sábado, 5 de junio de 2010

Estado y liberalismo

El liberalismo es una visión integral e inclusiva que abarca toda la problemática humana y el capitalismo, entendido como libertad económica, no es sino un componente obvio y natural de ello, ya que esta doctrina se constituye a partir de una concepción muy especial: el estado debe proporcionar una estructura de ley y orden en la que cada individuo sea libre de conformar su vida según su conciencia y esto incluye el derecho de promover el propio bienestar tanto moral como material, y acoge al capitalismo en su seno sólo porque entiende que es útil a tan escencial propósito. El liberalismo entiende que el libre albedrío tiene un carácter sagrado, protege los derechos individuales desde el estado, reconoce el talento y la iniciativa individual y es celoso de no interferir con el natural desarrollo de estas cualidades en los más diversos campos de acción elegidos libremente por cada individuo y que, sumados, son los que hacen efectiva la riqueza común. A partir de la siguiente definición de Adam Smith, intentaremos profundizar este concepto: "Los controles estatales sobre la economía desvían al comercio de sus cauces naturales. Así se retarda, en lugar de acelerar, el progreso de la sociedad hacia una riqueza y grandeza verdadera y disminuyen en lugar de acrecentar el valor real del producto anual de sus tierras y del trabajo."
Cualquier experimento socializante realizado sobre la economía, no hace más que entorpecer la marcha hacia esa riqueza y grandeza verdadera de la que habla Smith. A nadie le interesa producir nada si sabe que su esfuerzo será usufructuado por un burócrata. En cambio, si se le permite al hombre ejecer libremente sus facultades creadoras, si se le asegura que podrá disponer plenamente de lo que ha producido o recibido a cambio de su trabajo, el resultado no será otro que el progreso ilimitado porque el instinto de superación está en la escencia misma de la naturaleza humana y todo lo necesario es que se retiren los obstáculos que interfieren con dicha fuerza. Volviendo a Adam Smith: "Cuando todos estos sistemas (de control estatal) desaparecen, el sistema simple y obvio de la libertad natural se establece espontáneamente."
"La propiedad se origina en el trabajo," expresó John Locke, y el capitalismo, el sistema de acumulación del capital, le quita los escollos a la actividad privada que, viéndose libre, crea en forma incesante nuevas riquezas, porque da lugar a que se trabaje con estímulo e inventiva habilitando así el desarrollo del potencial humano.
El estado tiene verdaderamente condición de liberal cuando asume que el progreso y el crecimiento social no provienen de él, sino del sector privado. El individuo trabaja y produce bienes y servicios que son útiles y necesarios para servir a la comunidad de la que forma parte, y su recompensa es la retribución que recibe por esos servicios que presta. La ecuación esfuerzo-recompensa es el equilibrio en que se basa el bienestar social y el progreso económico de un pueblo. La función del estado, entonces, es garantizar igualdad de oportunidades para que esto se realice. La falacia fundamental de todas las teorías estatistas y socializantes es que el estado debe garantizar igualdad de resultados. Asegurar igualdad de resultados es imposible porque el progreso y la prosperidad no se decretan. No emanan de los remedios del estado. Provienen de las soluciones del mercado. Los estatistas no parecen entender nunca que la economía no es un juego se sumatoria cero, que el bienestar económico de un individuo no significa necesariamente el malestar o la postergación de otro, que el mercado se mueve en formas elaboradas y complejas que van mucho más allá de cualquier política de estado, y que la intervención estatal en la economía tiene un efecto minador en la producción real de bienes y servicios.
Las fuerzas del mercado operando libremente, sin interferencias, son las que determinan el derrame económico en condiciones de igualdad. Tal vez tarden en hacerlo, pero todo proceso tiene su tiempo. Lo principal es no interferir.

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