lunes, 8 de julio de 2013

¿Por qué se llevan a Colón?

Cristina Kirchner asegura que el reemplazo del monumento a Colón por el de Juana Azurduy "no es una decisión caprichosa." Está bien que lo aclare. Para caprichos están sus carteras Louis Vuitton y los cien mil dólares que gastó en zapatos de lujo en París. Las cosas en su lugar.
Entonces, ¿qué le lleva a hacer esto? ¿Qué motivos llevan a remover esta magnífica obra realizada en mármol de Carrara por el célebre artista florentino Arnaldo Zocchi? Balanceándose en el arnés, Colón gira en el aire y en esos segundos en que se queda mirando a la Casa Rosada parece estar diciendo: ¿Qué hice yo para merecer esto?
Ya recostado sobre el andamio de madera, quizás con la paz mental que necesitan las estatuas, agrega: Debo ser el espejo en el que el gobierno no quiere mirarse.
Cristóbal Colón zarpó del Puerto de Palos con la intención de encontrar un camino alternativo a la India. El hecho de que en su periplo se haya topado con un continente es harina de otro costal, tanto es así que murió sin saber que lo había descubierto. La India, en aquellos tiempos, era un gran productor de especias que a los europeos les interesaba comercializar para obtener beneficios económicos. Vale decir, estaban realizando lo que el ser humano está realizando desde, podríamos decir, fines del período neolítico: buscar un beneficio, progresar, lo cual implica, obviamente, perseguir beneficios económicos. El mundo se mueve en función de obtener beneficios. El sistema mundial mismo reposa sobre esa premisa. Todos se especializan en ganar. Nadie se especializa en perder. El ser humano progresa cuando puede ejercer libremente sus facultades creativas en beneficio de sí mismo y de quienes lo rodean. Adam Smith decía que el hombre consigue el bienestar general persiguiendo el interés individual. 
Partiendo de estos conceptos tan claros, entonces, podemos inferir que el intervencionismo estatal en cualquiera de sus formas, con su sinfín de controles, regulaciones, subsidios y prebendas es una falacia que lejos de lograr el despegue de la sociedad, la retiene, la toma como prisionera y altera e interfiere su funcionamiento retrasando su desarrollo y crecimiento. Ese es el espejo en el que el gobierno no quiere mirarse y que quiere destruir a toda costa. La Argentina está asistiendo como nunca a una corriente política de estatismo demagogo que lo único que busca es aumentar el clientelismo político como una forma de acrecentar el caudal de votos para su redil, estrategia que ven como el modo más viable de perpetuarse en el poder. La idea de que el país ofrezca garantías para invertir queda relegada a un segundo plano ¿A quién le importa que la Argentina sea un país serio y confiable si el modelo se basa pura y exclusivamente en capturar votos por medio del otorgamiento de dádivas? ¿A quién le importa que esas dádivas sean pagadas a base de vilipendiar la moneda nacional por emisión monetaria y la consiguiente inflación?
Ningún país ha salido adelante por persistir en la falacia del estado benefactor dispensador de favores sino por poner en primer término un fuerte sentido de iniciativa y responsabilidad individual, la confianza en el espíritu humano, la determinación de superarse y progresar y el anhelo universal de la libertad. Precisamente, se trata de las cualidades que tuvo Cristóbal Colón al llevar adelante su empresa de internarse en el desconocido océano. Su osada labor puede ser un ejemplo. El discurso indigenista niega la hispanidad resultante de los últimos cinco siglos que no fueron ningún regalo sino que se dieron por el esfuerzo y el sacrificio de todas las generaciones que nos precedieron.  
A luz de las cualidades de marras, el estatismo queda expuesto tal como es: extemporáneo, banal, falaz, superfluo, prescindible. Lo que el gobierno está intentando a toda costa es impedir que este mensaje llegue por la simple razón de que no le conviene políticamente. Y para eso, no encuentra nada mejor que destruir cualquier imagen que ayude a difundirlo; en este caso, una hermosa estatua que nos recuerda a un navegante y explorador que creyó en llevar adelante una empresa.
El gobierno no quiere que la gente progrese, trabaje, se desarrolle. En suma, no quiere que la gente se haga cargo de sus vidas. Por el contrario, buscan obtener una masa amorfa y anodina dependiente de los planes sociales para acrecentar su redil de electores y asegurarse que sean dependientes en ese redil. Los amos saben muy bien que las ovejas nunca atrancan el corral en que comen y sobreviven. Toda persona que se torna dependiente del estado es una persona menos que podría contrarrestar el régimen existente.
Por las mismas razones, tampoco quieren que la gente haga lo que hizo Colón: descubrir algo. Descubrir es un mal ejemplo para un gobierno que todo lo que hace está equivocado y todo lo que dice es mentira.

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