lunes, 13 de agosto de 2012

El día del dictador

Hoy, 13 de agosto, es el día del dictador: cumple años Fidel Castro. Nunca mejor motivo.
Fidel Castro obtuvo de Batista lo que él jamás concedió a sus adversarios: el indulto. Y salió de la cárcel para ir a Sierra Maestra y, desde allí, proclamar al mundo el ansia de libertad de los cubanos. Muchos de los grandes diarios norteamericanos fueron entusiastas auspiciadores de Fidel. El New York Times, particularmente, lo pintaba como un héroe. Para ellos, él era una especie de Robin Hood que venía a luchar contra los ricos para defender a los pobres. El caso es que este Robin Hood funcionó al revés. Una vez asegurado su lugar en el poder y luego de que hubiera eliminado la sarta de ingenuos que giraba a su alrededor, implantó una dictadura en contra del pueblo (incluyendo los pobres) y a favor de la oligarquía más corrupta de toda la historia del hemisferio occidental: su gobierno. Mientras tanto, auspició la labor subversiva marxista-leninista en América Latina y en África y convirtió a su país en un portaaviones soviético a 90 millas de las costas de la Florida.
Y así, comenzó el éxodo de los cubanos, un éxodo ininterrumpido a través de los años. Algunos pudieron irse al principio, en los primeros días. Otros, después, con más dificultades. Luego fue mucho más difícil. La cortina de hierro cayó bien fuerte sobre la patria de Martí. Escaparse era ya muy arriesgado. Había que jugarse la vida en botes precarios, en simples balsas hechas a mano navegando entre tiburones que amenazaban con arrancarle el brazo a uno, pero la desesperación del pueblo cubano es tanta, el sistema comunista los asfixia de tal manera que a pesar de todo la gente se iba de Cuba. Los cubanos buscaban en el extranjero aquello que en su país les estaba vedado: la libertad.
Y aunque importantes sectores de la izquierda latinoamericana sigan sosteniendo que Castro "se hizo comunista" porque los Estados Unidos boicotearon su "revolución nacional," lo cierto es que el barbado comandante ya tenía ideas marxistas desde mucho antes, por lo menos desde que actuó como agitador en el "Bogotazo" de 1948. Él mismo declaró una vez a la televisión española que siempre fue comunista y que no lo había dicho durante el período de lucha para no asustar a los cubanos. Además, hay una tendencia a considerar la toma del poder por parte de Fidel Castro como una gran epopeya. Nada más lejos de la realidad. La tan mentada "revolución cubana" consistió en una serie de tiroteos, emboscadas y escaramuzas sin pena ni gloria, casi anécdotas, contra un pobre ejército cubano comandado por un general mediocre y desidioso que ni siquiera le interesaba lo que estaba pasando, y que sólo le interesaba llenarse los bolsillos con "presupuestos especiales de guerra" que él mismo autorizaba. En todo el período de lucha, murieron menos de 300 militares cubanos.
Durante la Guerra Fría, a los rusos les interesaba la isla por su estratégica ubicación bajo el vientre mismo de los Estados Unidos. Por eso, el Kremlin se dedicó a solventar el régimen de La Habana con cantidades estimadas en cinco mil millones de dólares por año. Una vez que la Unión Soviética dejó de existir, la realidad tocó a la puerta y comenzó la debacle. Hay una escasez feroz en todas las necesidades. Las amas de casa cubanas hacen cola durante horas bajo el sol tropical con sus libretas de racionamiento y cuando vuelven a sus casas se encuentran con que han cortado la luz o incluso el agua. En Cuba no hay nada, literalmente. Hay monumentos al Che Guevara. Pero irónicamente, no hay habanos.
Y la nave va, como decía Fellini. Esta dictadura lleva nada menos que 53 años, algo que no tiene parangón en el mundo moderno. No hay libertad de prensa, no hay derecho de reunión, ni libertad política o sindical, no hay libertad ni derechos de ningún tipo, ni siquiera el más obvio y elemental: salir del país para el que no está de acuerdo con esta dictadura troglodita y delirante. Lo peor es que no tiene visos de terminar. En cierta ocasión, al preguntársele a Fidel Castro cuando habría elecciones en Cuba, respondió que las mismas se realizarían "cuando se haya completado la reforma agraria y la alfabetización haya llegado a todos los cubanos, y todos tengan libre acceso a la medicina y a los médicos." O sea, nunca.
Fidel Castro se ha retirado del poder y ahora gobierna su hermano Raúl. Al menos, esa es la versión oficial. Aunque no sería nada raro que el viejo y decrépito dictador Fidel siga gobernando desde las sombras (o desde el soleado jardín de su mansión en La Habana) manejando al pobre Raúl como un títere.
Por eso, si el día en que aquello termine está cerca, es algo que nadie puede predecir. Tal vez falte mucho, tal vez no.
Al caso vienen las palabras del Papa Benedicto XVI: “Es obvio que la iglesia siempre está del lado de la libertad, la libertad de conciencia, la libertad de religión,” afirma el Sumo Pontífice. “Hoy estamos en una época en que la ideología marxista no responde a la realidad y si no es posible construir cierto tipo de sociedad, entonces se necesita encontrar nuevos modelos, de forma paciente y productiva.”
La expectativa, entonces, es que esos modelos se logren y vayan abriendo agujeros en la muralla del totalitarismo por donde circulen vientos libres para que esta dictadura quede definitivamente atrás.

