miércoles, 20 de junio de 2012

Un contrato social único en la historia

Estados Unidos declaró la independencia de Gran Bretaña el 4 de julio de 1776. Inmediatamente, este país puso en práctica un contrato social único en la historia. Es en Estados Unidos donde la democracia y la república adquieren verdadera forma luego de siglos de lucha por derrotar al poder despótico de reyes y tiranos. Es allí donde el imperio de la ley adquirió valor real, impulsando una serie de instituciones que convergen en proteger al individuo frente al avasallamiento del estado. Es allí donde se pone en práctica por primera vez el sabio sistema de contrapesos entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, cada uno con espacios bien delimitados de acción y equilibrios permanentes, el sistema conocido como "checks and balances," según la tradición anglosajona.
No existe otro ejemplo similar en la historia de las naciones donde un grupo de hombres promueven una revolución para liberarse de la potencia colonial y al mismo tiempo tienen la madurez y la grandeza de establecer las bases de un gran país, con el respeto de la ley, la libertad y los derechos de las personas como consignas centrales.
Esta concepción moral de los llamados “Padres Fundadores” (Madison, Jefferson, Hamilton, etc.) estuvo presente desde el inicio mismo en que decidieron plantarse frente al poder inglés en rebeldía a impuestos que se definían en la isla sin representación de las colonias americanas, o en la osadía de plantear la idea del “destino manifiesto” para la nueva nación, por la cual legiones de hombres en carruajes salían a poblar y laborar semejante territorio hasta llegar a las costas del Pacífico, o en la negativa de George Washington a presentarse a un tercer mandato como presidente cuando era un líder intocable alegando los beneficios de la alternancia en el poder. O también en la brillante construcción de una cultura del trabajo y la superación personal, que se conoce como la “american way of life” la cual permite que la mayoría de los ciudadanos puedan iniciar sus emprendimientos en paz y decidir sus proyectos de vida en libertad. Y también en el federalismo, donde son las provincias las que constituyen la nación, cobran los impuestos y coparticipan al estado federal. Y no fue otro que Domingo Faustino Sarmiento quien dijo, "Nunca hemos dejado pasar el 4 de julio sin recordar que ese día principia la historia del mundo moderno y el advenimiento de la república como forma de gobierno de las naciones venideras, por desesperados que sean los esfuerzos que las viejas instituciones hagan por prolongar algunos años más su existencia."
Es este el país que ha crecido hasta ser el más poderoso de la Tierra.Y en este punto, la realidad, lo innegable, es que un mundo con el liderazgo de Estados Unidos ha sido y es mucho más previsible y justo que lo que ha sido con cualquier otra potencia en la historia (romanos, árabes, españoles, ingleses, etc.).
Nunca en toda la historia de la humanidad, un país se ha comportado de manera tan magnánima con sus vencidos como Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial.
Por supuesto que, como toda creación humana, Estados Unidos es imperfecto. Ha tenido y tiene muchos errores y flancos débiles. Por nombrar solo algunos podemos recordar la lenta lucha para derrotar la segregación racial, algunas intervenciones en el exterior con marcado predominio de sus intereses (México, Panamá, Vietnam, etc.) Incluso, la serie de desencuentros que nuestro país ha tenido con Estados Unidos y que han calado hondo en la memoria colectiva. Por ejemplo, la imprudente intervención del embajador Spruille Braden en la campaña electoral de 1946 en contra de la elección de Juan Domingo Perón, o la cercanía con Brasil después de la Segunda Guerra Mundial. Estos y otros hechos han generado una dialéctica de confrontación que perdura y se reedita con frecuencia, haciendo que una buena parte de los argentinos tome un lógico partido de defensa nacional en contra de la “injerencia” yanki.
Es comprensible que el efecto que genera el despliegue del poder americano por el mundo sea motivo de recelo: sus bases militares, sus campañas bélicas, sus supuestas intenciones de adueñarse del petróleo de Medio Oriente, etc. En una sociedad conectada en red como la actual, todo lo que sucede se conoce en minutos. Y cada acción de un líder mundial como Estados Unidos genera reacciones, protestas y todo tipo de efectos simbólicos negativos. Pero nunca se menciona que muchas de estas acciones están precedidas de resoluciones de la ONU (Irak, por ejemplo) y sin criticar de igual manera a los eternos espectadores de la abstención (China, India, Rusia) que asisten a los acontecimientos de invasión y guerra protagonizados por Estados Unidos con la misma parsimonia que los espectadores de un circo romano.
Además, incluimos las razones que tienen que ver con el recelo y los reparos que generan la “american way of life”. Hay una rara ecuación que suele hacernos admiradores de las cosas que los norteamericanos crean y difunden (Facebook, Disney, el HBO, la NBA, el Super Bowl, McDonalds, hasta el mismo idioma inglés) y al mismo tiempo, detractores de todas estas supuestas maniobras de “imperialismo cultural” deliberado por dominar las mentes de los ciudadanos del mundo.
Estos motivos de recelo, si se quiere, son "aceptables" al menos desde cierto punto de vista, pero creo que puestos en una balanza, las contribuciones que Estados Unidos le ha hecho al mundo son muy superiores a todos los errores y falencias en que pudo haber incurrido. Y respecto a la Argentina, un análisis someramente objetivo nos llevará a la conclusión de que sería muy hipócrita culpar a este país de nuestros fracasos, crisis y atrasos. No existe ninguna razón para culpar a los yankis de nuestro histórico subdesarrollo.
Creo que los argentinos haríamos mucho mejor si destináramos menos energías y pensamientos a todo lo malo de Estados Unidos (que, insisto, sí lo tiene) y mucho más a crear, desarrollar emprendimientos, participar en política, comprometerse con la sociedad, superarnos en las tareas de cada día, exportar productos al mundo, etc. Países soberanos muy cercanos a nosotros, como Brasil, Chile, Uruguay o Colombia han demostrado que una relación inteligente con Estados Unidos es posible, que ganar respeto no es cuestión de discursos y gritos y que tenemos mucho por aprender de un pueblo laborioso en el que cualquier ciudadano puede progresar en función de sus capacidades. En esencia, en eso consiste el contrato social norteamericano; un contrato social único en la historia.
Es que en este país hay un verdadero consenso de cumplimiento y respeto natural a la ley. Aún en en un año electoral como el actual, la política parece algo siempre secundario para el ciudadano común. Para ese hombre común, en cambio, lo que verdaderamente importa es la ley. Si entre todos la respetamos, parece ser el consenso tácito, todo andará mejor.
Estados Unidos, igual que Argentina, es imperfecto. Ser menos anti-yankis nos ayudará a ser más pro- argentinos, que en definitiva, es la verdadera deuda que tenemos. No solo en los discursos, sino en el terreno que realmente vale: en lo que hacemos cada día para hacer bien la parte que nos toca y sumar para un país y una sociedad mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario