Del otro lado de la valla el mensaje fue claro también: la
impunidad tiene un límite, nosotros el
pueblo. Donde empieza el pueblo, termina la impunidad. La razón es muy simple: nosotros,
el pueblo, no lo vamos a permitir.
Con las movilizaciones del jueves en Plaza de Mayo, en la
Quinta Presidencial de Olivos y en varios puntos a lo largo y a lo ancho del
país, hemos dicho que no tenemos miedo, hemos dicho que es hora de poner fin a la corrupción, a la
omnipotencia presidencial, a la soberbia y a la criminalidad con que actúan los
funcionarios de turno, al cercenamiento
de las libertades individuales, al pisoteo continuo de la Constitución, al
desprecio gratuito y al avasallamiento de todos los que pensamos diferente. Queremos
instituciones sólidas y libertad.
Queremos ser gobernados y no sometidos. Es más, hemos dejado bien en claro que eso
no lo vamos a permitir. Queremos educación pública y gratuita de calidad y justicia
independiente; y ya sabemos de sobra
cuáles son los errores garrafales del gobierno y el rumbo absolutamente
equivocado en el que están llevando al país. La protesta se realizó para
protestar por todos esos vicios y muchos más, pero también para hacer saber que la gente se siente huérfana de representación, para
reclamar la presencia de una fuerza opositora que sirva de contrapeso al avasallamiento de esta dictadura demencial que está mancillando, que está destruyendo
literalmente la república.
La protesta del jueves le exige especialmente a la oposición
que aprenda a ocupar un lugar, que represente a quienes la convocan. Juan Bautista Alberdi
decía que Rosas era gobernante no por contar con el favor de nadie, sino porque
no se lo sabía combatir. Es justamente la deuda de todo el arco opositor que
debe superar la pasividad y la inoperancia que lo caracteriza. Sabemos que la
tarea no es fácil en un espectro político bastardeado por nueve años de impunidad,
mentiras y soberbia. Pero es menester que se sientan llamados a ejercer con
valentía y decisión esta gran responsabilidad.
Lo que está en juego es demasiado importante como para que
todos los políticos opositores pierdan el tiempo en discusiones superficiales.
Es menester anteponer los intereses de la nación y el bien común a la mezquindad
individual. Es menester comprometerse
para salvar la república. Esa es la misión tan esencial después de este evento tan importante que salió tan bien.
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