Una ciudad sitiada

Ya no se trata de demoras interminables, vagones deteriorados o el modo en que hay que empujar para subir a la formación. Ahora sólo importa llegar sano y salvo con la resignación y el temor de quien circula por una ciudad sitiada por la guerra. Se oyen las detonaciones por todas partes, pero en cualquier momento la bomba le puede caer a uno encima. Y las bombas van a seguir cayendo mientras que ninguno de los responsables de las llamas vaya preso por orden de un juez.
Hay una ciudad sitiada, y el sitio es una guerra entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri. “Debería decir que no soy candidato en 2015 y se arregla todo,” declaró Macri. Ambos coinciden en algo: su ineptitud, su negligencia criminal, su inacción. Y los subtes siguen sin funcionar en una ciudad colapsada y sumida en el caos. Hay colas de media cuadra para tomar un colectivo que ya viene repleto y que en muchos casos, por supuesto, ni siquiera para.
Mientras tanto, mientras que esta ciudad se hunde en el caos, en los Estados Unidos se anuncia que un nuevo servicio de trenes de pasajeros empezará a operar en 2014 entre Miami y Orlando. Se trata de un servicio que  empleará una vía de la costa este del estado de Florida actualmente disponible para trenes de carga.  El proyecto, llamado All Aboard Florida, tendrá un coste de mil millones de dólares.
“Más de 50 millones de personas viajan entre el sur y el centro de la Florida anualmente, en su mayoría por carreteras altamente congestionadas,” indica el comunicado de la empresa constructora, Florida East Coast Industires. “All Aboard Florida espera transformar la forma en que viaja la gente en el estado, ofreciéndoles un método de transporte más rápido, más seguro y más agradable entre las dos zonas metropolitanas más grandes de la Florida”.
El comunicado agrega que los viajes regulares entre las dos ciudades tardarán tres horas con paradas en Fort Lauderdale y West Palm Beach. Los vagones ofrecerán servicio de primera clase, clase ejecutiva y turista, comidas gourmet y wi-fi.
Extrañamente, el proyecto no menciona metrodelegados. Al parecer,  en ese país se prioriza la visión de futuro, el bienestar del ciudadano y el servicio a la comunidad.
¡Estos yankis! ¡Si siguen así, vamos a pensar que es un país del primer mundo!


sábado, 11 de agosto de 2012

La libertad de prensa

Durante su discurso de inauguración de la ampliación y modernización de la refinería de Ensenada de YPF el jueves 9, la presidenta Cristina Kirchner volvió a hacer gala de la visión histérica y paranoica que la caracteriza: atribuir todos los males que aquejan al país al periodismo.
Según el relato kirchnerista entronizado en el poder, la realidad de la fuga de capitales, la inseguridad, la inflación y las sospechas de la corrupción de los funcionarios se construye a través de “una mala praxis profesional y un mal manejo de la información o de la comunicación en una cosa tan importante como la información pública.”  Además, pidió la aprobación de una ley de ética pública para los periodistas. En su alocución, se mostró incisiva y vehemente.
Su actitud no debiera sorprendernos. En realidad, Cristina Kirchner quiere proyectar a todo el país el esquema que rige en su gobierno. Ella piensa que la administración funciona mejor sin comunicación. Por eso no se ofrecen conferencias de prensa, se penaliza a los funcionarios que hablan con periodistas sin autorización superior, y se prohíben las entrevistas, salvo que se publiquen en órganos de propaganda.
Por el contrario, los medios acólitos al régimen que cantan loas y aplauden cada movimiento de su jefa como claque llevan las de ganar y se aseguran un lugar de privilegio en una sociedad argentina cada vez más verticalista, cada vez más alejada de cualquier cosa que se parezca a un sistema de república con independencia de poderes y garantías de derechos ciudadanos; entre ellos, la libertad de prensa. Es cierto que cada medio de comunicación sostiene su propia ideología y en la práctica del periodismo, quienes lo ejercen tenderán a responder a la ideología con que comulguen, pero eso en sí mismo lleva su límite: la pérdida de credibilidad. Por eso, si el gobierno piensa que tal o cual diario tergiversa o distorsiona información en línea de seguir un perverso complot en su contra, la “solución” para terminar con tan maquiavélico plan no se dará por decreto.
La realidad es una figura de varios lados, pero la vocación por el control de los mensajes expresa un proyecto político autoritario. Su premisa es que existe una verdad sustantiva, susceptible de ser manejada. Es una visión dolorosamente unilateral cuya arma de elección es la culpa: quien no piensa como nosotros es un traidor, un deleznable vendepatria  que responde a intereses foráneos. Toda crítica, toda visión en contra es destituyente.  Esa verdad, esa única faceta, es la visión oficial de los hechos. El poder se asienta sobre ella.
La actitud el gobierno de ejercer la inquisición periodística como un medio para resolver los males no dará resultado; por el contrario, los agravará. Creo que cada vez más argentinos se están dando cuenta de que en esa actitud se esconde la intención de un gobierno kirchnerista  de exculpar la mediocridad y la incapacidad con que están administrando el país, un país que sufre avatares de inflación, de inseguridad, de una economía que ya muestra inequívocos signos de recesión, de un deterioro manifiesto de la educación, de violencia social y callejera y ahora también, de un  paro salvaje de subtes en la ciudad de Buenos Aires que afecta a un millón de usuarios y que ya lleva nada menos que ocho días sin rastros siquiera de una solución.
Los males profundos que afectan a una sociedad se solucionan con diálogo, con participación, con pluralidad, elementos que el kirchnerismo se empeña sistemáticamente en bloquear. Thomas Jefferson decía que la libertad de prensa es el principio de toda libertad. En ese concepto se basa la construcción de la república y la democracia.

