Hay un drenaje de votos hacia fuerzas políticas de las más diversas extracciones. En Santa Fe, Hermes Binner ostenta una holgada ventaja de un 45% y lleva 20 puntos de diferencia sobre el segundo, el macrista Miguel del Sel, quien a su vez supera por 3 ó 4 puntos al representante del kirchnerismo Jorge Obeid. Su correligionaria en Córdoba, Carolina Scotto, sólo podría aspirar a un modesto tercer lugar detrás de Héctor Baldassi y Juan Schiaretti. En Mendoza, Julio Cobos llega al 50% y casi duplica al candidato del oficialismo. En Capital Federal, Gabriela Michetti, Miquetti, Migueletti o Peleretti (no sé cómo se pronuncia) llega cómodamente a una banca del senado, mientras que Pino Solanas cuenta con muy serias posibilidades de dejar a Daniel Filmus en el camino. En tercer lugar se perfila Juan Cabandié, quien luego del escándalo de la multa no puede aspirar a mucho. Este es el panorama según todas las encuestas.
Además, la salud de la presidenta da lugar a todo tipo de conjeturas. Una de ellas es que sus problemas se agravan y, sometida a un serio nivel de estrés, decide dimitir. En ese caso, lo más sensato que podemos hacer los argentinos es prenderle una vela a todos los santos, ya que la Casa Rosada queda en manos de un funcionario tan impopular como incompetente y que, además, es un pésimo guitarrista.
Otra posibilidad es que Cristina llega al final de su período presidencial sin mayores variantes de las que hemos visto hasta ahora: la economía sigue en la cuerda floja, la inflación sigue sin dar tregua, el deterioro institucional que hay a todo nivel se sigue agravando y la consabida runfla de alcahuetes mediáticos sigue cantando loas a un régimen que ya transita sus últimos tramos.
En cualquier caso, la paliza que ya se vislumbra para el domingo obligará sin duda al gobierno a revisar los términos con los que se maneja. Quedarán muy en tela de juicio el cepo cambiario y la actitud de persistir en la falta de diálogo político.
La Argentina tiene un sistema hiperpresidencialista y bajo esas condiciones, los factores médicos y psicológicos pesan tanto como los políticos. Eso no es propio de un país serio. Pero el gobierno de los “kerner” se ha empecinado en mantener esas características de gestión que todo lo que han conseguido es darle al país una imagen de republiqueta bananera y, así, aislarnos del mundo. Estamos a dos pasos de ser Venezuela, y a tres de ser Cuba.
La continuidad en el poder supone un desgaste que es imposible de disimular. En el caso del kirchnerismo, asistimos a un modelo agotado luego de una década en los que los actuales operadores dan sobradas muestras de ese desgaste. El discurso oficialista debe tomar nota de eso y ceder su espacio a nuevas y renovadoras propuestas que circulen como vientos de cambio en el bastardeado espectro político nacional. Desde mi lugar como ciudadano, propongo buscar políticas más orientadas a la libertad de los mercados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario