Siguiendo la consigna orwelliana de "el que controla el pasado controla el futuro, y el que controla el presente controla el pasado," el
gobierno lleva adelante una campaña cuyo objeto es incursionar en el pasado a
fin de confeccionar un relato de la historia funcional a sus intereses. Para
sustentar y defender su relato, el gobierno amaña los hechos del pasado
sometiéndolos a su voluntad.
Así, un gobierno que se arroga la condición de juez del pasado, a través
de su muy bien instalada red de medios acólitos, pone todo su énfasis en
desfigurar la historia, para lo cual se recurre a la estrategia de descalificar
las obras de quienes trabajaron para impulsar un país caracterizado por el
respeto a las instituciones, o bien se pronuncian diatribas contra personajes
históricos que consolidaron la nacionalidad.
Se menoscabó al gran estadista y educador Domingo Faustino Sarmiento al
cumplirse el año pasado el bicentenario de su nacimiento. Se cae en el absurdo
de apelar de un día para otro sólo a la condición de abogado del general Manuel
Belgrano, que prestó por igual extraordinarios servicios al país como modelo de
hombre cívico y como comandante de ejércitos que batallaron por la
independencia nacional. Se soslaya olímpicamente el legado de la Generación del
80. Pero tal vez el desfasaje más absurdo consista en la embestida contra la
campaña del desierto del general Roca a la que ya estamos acostumbrados a oír
por los mencionados medios adictos al régimen.
La nebulosa de propaladores del discurso oficial no pierde oportunidad de
autoadjudicarse la defensa de los pueblos originarios y desconoce que los
mapuches derrotados por las tropas de Roca ni siquiera eran originarios de
nuestro territorio, sino que provenían de Chile. La conquista del desierto, en
realidad, fue una guerra encubierta contra Chile por la posesión de la Patagonia.
Julio Argentino Roca fue un político brillante que vio la importancia de
asegurar la soberanía argentina sobre ese territorio para bien de la nación. Si no hubiera sido por Roca, hoy probablemente la Patagonia
estaría bajo bandera chilena.
Y si vamos al caso del tan mentado “genocidio” que con tanta frecuencia
se le endilga a Roca, tomen nota, señores revisionistas: las Naciones Unidas
acaban de presentar al gobierno argentino un reclamo en el que se le urge a que adopte "las medidas legislativas y administrativas" que
corresponden en favor de comunidades indígenas altamente desprotegidas en el
territorio argentino. En términos relativos con las posibilidades de bienestar
general de la contemporaneidad, podría decirse que la situación actual de los
indios argentinos es más grave que en los tiempos en que la Argentina hacía
esfuerzos por ponerse enteramente de pie.
Los esfuerzos para reescribir la historia son una muestra de la soberbia
y arrogancia que caracterizan a un gobierno que pone en práctica la consigna de
Joseph Goebbels, el siniestro ministro de propaganda nazi, “repite y repite, y
eso quedará.”
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