lunes, 6 de agosto de 2012

El derecho de propiedad

¿Cuál es el derecho más importante? El derecho de propiedad. Es la base de todos los demás derechos económicos y sociales.
El intelectualismo progresista tiende a vincular este derecho como un patrimonio exclusivo de los ricos y, por ende, utiliza esa premisa para justificar actos delictivos y violentos ejercidos contra la propiedad argumentando que esos hechos en realidad son el emergente de situaciones de injusta distribución de la riqueza. Aquel que comete crímenes como robos y hurtos no está atentando contra sus víctimas; sólo expresa las desigualdades e injusticias de la sociedad.
En primer lugar, los derechos sociales no se conquistan a través de delitos. El bienestar general no se consigue por medio de una zozobra generalizada de inseguridad en el ejido social que incluya robos, asaltos, usurpaciones de propiedad privada y todo tipo de violencia callejera. Los hechos delictivos, lejos de representar beneficios sociales, sólo significan perversas ventajas para sus autores. Además, si se permite que el monopolio estatal de la fuerza sea puesto en duda, será reemplazado no por benefactores, sino por organizaciones capaces de imponerse por la violencia. De esa manera, termina por imponerse no el más interesado en el bien común, sino el más violento.
El resguardo del derecho de propiedad es fundamental para la proyección de una comunidad civilizada a través del tiempo. El estado debe, más allá de todo devenir político o ideológico, garantizar la presencia de este derecho, en teoría y práctica, ya que es una garantía constitucional crucial. El derecho de propiedad está presente, implícito y explícito, en los tratados legales de todos los países del mundo. También en pactos internacionales que lo prevén y lo protegen. Es un derecho natural del hombre que sencillamente se desprende de la vida en democracia. El artículo 33 de la constitución argentina expresa:  "Las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución, no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno." Por su parte, la novena enmienda de la constitución de Estados Unidos dice: "No por el hecho de que la Constitución enumera ciertos derechos ha de entenderse que niega o menosprecia otros que retiene el pueblo."
Tal vez el factor más importante del derecho de propiedad sea que no solamente beneficia al propietario propiamente dicho de un bien determinado, sino que su ejercicio redunda en el bien común. Lejos de ser un derecho exclusivo de los ricos y que únicamente opera en su favor, protege el uso y disposición efectiva de los derechos patrimoniales. Puede estar presente en el reclamo de un trabajador contra su empleador, en el reclamo de un pasajero contra un hotelero, de un beneficiario de un sistema provisional contra el estado, que ha administrado sus aportes.
Las naciones que han triunfado en el mundo son las que han sabido establecer un sistema inteligente de premios y castigos igual para todos sus habitantes. Y el punto que las une a todas es que han colocado al derecho de propiedad en el lugar de lo sagrado, en el lugar de lo intocable. Por el contrario, los países que siguen políticas populistas, basadas en odios y culpas sociales, sólo consiguen atraso y decadencia año tras año, generación tras generación. Simplemente, el estado debe garantizar paz y seguridad para todos. Esa paz y esa seguridad implica el pleno ejercicio de este derecho tan importante. Si la mentada "lucha de clases" que pregonan los intelectuales marxistas se realiza contra los ricos, no hay razón para pensar que sus embates no llegarán a los pobres a los que se pretende favorecer. Si los sectores más favorecidos de la sociedad no tienen seguridad, nadie la tiene.
Sin un claro concepto del bien y el mal, todo el bienestar económico concebible no será suficiente para guiar a la sociedad hacia un destino de grandeza y bienestar verdaderos.

