sábado, 6 de octubre de 2012

La década del odio

Casi un año después del triunfo electoral que otorgó la presidencia a Cristina Kirchner con el 54% de los votos, que la mayor parte de ese caudal vaya camino a evaporarse, parafraseando el conocido tango, ya no hay quien lo niegue. Si bien el desbarranque comenzó con el estancamiento económico y el caso Boudou-Ciccone-Vanderbroele, se profundizó aún más con el evento del 13-S y se agravó más aún con el desempeño lamentable que tuvo la presidenta en Harvard, donde se mostró incapaz de contestar preguntas que le hicieron jóvenes estudiantes argentinos, y sólo atinó a responder con evasivas. Le siguieron esta semana las protestas de Prefectura y Gendarmería. Y como si todo esto fuera poco, hay que sumar la grave situación del maltrato tanto físico como moral al que fuera sometido Alfonso Severo, testigo clave del caso Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero asesinado en 2010. Severo fue encontrado atado y golpeado luego de haber estado desaparecido casi un día entero.
Coincidentes con estos graves hechos, también hay dos cuestiones que habrían sido titulares importantes en el marco de una situación institucional más normal. Esto es la caída del 25% en el patentamiento de autos y del 35% de las ventas en inmobiliarias, originadas en el cepo cambiario que la presidente se niega a reconocer. En efecto, la economía cada vez está más estancada y cada vez la inflación es más alta, configurando la tormenta perfecta. Está todo prendido con alfileres, y nadie sabe a ciencia cierta lo que puede pasar. Se vive al día, lo cual habla muy mal de la calidad institucional de cualquier país que se precie de confiable, una característica de la cual la Argentina se encuentra a años luz. No se crece por la emisión y el gasto público descontrolados, que generan inflación, y así se produce un círculo vicioso que paraliza la economía.
En esta vorágine de malas noticias también apareció el conjunto de las organizaciones judías repudiando la negociaciones con Irán, que se encuentra en serios problemas económicos, porque Estados Unidos y Europa no le compran el petróleo y le faltan dólares, al igual que al gobierno argentino. Esto predispone muy mal a la colectividad israelita en la Argentina, y agrega otro hecho negativo a la gestión kirchnerista, que ya navega a la deriva.
Es que es importante que cada argentino sepa que Cristina Kirchner es un fraude, que llegó a la Casa Rosada en virtud del fraude y del engaño, que es una mentirosa patológica, una manipuladora y demagoga, una ignorante supina en todos los temas, y que está rodeada de una runfla de aduladores y obsecuentes de las más diversas jerarquías que la mantienen en el poder mientras el país involuciona, se cierra al mundo y se retrae a ideologías arcaicas que sólo traen atraso y decadencia mientras buscan instaurar un modelo colectivista de nación como Cuba y Venezuela, por nombrar los ejemplos de prácticamente los únicos países que aún quedan como exponentes de estas ideologías ya enterradas.
De hecho, podríamos afirmar que el kirchnerismo murió cuando murió Néstor Kirchner, ya que sus políticas no tenían más continuidad que el clientelismo y la demagogia, y por supuesto, la soberbia y la prepotencia que lo caracterizaba. Lo que estamos asistiendo en la actualidad es un proyecto absurdo y delirante de perpetuarse en el poder por parte de los profetas de la división y el enfrentamiento que ocupan los cargos claves. Pero la solución para esto tiene una fecha: las elecciones legislativas de 2013 en que la sociedad argentina en su conjunto impida la continuidad de este delirio.
Así, el pueblo argentino comenzará a encontrar reunión luego de estos años de infamia, y la década kirchenrista quedará sepultada en el pasado como una verdadera pesadilla que jamás volverá a repetirse. La década kirchnerista será recordada como "la década del odio."

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