"Los dos miramos el cielo azul, el castaño sin hojas con sus ramas
llenas de gotitas resplandecientes, las gaviotas y los demás pájaros que al
volar por encima de nuestras cabezas parecían de plata, y todo esto nos
conmovió y nos sobrecogió tanto que no podíamos hablar."
Ana Frank escribió estas emotivas palabras en su diario en febrero de
1944. Ella y su amigo Peter se habían asomado por la ventana del desván, en la
parte trasera de la casa donde se ocultaban de los nazis. Era el único contacto
con la libertad que tanto extrañaban en su escondite. Luego, en agosto, los
delataron. Ana murió en marzo de 1945 en el campo de concentración de
Bergen-Belsen, pero su legado sigue vivo.
Un retoño de este castaño que Ana menciona tres veces en su diario fue
llevado al Centro Ana Frank Argentina, museo fundado el 12 de junio de 2009
para concientizar sobre los horrores de la guerra, los genocidios y las
dictaduras. En la Argentina, donde se refugiaron muchos criminales de guerra
nazis y hubo una dictadura militar, este museo funciona en el porteño barrio de
Belgrano y atrae a muchos visitantes. Su director, Héctor Shalom, explica: "Comprender
a Ana Frank ayuda a muchos jóvenes aquí a entender los horrores de la junta
militar."
En 2010, Shalom llevó a la Argentina un retoño del castaño de Amsterdam.
El largo viaje y los interminables trámites burocráticos no le hicieron nada
bien al arbolito. "El vuelo intercontinental y la espera en el aeropuerto
casi lo marchitaron," dice Shalom. Sin embargo, dos años después, ha ocurrido un milagro natural. Este retoño del castaño -árbol que no es nativo de
América- se ha adoptado muy bien a su nuevo hábitat. Está creciendo en su
jardín y se ha aclimatado a la inversión de las estaciones del año en el
hemisferio sur.
El árbol de Ana Frank ha dado la vuelta al mundo. A medida que la
enfermedad hacía estragos en el viejo castaño, dos grupos de personas empezaron
a prepararse para el día en que ya no existiera. La Fundación de Apoyo al Arbol
de Ana Frank recogió las castañas que cayeron al suelo y las sembró en macetas.
Muchos de los retoños del árbol se donaron a organizaciones europeas que
apoyaban la conmemoración de Ana Frank. En junio de 2011 se sembraron tres
brotes del castaño en la calle Ana Frank de Weira, Alemania. La fundación
conserva ahora unos 100 retoños.
La Fundación Ana Frank, la asociación oficial que administra el Museo
Casa de Ana Frank en Amsterdam, también ha plantado retoños. En Europa, unas 70
escuelas llamadas Ana Frank han recibido algunos, al igual que varias
organizaciones afines en Japón, Canadá y otros países. El monumento
conmemorativo del Holocausto Yad Vashem, en Jerusalén, tiene uno. Y hacia
finales de este año, la Casa Blanca, en Washington, y la Zona Cero de Nueva
York tendrán retoños del árbol de Ana Frank, después de una cuarentena de tres
años.
Además de estos arbolitos, la Fundación Ana Frank encargó a un vivero
especial injertar siete esquejes. Seis de ellos se plantaron en el cementerio
municipal de Amsterdam en 2005, para conmemorar el 60° aniversario del final de
la Segunda Guerra Mundial.
En la Argentina, el Centro Ana Frank recibe apoyo administrativo y económico
de la Fundación Ana Frank de Amsterdam. En la planta baja del museo hay una
exposición diseñada en Holanda sobre la historia de Ana Frank, de la ocupación
alemana y de los campos de concentración. En el piso superior se han reconstruido la cocina, el cuarto y otras partes del escondite de Ana. Shalom consiguió
piezas auténticas de hace 70 años para el inventario del museo, entre ellas un
horno y jabón holandés en polvo. Hasta hay una versión del "Monopoly"
de antes de la guerra que consiguió en Holanda. Las paredes, incluso, están
decoradas con los mismos retratos de filósofos y estrellas de cine que Ana
tenía en su habitación. El aire acondicionado es el único objeto contemporáneo.
Sábado 13 de mayo de 1944: "Ayer fue el cumpleaños de papá, que
coincidió con sus diecinueve años de matrimonio con mamá. No vino la señora de
la limpieza, y el sol brillaba como no lo había hecho todavía en 1944. Nuestro
castaño está en flor, cubierto de hojas de arriba a abajo, e incluso más bello
que el año pasado."
Esa fue la última vez que Ana mencionó el árbol. Hoy, en Buenos Aires,
tras superar un largo viaje y la inversión de estaciones, su retoño se yergue
desafiante en el jardín de una casa del barrio de Belgrano que recuerda el
indecible horror de la barbarie nazi.
Hay un árbol que tiene algo que decirnos. El mensaje que este árbol, el
árbol de la esperanza, recuerdo viviente de los horrores de la guerra tiene
para nosotros es un mensaje de valor y fortaleza contra la discriminación y la
intolerancia. Sólo el amor y la solidaridad vencerán al odio y al egoísmo. Es
fundamental tomar conciencia, reflexionar y aprender de las cosas que han
sucedido, recordando también la dictadura militar que tuvo lugar en el país.
Podemos tomar la historia de Ana Frank como punto de reflexión para repensar
los valores y conceptos de los derechos humanos, el respeto por las
diferencias, la libertad y la democracia.
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