martes, 4 de septiembre de 2012

Había una vez un rey

Había una vez un rey que decía, "Después de mí, el diluvio." Cristina Kirchner parece estar diciendo, "Antes de mí el diluvio, después de mí, la redención."
En su discurso de ayer con motivo del Día de la Industria, ante más de 1.500 empresarios en el predio ferial de Tecnópolis, la presidenta hizo una auténtica autodefensa de sí misma. Al mejor estilo estalinista de apología del régimen, el acto comenzó con la proyección de un video en el que se presentaba la historia del país en dos etapas claramente definidas, la "desindustrialización" iniciada en 1976, y la "recuperación " de la misma a partir del 2003. En otras palabras, dentro del kirchnerismo, todo; fuera del kirchenrismo, nada. Además, defendió las restricciones a las importaciones y los controles de compraventa de divisa extranjera. En su defensa de las políticas instrumentadas por la Casa Rosada, la Presidenta resaltó las medidas de restricción para el acceso al dólar. "Tenemos que utilizarlo para pagar las importaciones y que la industria no detenga su marcha, y para el pago de la deuda." El discurso duró unos 90 minutos y los aplausos fueron pocos y más bien sobrios. Tal vez los invitados estaban más interesados en comer que en aplaudir. Está bien: de carne somos.
Uno se pregunta, ¿qué sentido tiene esto? ¿Qué sentido tiene emplear la cadena nacional para intentar convencer a alguien de que los argentinos vivimos punto menos que en un paraíso? El gobierno debe ignorar,  seguramente, que el ciudadano no necesita que le digan qué hacer, qué decir y qué pensar.  "Los dólares que se obtienen deben ser destinados a las importaciones y pagos de deuda," dijo la presidenta como si le estuviera hablando a chicos. No debiera extrañarnos. Es la misma actitud de un gobierno que insiste en endilgar al periodismo la causa de todos los males habidos y por haber. Por otra parte, el uso tan abusivo de la cadena nacional no es propio de un país serio.
No es el gobierno el que le tiene que decir qué hacer a los ciudadanos. Son los ciudadanos los que depositan la confianza en un gobierno que los represente, por tiempo limitado, para llevar adelante la voluntad popular. En eso consiste, en esencia, el contrato social formulado por Rossueau, base de todas sociedades modernas. Los graves problemas de inflación, corruptela, deterioro de la infraestructura e inseguridad que afectan al país no se solucionan soslayándolos olímpicamente -que fue la actitud que tuvo la oradora durante todo su discurso en el que ni siquiera los mencionó- sino con administraciones sensatas y responsables que se desempeñen de esa manera a través de los años: sensata y responsablemente. El evento de ayer del Día de la Industria fue el acto del conformismo y la obsecuencia. Simplemente, una muestra de los ingredientes esenciales que sostienen en el poder a un gobierno totalmente inepto y absolutamente mediocre en la conducción de un país moderno en el actual contexto de un mundo moderno y civilizado. La actitud de este gobierno de atribuirse el monopolio de la sabiduría es una muestra de la soberbia y arbitrariedad que lo caracteriza. ¿Qué se dice? Gracias.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario