"Nuestra visión es que el pueblo venezolano debe elegir a sus
líderes en elecciones legítimas," agregó Obama. Y precisamente, la
legitimidad de la victoria de Maduro se encuentra sobre planos cada vez más
tambaleantes por su tozudez al no querer someterse a verificar los votos. No se
está moviendo con la serena dignidad de quien no tiene nada que ocultar. Si
piensa que su triunfo es indiscutible, ¿qué problema tiene con que la oposición
lo cuestione?
Capriles impugnó ante la justicia electoral la elección del 14 de abril
argumentando que hubo al menos 3.000 irregularidades y que la diferencia de
votos (260.000) era tan exigua que correspondía un recuento total de los mismos.
El gobierno admitió efectuar una auditoría, pero bajo condiciones que no
reunían todos los requisitos exigidos por la oposición. Pocos días después de
la elección, Maduro prohibió una marcha llamando “fascistas” a los opositores.
Obama, que hasta ahora evitó reconocer la victoria de Maduro, destaca
también que al elegir legítimamente su destino, los venezolanos lo hagan “lejos
de las prácticas de las que todo el hemisferio se ha distanciado de manera
general.” Así habla el mandatario de un país cuya tradición democrática se
remonta a muchos años de historia.
La democracia es compatible con la diversidad de pensamientos, ya que encuentra en esa diversidad un rico semillero de propuestas útiles y necesarias para el bien común. Por el contrario, proyectos basados en el autoritarismo, la obediencia ciega, el fanatismo y el culto a la personalidad infalible del líder buscan desesperadamente acallar toda muestra de pluralismo, ya que ven en ese pluralismo un riesgo a su continuidad. El proyecto encarnado por Hugo Chávez en Venezuela representa un modelo que basa su hegemonía en la propaganda, en la construcción de relatos y en el uso del aparato del estado de manera total, absoluta, inapelable, con lo cual todo el sistema sigue una lógica autoritaria. Dentro de esa lógica, entonces, es bien claro que su continuador, Maduro, intente por todos los medios evitar abrir una hendija por donde pueda entrar el enemigo que más teme: el cuestionamiento a su hegemonía. Todo se origina en la vocación de ese autoritarismo y en el desprecio de las instituciones republicanas y la alternancia de sus mandatos fundamental para la supervivencia de dichas instituciones a través del tiempo.
La democracia es compatible con la diversidad de pensamientos, ya que encuentra en esa diversidad un rico semillero de propuestas útiles y necesarias para el bien común. Por el contrario, proyectos basados en el autoritarismo, la obediencia ciega, el fanatismo y el culto a la personalidad infalible del líder buscan desesperadamente acallar toda muestra de pluralismo, ya que ven en ese pluralismo un riesgo a su continuidad. El proyecto encarnado por Hugo Chávez en Venezuela representa un modelo que basa su hegemonía en la propaganda, en la construcción de relatos y en el uso del aparato del estado de manera total, absoluta, inapelable, con lo cual todo el sistema sigue una lógica autoritaria. Dentro de esa lógica, entonces, es bien claro que su continuador, Maduro, intente por todos los medios evitar abrir una hendija por donde pueda entrar el enemigo que más teme: el cuestionamiento a su hegemonía. Todo se origina en la vocación de ese autoritarismo y en el desprecio de las instituciones republicanas y la alternancia de sus mandatos fundamental para la supervivencia de dichas instituciones a través del tiempo.
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