martes, 10 de diciembre de 2013

El principio del fin

Es el principio del fin de la era "kerner." Son los últimos dos años del modelo que significó la consagración del experimento populista en la Argentina. Experimento que comenzó en 1945 cuando el lema era "los dólares no se comen" y que fue el causante de la involución y decadencia de la nación en todos los órdenes. El modelo ha obligado al campo a subsidiar a las ciudades, ha repartido todo tipo de subsidios a los votantes. Los precios de muchos bienes y servicios están controlados y un estado intruso interfiere en la economía, en los ahorros y en todas las actividades lícitas de las personas. El gasto público, por ejemplo, que representaba el 35 por ciento del PBI hace cinco años, asciende ahora al 46 por ciento. Es decir que con el fin de financiar el modelo Kirchner, el gobierno tuvo que asumir el control de las pensiones privadas, donde se concentraban los ahorros internos y las reservas del Banco Central. Y también, más impuestos fueron establecidos sobre los agricultores, que contra viento y marea han seguido siendo visionarios, tecnológicamente avanzados y productivos. La mitad del déficit fiscal del año pasado ha sido financiado con el dinero de las pensiones nacionalizadas y las reservas del Banco Central.
El gobierno intenta frenéticamente evitar la fuga de capitales y la pérdida de reservas, para lo cual instrumenta todo tipo de medidas arbitrarias y claramente inconstitucionales. Así y todo, se encuentran con que es imposible frenar ese drenaje. ¿Por qué? Porque no están dadas las condiciones para dar un marco de estabilidad institucional que favorezca la inversión privada. Por el contrario, hay un clima de imprevisibilidad cuya causa principal es el manejo demagógico del gasto público en los últimos diez años. Y el síntoma más importante de estos manejos desastrosos es utilizar el dólar como ancla. Eso hizo acicatear la demanda, y que la moneda norteamericana se dispare en el mercado paralelo, exacerbando aún más el clima de imprevisibilidad e inseguridad jurídica que se vive a diario en el país.
Pero el verdadero problema no es el dólar sino el aumento del gasto público. Este gasto público, que en los últimos años ha alcanzado niveles demenciales, es la primera causa del desequilibrio y no hay funcionario que se atreva a tomar medidas para corregir ese desfasaje. ¿Quién va a congelar los sueldos de los empleados públicos que se han multiplicado en estos últimos años, aunque su productividad sea casi nula? ¿Quién recortará los subsidios a los empresarios amigos del gobierno?
Otro problema es la consecuencia del déficit financiado con emisión monetaria. En ese sentido, el afán el gobierno de retener los dólares en el país sólo tiene parangón con la ansiedad de la gente de desprenderse del peso: todo aquel que le sobra un peso quiere cambiarlo inmediatamente por billetes verdes. La moneda nacional ha sido pulverizada y, de hecho, podemos afirmar que ya no existe. El financiamiento del déficit con inflación es la marca distintiva de este modelo demagogo, populista y complaciente.
En otro orden de cosas, los robos y saqueos que se registraron en estos días dieron cuenta de la ineficacia oficial en el manejo de una crisis. Hubo saqueos que dejaron muertos y heridos en distintos lugares del país. Sólo en Córdoba, donde comenzaron, hubo dos muertos y varios heridos de bala. La falta de autoridades de todos los niveles en esa provincia fue patética. El gobernador De la Sota ni siquiera estaba en el país, y la gestión pública mostró una falta de reflejos y de capacidad de respuesta que es alarmante.
Como es alarmante la desviación que se está produciendo “en un sistema y una cultura jurídica edificada en más de 140 años,” según expresa el comunicado del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, en repudio a las reformas propuestas al Código Civil promovidas por el oficialismo, las cuales, por ejemplo, reducen las leyes a 3.315, sin que los textos hayan publicados ni analizados. Los abogados advierten que los funcionarios tendrán ventajas para eludir su responsabilidad. Afirman que se rompe el principio de igualdad ante la ley y que se coloca al ciudadano en una situación de indefensión ante el estado. La Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, por su parte, expresó su preocupación “por la forma inusitadamente acelerada” con que se trataron los cambios y sostuvo que “el Poder Ejecutivo presionó al Congreso para lograr la media sanción en el Senado antes de la fecha (hoy) de la próxima renovación de bancas.” Indicó que, sin debate, se introdujeron modificaciones que eximen de responsabilidad civil a funcionarios y que cambian el concepto de persona y de familia. El controvertido proyecto de ley fue votado a las 4:30 de la madrugada, luego de un tedioso debate de 12 horas, cuando el kirchnerismo se quedó en soledad luego de que la oposición se retirara del recinto del Senado, con 39 votos a favor y sólo uno en contra. Una prueba de que las decisiones se toman cuando el ciudadano (en este caso representado por la oposición) está ausente.
Esta es la situación del país al cabo de un régimen que hoy comienza a transitar sus últimos dos años. La justicia sometida, la red de obsecuencia mediática, el deterioro institucional, la desatención en las áreas sociales, la fuga de divisas, la arbitrariedad sin límites, la incompetencia en todos los órdenes y el más absoluto delirio fueron sus características. El kirchnerismo nos deja un país desfigurado, una república sin ciudadanos y una democracia desvalida. No hay política energética, la Argentina se cierra en sí misma, hay una gran indigencia y pobreza, los transportes están colapsados y no hay un rollo de gasa en los hospitales. Los acólitos de este gran proceso son Cuba y Venezuela y sus maravillosas revoluciones (maravillosas para darles la espalda, se entiende).
Es el principio del fin del modelo. Como suele ocurrir cuando un líder está en declive, su influencia comienza a resquebrajarse y empieza a quedarse cada vez más solo. Lo vimos con Alfonsín, que se fue del poder seis meses antes de que terminara su mandato en medio de un país en llamas por la hiperinflación y los saqueos como los que se repitieron ahora. Lo vimos con Fernando De la Rúa y su emblemática partida en helicóptero de la Casa Rosada. ¿Lo veremos con Cristina Kirchner? A propósito, los saqueos y los acuartelamientos de las distintas policías en reclamo de mejoras salariales se extendieron como un reguero de pólvora a Entre Ríos, Chaco, Buenos Aires, La Rioja, Catamarca, Río Negro, San Juan, Tucumán, Neuquén y Santa Fe. ¿Son estos hechos de inusitada gravedad un prolegómeno de sucesos aún más graves en un país que suele tropezar con crisis inesperadas en verano? La respuesta la debe dar el nuevo Congreso que hoy asume sus funciones.

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