sábado, 14 de enero de 2012

¿Alguien sabe por qué es ilegal la inmigración?

Los partidarios de las políticas de inmigración “duras” aducen que se esa manera se “salvarán” empleos. Esa es la línea de pensamiento en que están basadas leyes aprobadas recientemente por estados como Alabama y Arizona. No son los únicos ejemplos, por supuesto. En realidad, en casi todos los países hay una tendencia a mirar la inmigración con recelo y, por ende, a restringirla. Es la tendencia que, para bien o para mal, parece ser la constante en un mundo con muy pocos felpudos de bienvenida. Yo diría para mal, más que para bien.
Los temores de que los inmigrantes arruinen la economía son probablemente la razón por lo que importantes barreras a la inmigración legal subsisten en los libros de leyes. La organización estadounidense FAIR, conocida por sus duras posturas en contra de la inmigración, expresa en su sitio web: “No necesitamos Walmarts en el Gran Cañón del Colorado.” Es una pintoresca imagen (muy convincente, por cierto) que expresa los temores del impacto ambiental de la inmigración en un país determinado.
Pero está en tela de juicio la noción de que los inmigrantes toman los trabajos de los nativos, reducen sus salarios y deprimen la economía del país que los acoge. Virtualmente, todos los economistas que estudian la inmigración encuentran que ella produce una influencia pequeña pero positiva sobre la economía. Desde 1950, la fuerza de trabajo se ha más que duplicado en los Estados Unidos, pero el desempleo a largo plazo es esencialmente el mismo. A medida que se han añadido más trabajadores, se han adicionado más puestos de trabajo. FAIR agrega: “La sola noción de que necesitamos inmigrantes para llevar adelante este país es ridícula.” Eso es muy cierto, pero lo que esta gente no aclara es por qué es necesario impedirles que vengan.
Además, hay un aspecto muy importante que debe ser considerado. Los inmigrantes tienden a ser o bien altamente calificados o poco calificados; los norteamericanos tienden a situarse más hacia el centro de la franja de calificación. Eso significa que los inmigrantes no son sustitutos de la mano de obra estadounidense sino que, en cambio, liberan a la mano de obra local para realizar tareas en los que es más productiva. Es decir que los inmigrantes, como en un armonioso juego en que cada pieza encaja con la otra, vienen a llenar espacios vacíos que piden ser cumplimentados. ¡Nadie le quita el trabajo a nadie! Tal como lo han señalado numerosos economistas, los inmigrantes no vienen a hacer “trabajos que los nativos no harían.” Si los inmigrantes no vinieran, las tareas que ellos realizan no existirían.
Pero los defensores de las políticas “anti-inmigrante” argumentan que éstas sólo se aplican a la inmigración “ilegal.” Tal vez ellos mismos reconocen que países como Estados Unidos, Canadá o Argentina son países de inmigrantes a los que sus antepasados llegaron legalmente provistos de aquellos precarios documentos. Después de todo, el término “wetback” (espaldas mojadas) se originó en el siglo XX y se refiere a los mexicanos que cruzan a nado el Río Grande, ¿no es verdad? No, no lo es. La expresión “wetback” data del siglo XIX y se refería a los inmigrantes irlandeses que se arrojaban al agua en la bahía de Nueva York desde los barcos que los traían y entraban a nado a Estados Unidos. Como reza una antigua y sabia máxima, vemos que “no hay nada nuevo bajo el sol.”
Mudarse legalmente a un tercer país es un cometido muy especial. Hoy como ayer, muchos inmigrantes potenciales encuentran su entrada efectivamente denegada por capas y capas de burocracia y leyes basadas en una visión histérica y paranoica de la inmigración.
Los defensores de las restricciones podrían alegar que la ley es la ley. Y se supone que lo legal siempre es ético, pero no lo es. No siempre es así. Muchas inmoralidades como la esclavitud alguna vez fueron ley. Preguntando simplemente, “¿qué parte de ‘ilegal’ no entiende usted?” es omitir la verdadera pregunta: ¿por qué la inmigración es ilegal, de todos modos? Los inmigrantes son una ayuda para la economía del país que los recibe, no es cierto que depriman los salarios de los nativos y, en definitiva, los únicos que se perjudican con ellos son los vendedores de nacionalismo barato. Las restricciones a la inmigración son mesiánicas, autoritarias, están fuera de contacto con la realidad actual y ya parecen tan inmorales como muchas otras cosas del pasado. La parte “ilegal” de la inmigración “ilegal” que nadie entiende es, precisamente, por qué es ilegal. Y los que menos lo entienden son los partidarios de la “línea dura.” Tal vez sea esa dureza lo que les impide ver que el tema de la inmigración ilegal se resuelve de la manera más simple que se pueda imaginar: legalizándola.
Y para los Walmarts del Gran Cañón del Colorado, hay una gran solución: pásenlos al desierto de Nevada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario