miércoles, 6 de marzo de 2013

Venezuela: ¿Y ahora qué?

Hugo Chávez logró tañer una cuerda en la psiquis de los venezolanos: se erigió ante ellos como el líder carismático que venía a salvarlos de los embates de las corporaciones. Su modelo populista de redistribución de la riqueza, ícono de la retórica tercermundista, fue el elemento que caló hondo en una población venezolana que, elección tras elección, lo llevaba al triunfo; y una vez asegurado su lugar en el poder, le daba riqueza al pueblo gracias al furor mundial de las materias primas, lo cual lo distinguió de sus predecesores que no contaron con esa ventaja.
Así, creó un culto a su personalidad que fue en crescendo de acuerdo al aumento internacional del costo del petróleo. Cuando llegó al poder en 1999, el barril de petróleo costaba alrededor de 9 dólares; hoy está casi a 90. Chávez empezó a financiar políticos leales a su causa en otros países latinoamericanos como Bolivia, Nicaragua y Ecuador, y acabó creando su bloque de aliados en el continente, ALBA, para impulsar el proyecto que denominaba "socialismo del siglo XXI." Mientras tanto, creó una política interna de concentración del poder público, de desvío de la economía para sus propios fines, y de persecución a todos los sectores opositores y a la prensa no adicta. La influencia de Chávez en el continente creció en una forma directamente proporcional a los precios del petróleo en el mundo.
Su muerte plantea la incógnita de la continuidad de su proyecto ¿Puede hablarse de un chavismo sin Chávez? ¿Seguirá teniendo influencia en América Latina?
Una clave para resolverlo sería observar que actitud tomarán a continuación sus antiguos aliados, los que se beneficiaron a partir de contar con él en el gobierno. Por ejemplo, Venezuela envía 10 mil barriles de petróleo diarios a Cuba. Si los hermanos Castro no hubieran contado con ese suministro vital en todos estos años, ¿habrían podido mantenerse en el poder? Vale la pena pensarlo.
De todos modos, ya que el precio del petróleo, en realidad, estaba menguando en el mundo luego de un récord histórico de 146 dólares por barril en 2008, la influencia de Chávez parecía confinada a su núcleo incondicional: Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y algunas islas del Caribe. Y además, como muchas de sus promesas nunca se materializaron, como es el caso de un gasoducto que debía ir de Caracas a Buenos Aires, y algunos proyectos de infraestructura en Asia y África, y también su fallido intento de hacer entrar a Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU, su estrella iba francamente en cuarto menguante. Por otra parte, su alineación con Irán le terminó jugando en contra mucho más que a favor. Teherán se encuentra sometido a un severo régimen de sanciones internacionales, entre otras razones, por su polémico plan nuclear. El fin de vincular a Venezuela con ese país era muy discutible.
Tan es así que en estos últimos años se vio emerger una figura opositora como Capriles que, si bien perdió las últimas elecciones, supo armarse con un buen caudal de popularidad para disputarle el poder a Maduro, el sucesor designado por el líder bolivariano.
"Capriles es un peligro, porque es un aliado de Estados Unidos," decía un jubilado de La Habana. ¿Cuál es el peligro? ¿Es que, finalmente, sea su oportunidad de convertirse en el próximo presidente de Venezuela? En ese caso, sería interesante ver de qué manera se conducirán gobernantes como Castro, Morales o Correa, despojados del apadrinamiento de Chávez. Por lo pronto, Cristina Kirchner decretó tres días de duelo nacional y se apresuró a viajar a Caracas. Sin duda, le interesa mantener una imagen positiva allí.
Venezuela es un país con un gran potencial y el mundo entero no espera otra cosa que verlo desarrollado. Pero el camino correcto para hacerlo es la libertad y la democracia. La expectativa es que quienes rijan sus destinos a partir de este momento consigan ponerse a la altura de las circunstancias.

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