sábado, 4 de agosto de 2012

Una civilización del camino

Vea "Easy Rider" y déjese llevar en una formidable saga motorizada por los Estados Unidos, una pasión andante. Así tendrá una cabal comprensión de este país.
Estados Unidos es una civilización del camino. Mientras que otros pueblos se caracterizan por lo sedentario y tienden más al apego a un determinado lugar -el barrio, la ciudad, la provincia- los norteamericanos no cesan de desplazarse a lo largo y a lo ancho de su extenso territorio, en todas las direcciones posibles y por todos los motivos imaginables. Estados Unidos es el país del movimiento constante y permanente.
¿Cuáles son las razones que llevan así a todo un pueblo a experimentar, a innovar antes que repetir su pasado? A primera vista, la explicación sería que Estados Unidos es un país joven y, como todos los jóvenes, tiene mucho que aprender. Los norteamericanos no tienen pasado y, por lo tanto, están obligados a reinventarse continuamente como nación. Pero esta visión no es enteramente apropiada porque Estados Unidos tiene en realidad, detrás de sí, varios siglos de historia, una historia que se remonta a la llegada de los colonos del Mayflower a la bahía de Cape Cod, Massachusetts, en 1620. Los norteamericanos sí tienen historia, monumentos y héroes.
Los norteamericanos tienen historia, pero están convencidos, desde la proclamación de la independencia en 1776, de que son sus amos, no sus víctimas, porque creen en la libertad más que en el peso de las presiones históricas. Todo norteamericano está convencido de que participa de la creación de una nueva Tierra Prometida, sin equivalentes ni antecedentes. En los billetes de un dólar figura George Washington, su primer presidente, el militar que comandó sus tropas contra el poderoso ejército del rey Jorge III, el estadista bajo cuyo mandato la república cobró forma, el propietario cuya hacienda era servida por esclavos.
En el reverso de ese billete figura la leyenda "Novus Ordo Seclorum." En 1776, es verdaderamente un nuevo mundo el que inician los Padres Fundadores, porque ese "nuevo orden mundial" no se detiene en las fronteras del país que lo origina sino que se extiende al mundo entero. Esta nación es, desde hace dos siglos, el laboratorio de todas las experiencias políticas, económicas y sociales que tarde o temprano se volcarán al resto del planeta. De allá vienen las imágenes, las modas, las consagraciones. Los norteamericanos parecen estar impulsados por un verdadero sentido de la vocación, una profunda creencia de tener una misión especial de difundir su modo de vida en todo el mundo. Es precisamente este elemento heroico de la vida cotidiana el que otros pueblos carecen, resisten y resienten.
Y es en ese alcance universal en el que este "nuevo orden" está en permanente construcción. En ese mismo billete, hay una pirámide trunca. Incumbe a todos participar en su terminación. Sea o no norteamericano, esa obra tiene vocación universal: está abierta a todos. Por eso aún hoy siguen llegando millones de voluntarios, inmigrantes indocumentados o no, provenientes del Caribe, de Asia, de las fronteras de México o Canadá. Para millones de desheredados y refugiados del mundo entero, Estados Unidos sigue siendo la Tierra Prometida.
En 1963, un siglo después que Lincoln aboliera la esclavitud, Kennedy es asesinado. A pesar del tiempo transcurrido, fuertes síntomas de racismo persistían. En los estados del sur, los asientos traseros de los ómnibus y tranvías estaban segregados a los negros. La sociedad era muy puritana y conservadora. Ídolos conformistas y de imagen impoluta como los Plateros o Doris Day dominaban la escena.
En diez años, todo eso cambió completamente bajo los efectos de la guerra de Vietnam que significó el descrédito de todo lo conservador y adulto, la liberación femenina, el avance de la rebeldía juvenil, la contracultura, el movimiento hippie, Woodstock, la rebeldía de los negros y de todas las minorías.
Y lo cierto es que, en ese sentido, se ha avanzado bastante. No sólo los negros hace rato que se pueden sentar en el asiento que les plazca en los transportes públicos (y ocupan cargos jerárquicos de las más diversas actividades a lo largo y a lo ancho del país) sino también que Michelle Obama, una mujer de raza negra descendiente en quinta generación de esclavos como los que George Washington tenía en su casa, hoy es la primera dama de los Estados Unidos.
Norteamérica ya no es enteramente blanca y anglosajona. En realidad, hace mucho que dejó de serlo. Y esta coexistencia, ese verdadero "crisol de razas" en una sola nación es, sin duda, una de las experiencias más promisorias que se realizan en el formidable laboratorio norteamericano.
Los logros sociales de la década del '60 consiguieron redefinir el sueño americano, esa utopía que nunca parece terminar de definirse, esa pirámide siempre inacabada del billete de dólar. El mismo Kennedy había dicho que la sociedad americana es un proceso, no una conclusión, como si acaso hubiera podido ver que veinte años más tarde, ese mismo sueño sería nuevamente redefinido por un pueblo norteamericano que ya había adherido a la revolución conservadora del presidente Ronald Reagan.
Para comprender este país, hay que tener en cuenta la medida física de su inmensidad. Recorrer este país, conocerlo a fondo, es más que un mero hecho turístico; es una experiencia reveladora de libertad e independencia. Tal como en la época del Viejo Oeste, cuando el lema era "Go West, young man," Estados Unidos sigue siendo una civilización del camino. Los norteamericanos siguen siendo pioneros que la recorren ahora en automóviles de transmisión automática a 55 millas por hora en las vastas autopistas, pero en esencia siguen siendo pioneros siempre en búsqueda de esa utopía, el sueño americano. Como en esta clásica "road movie" en la que Peter Fonda y Dennis Hopper salieron a buscar a Estados Unidos... y jamás pudieron encontrarlo.


