. Todo al mejor estilo del Gran Hermano de la sombría fábula de Orwell, único camino que esti­man via­ble para la cons­truc­ción hege­mó­nica total.
Cambiando la temática ciento ochenta grados, mientras que en la Casa de Gobierno era todo risas, jolgorio y algarabía, en Cañuelas, provincia de Buenos Aires, se realizaba una marcha  por el asesinato de dos hermanos de esa localidad, como un hecho más de inseguridad que se suma a los tantos que los argentinos padecemos a diario, mientras que el gobierno de los muñecos no es capaz de dar la más mínima respuesta.
El miedo y el dolor se han enseñoreado de las calles de la Argentina. Es muy importante, entonces, la producción de muñecos.