sábado, 22 de junio de 2013

Nuevas expectativas para Irán

La victoria del clérigo moderado Hasan Rohani en las elecciones celebradas en Irán el pasado viernes 14 abre interesantes expectativas para poner fin a 8 años de tensión entre ese país y buena parte de la comunidad internacional. El mandatario saliente, Mahmud Ahmadinejad puso en práctica un programa nuclear que Estados Unidos e Israel no aceptaron nunca. Rohani aún no se ha pronunciado sobre ese tema. Este domingo se pronunciaba sobre temas económicos, culturales, sociales y políticos, pero no se definía sobre las relaciones internacionales de este país de 80 millones de habitantes y una de las reservas de petróleo más grande del planeta.
En Washington, el triunfo de Rohani se veía como una "señal potencialmente esperanzadora" de que el país hará los cambios necesarios para trabajar con la comunidad internacional, según dijo el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Denis McDonough.
"Si él está interesado, como ha dicho en sus actos de campaña, en arreglar las relaciones de Irán con el resto del mundo, hay una oportunidad de hacerlo," afirmó McDonough a la cadena CBS.
Estas elecciones se realizaron en un momento muy especial en la historia de este país islámico al cabo de 8 años del gobierno de Ahmadinejad, que deja el poder con un desempleo de casi un 15 por ciento, una inflación del 30 por ciento anual y una moneda devaluada en un 80 por ciento en el término de dos años. Es que, en realidad, las sanciones internacionales se hicieron sentir y Rohani es de los que creen que con un mínimo de negociación y diplomacia esta situación puede revertirse. Ahmadinejad es un polémico líder que cuestiona la existencia del holocausto y se manifestó abiertamente por la destrucción del Estado de Israel. Según fuentes diplomáticas, sus declaraciones han endurecido la actitud de Occidente con el programa nuclear iraní.
"La clave será determinar si Rohani tiene voluntad de responsabilizarse por el programa nuclear ilícito de Irán, "agregó McDonough. "Si lo hace, encontrará un aliado en nosotros," aseguró el asesor en jefe del presidente estadounidense Barack Obama.
De hecho, el primer mandatario norteamericano trató a comienzos de su segundo mandato de impulsar un diálogo directo con Teherán sobre la cuestión nuclear, pero esa posibilidad fue descartada en febrero por Ahmadinejad por considerarlo una "imposición."
McDonough subrayó que las elecciones presidenciales del viernes en Irán se produjeron en un entorno de "falta de libertad de prensa, falta de transparencia y acoso en muchos casos."
"Deberíamos estar orgullosos de la forma en que los iraníes decidieron participar y expresar sus opiniones y aspiraciones democráticas. Creo que teniendo en cuenta esas circunstancias muy difíciles, todos deberíamos estar bastante orgullosos de la forma en que los iraníes decidieron participar y expresar sus opiniones y aspiraciones democráticas," señaló. Una cosa es segura: el derrotado en toda la línea fue Ahmadinejad. Su fracaso fue tan absoluto que ni siquiera logró imponer su candidato.
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, reconoció este sábado la victoria de Rohani, que consiguió la presidencia en primera vuelta al obtener el 50,68% de los votos emitidos en las elecciones celebradas el domingo en el país. Hassan Rohani es un líder religioso shiita que cuenta con un doctorado en Derecho Constitucional de la Universidad de Glasgow, Escocia. Su experiencia le permite tener un enfoque “occidental” que será un aire renovador para Irán.
Carney aseguró que Estados Unidos "sigue preparado para relacionarse con el Gobierno iraní de forma directa para alcanzar una solución diplomática que responda de forma completa a las preocupaciones de la comunidad internacional sobre el programa nuclear de Irán".
Quienes miran con recelo este proceso son los líderes de Israel, muy en particular el primer ministro Benjamín Netanyahu, para quien lo sucedido apenas alcanza a la categoría de maquillaje de un poder que en lo esencial sigue siendo el mismo en las mismas manos: el ayatollah. No piensa en los mismos términos Simón Peres; pero más allá de los matices y los enfoques, lo seguro es que en Irán algo ha ocurrido, algo está empezando a cambiar, hay una vuelta de bisagra de la historia, y en todo caso será el futuro quien determine los alcances o límites de este cambio.