jueves, 2 de agosto de 2012

El mensaje de un árbol

"Los dos miramos el cielo azul, el castaño sin hojas con sus ramas llenas de gotitas resplandecientes, las gaviotas y los demás pájaros que al volar por encima de nuestras cabezas parecían de plata, y todo esto nos conmovió y nos sobrecogió tanto que no podíamos hablar."
Ana Frank escribió estas emotivas palabras en su diario en febrero de 1944. Ella y su amigo Peter se habían asomado por la ventana del desván, en la parte trasera de la casa donde se ocultaban de los nazis. Era el único contacto con la libertad que tanto extrañaban en su escondite. Luego, en agosto, los delataron. Ana murió en marzo de 1945 en el campo de concentración de Bergen-Belsen, pero su legado sigue vivo.
Un retoño de este castaño que Ana menciona tres veces en su diario fue llevado al Centro Ana Frank Argentina, museo fundado el 12 de junio de 2009 para concientizar sobre los horrores de la guerra, los genocidios y las dictaduras. En la Argentina, donde se refugiaron muchos criminales de guerra nazis y hubo una dictadura militar, este museo funciona en el porteño barrio de Belgrano y atrae a muchos visitantes. Su director, Héctor Shalom, explica: "Comprender a Ana Frank ayuda a muchos jóvenes aquí a entender los horrores de la junta militar."
En 2010, Shalom llevó a la Argentina un retoño del castaño de Amsterdam. El largo viaje y los interminables trámites burocráticos no le hicieron nada bien al arbolito. "El vuelo intercontinental y la espera en el aeropuerto casi lo marchitaron," dice Shalom. Sin embargo, dos años después, ha ocurrido un milagro natural. Este retoño del castaño -árbol que no es nativo de América- se ha adoptado muy bien a su nuevo hábitat. Está creciendo en su jardín y se ha aclimatado a la inversión de las estaciones del año en el hemisferio sur.
El árbol de Ana Frank ha dado la vuelta al mundo. A medida que la enfermedad hacía estragos en el viejo castaño, dos grupos de personas empezaron a prepararse para el día en que ya no existiera. La Fundación de Apoyo al Arbol de Ana Frank recogió las castañas que cayeron al suelo y las sembró en macetas. Muchos de los retoños del árbol se donaron a organizaciones europeas que apoyaban la conmemoración de Ana Frank. En junio de 2011 se sembraron tres brotes del castaño en la calle Ana Frank de Weira, Alemania. La fundación conserva ahora unos 100 retoños.
La Fundación Ana Frank, la asociación oficial que administra el Museo Casa de Ana Frank en Amsterdam, también ha plantado retoños. En Europa, unas 70 escuelas llamadas Ana Frank han recibido algunos, al igual que varias organizaciones afines en Japón, Canadá y otros países. El monumento conmemorativo del Holocausto Yad Vashem, en Jerusalén, tiene uno. Y hacia finales de este año, la Casa Blanca, en Washington, y la Zona Cero de Nueva York tendrán retoños del árbol de Ana Frank, después de una cuarentena de tres años.
Además de estos arbolitos, la Fundación Ana Frank encargó a un vivero especial injertar siete esquejes. Seis de ellos se plantaron en el cementerio municipal de Amsterdam en 2005, para conmemorar el 60° aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.        
En la Argentina, el Centro Ana Frank recibe apoyo administrativo y económico de la Fundación Ana Frank de Amsterdam. En la planta baja del museo hay una exposición diseñada en Holanda sobre la historia de Ana Frank, de la ocupación alemana y de los campos de concentración. En el piso superior se han reconstruido la cocina, el cuarto y otras partes del escondite de Ana. Shalom consiguió piezas auténticas de hace 70 años para el inventario del museo, entre ellas un horno y jabón holandés en polvo. Hasta hay una versión del "Monopoly" de antes de la guerra que consiguió en Holanda. Las paredes, incluso, están decoradas con los mismos retratos de filósofos y estrellas de cine que Ana tenía en su habitación. El aire acondicionado es el único objeto contemporáneo.
Sábado 13 de mayo de 1944: "Ayer fue el cumpleaños de papá, que coincidió con sus diecinueve años de matrimonio con mamá. No vino la señora de la limpieza, y el sol brillaba como no lo había hecho todavía en 1944. Nuestro castaño está en flor, cubierto de hojas de arriba a abajo, e incluso más bello que el año pasado."
Esa fue la última vez que Ana mencionó el árbol. Hoy, en Buenos Aires, tras superar un largo viaje y la inversión de estaciones, su retoño se yergue desafiante en el jardín de una casa del barrio de Belgrano que recuerda el indecible horror de la barbarie nazi.
Hay un árbol que tiene algo que decirnos. El mensaje que este árbol, el árbol de la esperanza, recuerdo viviente de los horrores de la guerra tiene para nosotros es un mensaje de valor y fortaleza contra la discriminación y la intolerancia. Sólo el amor y la solidaridad vencerán al odio y al egoísmo. Es fundamental tomar conciencia, reflexionar y aprender de las cosas que han sucedido, recordando también la dictadura militar que tuvo lugar en el país. Podemos tomar la historia de Ana Frank como punto de reflexión para repensar los valores y conceptos de los derechos humanos, el respeto por las diferencias, la libertad y la democracia.