viernes, 8 de febrero de 2013

El deterioro social

Los recientes incidentes protagonizados por el vicepresidente Amado Boudou y el viceministro de economía Axel Kicillof son una clara muestra del deterioro social que está sufriendo el país en todos sus órdenes. Es un deterioro que se retroalimenta  en virtud de los graves problemas e irregularidades que la sociedad sufre en su conjunto; a saber, robos violentos, cortes de luz por un sistema eléctrico colapsado, pasajeros de ferrocarril viajando en condiciones de hacinamiento y sin contar siquiera con elementales medidas de seguridad, una economía tambaleante y la galopante inflación, por nombrar algunos factores. Todo lo cual contribuye a exacerbar el clima de crispación que se vive en el difícil momento actual. Las agresiones verbales de que fueron objeto estos puntales del kirchnerismo no ayudan a mantener la calma. Sin embargo, en este clima tenso y de confrontación que vive la república en todos sus órdenes, son una señal de que el país se encuentra en en un punto álgido de crisis institucional que tiene resolver so pena de hundirse en el caos. La Argentina está al borde mismo del resquebrajamiento social. Nos estamos jugando nuestra continuidad como comunidad organizada.
En realidad, el gobierno es el primer ejecutor de ese resquebrajamiento. La baja calidad de la gestión pública produce una exasperación en la sociedad, más aún cuando el gobierno se niega sistemáticamente a reconocer las falencias y errores en los que incurre, y en cambio, se dedica a solventar, con el dinero de los contribuyentes, esa nube de obsecuencia mediática que constantemente oculta, miente y distorsiona los hechos y señales inequívocas de la decadencia que se vive. El gobierno no tomó nota de las protestas masivas que tuvieron lugar el 13 de setiembre y el 8 de noviembre del año pasado, sino que por el contrario, insiste en atribuir todos los males a las conspiraciones corporativas de "la cadena del desánimo" como forma de exculpar la mediocridad manifiesta con que está administrando el país. No solamente eso, sino que también, exasperando aún más el tenso clima social, se empecina en seguir promoviendo la reforma constitucional que permita la reelección de la presidente, en este caso en boca del mismo vicepresidente, el cual alardea que a ella "le sobra polenta para gobernar cuatro años más." Esto, en la sociedad, crea la misma inseguridad que un cheque sin fondos, ya que suena muy ambiguo y no es la definición que deberíamos escuchar de un funcionario público. Éstos tendrían que saber que fueron electos por tiempo limitado para cumplir mandatos que reflejen la voluntad del soberano pueblo, y que su conducta, lejos de ser ambigua e impredecible, debe ser transparente, sensata y responsable, y que sus declaraciones públicas deben tener un lenguaje claro y conciso y estar así a la altura de las circunstancias. La política debe seguir carriles serios y propios de la coherencia que las circunstancias exigen. Tiene que haber una diferencia con un simple fenómeno mediático que, en este caso, el vicepresidente Boudou no parece capaz de saber distinguir.
La confrontación y la agresión verbal que se vive a diario habla del retroceso del país en términos de calidad cívica. No es un fenómeno nuevo. De hecho, se trata de un retroceso que es patético al cual este gobierno viene a sumar su propia ineptitud a la de aquellos que lo precedieron. Para inculcar a buena parte de la sociedad el apego a la violencia que lo caracteriza, el gobierno amenaza a jueces de la Nación, se escuda en la impunidad para cometer felonías económicas, ampara la criminalidad con que se mueven sus funcionarios, monologa simulando que dialoga, impulsa su aparato de complacencia periodística, agrede a un "abuelito amarrete" que quiso comprar dólares y hostiga a un agente inmobiliario que tuvo la impertinencia de decir que las ventas habían caído. El caldo de cultivo de la confrontación está preparado, y tanto Boudou como Kicillof pudieron constatarlo en carne propia.
Y es ese caldo de cultivo de confrontación el que está preparado por el gobierno. Es ese caldo de cultivo en el que se encuentra la ineficiencia, la corrupción, el manipuleo de la Constitución como si se tratara de un fetiche, la inseguridad, la no independencia judicial. Es menester reconciliarse con el verdadero sentido  de las instituciones republicanas para recobrar el sentido superior de la política.

No hay comentarios:

Publicar un comentario