martes, 11 de junio de 2013

Estados Unidos y el destino manifiesto

Tocqueville comparaba a los Estados Unidos con Francia y se preguntaba por las razones que llevaban a todo un pueblo a experimentar, a innovar antes que reiterar su pasado como hacían sus compatriotas. Estados Unidos era el país que conquistaba el Oeste, el que trazaba caminos y ferrocarriles, el que fundaba pueblos y ciudades. Una explicación a simple vista sería que los norteamericanos, al no tener pasado, sólo tendrían una dirección hacia dónde mirar: adelante. Pero esta visión está lejos de ser indiscutible porque este país tiene en realidad, detrás de sí, una historia. Los norteamericanos tienen una memoria presente y viva que no deja de rendir culto a sus monumentos y héroes, pero están convencidos de que son los amos de esa historia y no sus víctimas. Creen en la Providencia más que en la fatalidad. Creen en la libertad individual más que en el peso de las presiones históricas o naturales. Y tienen ese sentido de llamado a la misión, un profundo sentimiento de que tienen la misión especial de esparcir su estilo de vida alrededor del globo terráqueo. Es precisamente un carácter que el resto del mundo se resiste a aceptar.
Los norteamericanos creen en un “destino manifiesto.” Una llamada puritana a llevar su estilo de vida primero dentro de sus propias fronteras y, por fin, al resto del orbe. Fue ese destino manifiesto el que llevó a este país a enfrentar la barbarie nazi en la segunda guerra mundial y a ayudar a Europa a levantarse de nuevo con el Plan Marshall. Años más tarde, ese mismo destino manifiesto empujaba al totalitarismo comunista y lo ponía de rodillas.
En la obra de John Gast llamada “American Progress,” una mujer de aspecto angelical identificada como Columbia (una personificación de Estados Unidos del siglo XIX) lleva la luz de la civilización hacia el Oeste junto con los colonizadores, tendiendo líneas de telégrafo y de ferrocarril, participando de la creación de una nueva Tierra Prometida.
En el reverso del billete de dólar figura la leyenda "Novus Ordo Seclorum." En 1776, es un nuevo mundo el que inician los Padres Fundadores, porque ese "nuevo orden mundial" no se detiene en las fronteras del país que lo origina sino que se extiende al mundo entero. Estados Unidos es, desde hace dos siglos, el laboratorio de todas las experiencias políticas, económicas y sociales que tarde o temprano se volcarán al resto del planeta. De allá vienen las imágenes, las modas, las consagraciones.
En ese mismo billete hay una pirámide trunca. Incumbe a cada norteamericano trabajar para finalizar su construcción, la realización de la sociedad americana. Pero le incumbe hacerlo libremente. Como dice la quinta enmienda de la constitución, “a nadie se le privará de la vida, la libertad o la propiedad.”
La descripción de Abraham Lincoln de los Estados Unidos como “la última y mejor esperanza sobre la faz de la Tierra” es una expresión muy conocida de la doctrina del destino manifiesto. Lincoln era un puritano y profundo conocedor de los temas bíblicos. Por su parte, el historiador William Weeks resume las tres principales características de esta doctrina: la virtud de las instituciones de los Estados Unidos, la misión para extender estas instituciones al resto del mundo y la decisión de Dios de encomendar a Estados Unidos el cumplimiento de esa misión. La piedra angular es la libertad y la creencia en un Dios Todopoderoso. George Washington decía: "Ningún pueblo puede estar más seguro de agradecer y adorar la Mano Invisible que conduce los asuntos de los hombres que el pueblo de los Estados Unidos."
En 1789, cuando el grito en Francia era “libertad, igualdad, fraternidad” el célebre historiador Claude Manceron ha dicho “el viento vino de América.” Era el viento de la libertad.
Dos siglos después, el viento sigue soplando.

sábado, 1 de junio de 2013

Intelectuales

El ex-jugador y estrella de basquetbol Dennis Rodman, de dilatada trayectoria en la NBA y miembro del Hall of Fame, visitó recientemente Corea del Norte, donde se entrevistó con el dictador Kim Jong-un. El hecho fue categóricamente descalificado por los medios de comunicación, que lo nombraron como "raro, extraño, estrafalario y antipatriota." Tan es así que luego de una nota con el presentador televisivo George Stephanopoulos que fue calificada como “desastrosa,” decidió cancelar varias entrevistas.
La reacción de los medios no es para menos. Kim Jong-un es un dictador que comete graves violaciones a los derechos humanos, mantiene campos de prisioneros, somete a su pueblo al hambre y a necesidades de todo tipo y también, sin duda, ha matado personas inocentes.
¿Se puede establecer un vínculo entre este personaje y otros igualmente nefastos como Manuel Noriega, Saddam Hussein y Omar Kadafi, sólo por nombrar algunos? Sí. En todos los casos, estos personajes cuentan con diversos intelectuales que le hacen el juego, como Dennis Rodman en este caso, el cual quiere aparecer como el gran progresista que se opone a los intereses imperialistas de Estados Unidos.
¿Y qué es un intelectual? El renombrado autor británico Paul Johnson, quien suele tener una visión crítica sobre ellos, afirma que son “tan irrazonables, ilógicos y supersticiosos como cualquier otra persona.” Rodman es el payaso de la generación del Dream Team del basquetbol americano, el que se teñía la cresta del cabello de color zanahoria, luego de amarillo y luego de rosa. Y como para que no queden dudas de que la definición de Johnson le cuadra perfectamente, hasta grabó un disco de rap. Esos son sus antecedentes académicos. Y ahora va a Corea del Norte a hablar con el dictador.
Estos intelectuales de ocasión, en su afán por mantener su imagen de progresistas revolucionarios imbuidos de sensibilidad social, se dedican alegremente a apuntalar regímenes dictatoriales de indescriptible crueldad y violencia. En Buenos Aires, durante la guerra del Golfo Pérsico, los intelectuales de los corillos de café de la calle Corrientes se reunían frente al Congreso Nacional para gritar "¡Viva Saddam!” Un episodio que borraron convenientemente de su memoria.
A los intelectuales les agrada personalizar estos conflictos a favor de países que no son capitalistas. ¿Por qué? Porque es su oportunidad de demonizar el capitalismo. Al hacerlo, quedan garantizados como héroes progresistas. Pueblo contra oligarquía, patria contra corporaciones, es la pantalla que les interesa mostrar.
Hace unos días se conoció un comunicado de Carta Abierta en que dicha organización rechaza indignada las denuncias de corrupción y enriquecimiento ilícito, atribuyéndolas a una maniobra de la derecha reaccionaria para deslegitimar a un gobierno nacional y popular.
¿Cómo explicar, entonces, el enriquecimiento de Lázaro Báez, quien acumuló una fortuna sideral desde 2003? Cuestionado al respecto, el profesor Ricardo Foster se enojó y reclamó que no le preguntaran más sobre Báez y su insólita fortuna y que lo hicieran, en cambio, respecto de la obra “progresista” del kirchnerismo. Una manera de decir: el fin justifica los medios. Lo importante es el acatamiento visceral, la ciega sumisión al líder, al “gran conductor,” al “duce” y negar lo evidente o supeditarlo a lo que consideran el justo orden social. ¿Qué importa si hay fortunas que no tienen explicación, si la inflación sigue devastando el bolsillo de los trabajadores, si hay góndolas vacías en los supermercados, o si en el caso de Corea del Norte, hay 200.000 presos políticos en los campos de concentración?
Para los intelectuales, las ideas son más importantes que los individuos. Justifican cosas terribles que pasan porque intentan adaptar a la gente a las limitaciones de su pensamiento. Creen que sólo ellos saben cuál es el bien de los demás.
“A Kim le encanta el basquetbol, como a Obama,” comenta Rodman. Ya está: a Kim le gusta el basquetbol y no es capitalista. Desde la óptica de un intelectual, eso le justifica todo y lo hace un líder nacional y popular.