jueves, 18 de julio de 2013

Diecinueve años de impunidad

El 18 de julio de 1994, un coche-bomba fue estrellado contra la sede de la AMIA en Buenos Aires causando la destrucción total del edificio, arrojando un saldo de 85 muertos y unos 300 heridos. 19 años después, en el acto de conmemoración frente a la sede de la mutual judía no estuvieron presentes ni la presidenta ni el vicepresidente ni el canciller de la nación. ¿Por qué? Porque, en definitiva, ya no tenemos nación. Con su ausencia, ellos se encargaron de ratificarlo.
Y digo que ya no tenemos nación porque un país que ha tergiversado su orden de prioridades deja de existir como tal para convertirse en otra cosa. Lejos de buscar el esclarecimiento del caso y el juicio y castigo a los culpables, el gobierno de la "década ganada" le vuelve el rostro a la herida y dice "acá no ha pasado nada." Una manera de legitimar el dicho "el que calla otorga" por intereses políticos. El tan mentado Memorándum de Entendimiento con Irán es un pacto de silencio para que el gobierno se saque de encima el lastre de investigar este caso hasta las últimas consecuencias como corresponde y así, libre del fardo, poder moverse con más comodidad en los terrenos que tan bien conoce y tanto le conviene; a saber, mantener a su séquito de seguidores y obsecuentes de las más diversas jerarquías por medio del otorgamiento de subsidios y dádivas, sostener su nube de complacencia mediática, y avasallar a la justicia y a la prensa independiente con su "ley de medios" y todo tipo de leyes y disposiciones delirantes funcionales a los intereses del poder de turno. En 2007, Interpol había ratificado las acusaciones de la justicia argentina efectuadas el año anterior acusando al gobierno iraní de planificar el atentado y a la organización extremista Hezbollah de ejecutarlo. Según la investigación de la fiscalía, Argentina fue elegida como blanco del ataque tras la decisión del gobierno argentino de suspender un acuerdo de transferencia de tecnología nuclear a Irán. Interpol ha requerido a Irán la extradición de sus ciudadanos acusados por el ataque para ser juzgados en Argentina o bien en un tercer país, pero el gobierno iraní jamás accedió. El canciller Timerman dice que el memorándum "es todo lo que se pudo conseguir." Y ni siquiera se toma el trabajo de aclarar qué se consiguió. Yo se los voy a decir: absolutamente nada. Eso resume su moral. Eso nos dice en manos de quiénes estamos los argentinos.
Hace dos mil años, el corrupto gobernador de una remota provincia romana se lavó las manos y selló el destino de un inocente carpintero. Hoy la historia se repite y 85 muertos no encuentran paz gracias a la inacción de un gobierno inepto que como nunca da cabales muestras de su ineptitud. Pero la presidenta Cristina Kirchner autorizó una partida adicional de cinco millones de pesos para Tecnópolis e inauguró una fábrica de bicicletas que nunca serán montadas por los 85 muertos que esperan paz en su tumba. Y ni siquiera los mencionó.
El atentado a la AMIA fue una afrenta contra la comunidad judía, fue una afrenta contra el pueblo argentino, fue una afrenta contra la raza humana. Diecinueve años más tarde, la impunidad es la herida que sigue abierta y atraviesa a todos.

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