sábado, 2 de abril de 2011

La ayuda internacional en el contexto económico actual

Las políticas de ayuda económica a los países del tercer mundo parecen, en principio, muy altruistas. La verdad es que si la ayuda se entiende como ayuda a los gobiernos del tercer mundo, estas políticas sólo sirven para agravar el problema en lugar de resolverlo de raíz. La escena es que si esa ayuda llega a dictadores como Omar Khadafi o cualquiera de las otras dictaduras africanas, sólo se logrará inflar aún más las cuentas bancarias que aquellos déspotas tienen en Suiza, es decir, aumentar la corrupción. Veamos en que consiste una ayuda internacional auténticamente provechosa en el marco de las condiciones económicas del mundo de hoy.
Si hay ayuda, ésta debe ser cuidadosamente centralizada hacia el sector privado y sometida a vigilancia en todas sus instancias para que cumpla con la finalidad prevista, que es crear empleo en primer término.
En realidad, la ayuda más efectiva que los países democráticos pueden prestar a los países pobres es abrirles las fronteras comerciales, recibir sus productos, estimular los intercambios y llevar adelante una adecuada política de incentivos y sanciones para lograr su democratización, ya que el despotismo y el autoritarismo políticos son el mayor obstáculo que hoy enfrentan los países pobres.
La ayuda económica que ha de crear empleo, traducida en forma de inversiones, se dirige a los países que ofrezcan mayor seguridad jurídica. Cuanta menos seguridad ofrezca un país, más alto rendimiento tendrá que ofrecer la inversión.
En cuanto a la distribución del valor agregado, entendiéndose como tal la diferencia entre los precios de mercado y los costes de producción, ésta se realiza de acuerdo a las reglas del mercado, mientras que la parte que toma el estado para cumplir sus indelegables funciones de salud, educación, justicia y defensa del país debe ser predecible. Esas funciones no sólo apuntalan la seriedad y previsibilidad de una sociedad sino que combaten el desempleo y la exclusión social con mayor eficacia que cualquier política estatista de intervención económica.
Los gastos públicos del país deben ser cubiertos con recursos genuinos, tanto en la época de buena recaudación como en la mala; sin recurrir a expropiaciones de reservas con que cuenta el país, ni entrar en atraso en el pago de la deuda pública ni emitir papel moneda sin respaldo y la consecuente inflación.
Invertir una parte importante del valor agregado a la inversión es, asimismo, otro punto muy importante. China invierte el 42% de su valor agregado para la inversión y, como resultado está creciendo al 12% anual. También la Argentina entre 1880 y 1914 invirtió un 40% del valor agregado, y se produjo el despegue del país que alguna vez fue la séptima u octava economía mundial.
La economía es la ciencia que estudia la distribución de bienes y servicios. Es evidente que para distribuir, primero hay que producir. Nadie puede distribuir lo que no se ha producido. Además, para producir, antes hay que invertir. Este capítulo es muy importante y por eso es fundamental que las reglas de juego se cumplan.
Hay un factor de progreso que puede ayudar tanto a los países ricos como a los pobres: la inmigración. Al tiempo que la salida de inmigrantes funciona como válvula de escape para las economías de los países emisores, ellos aceptan, en las sociedades que los reciben, trabajos por paga y condiciones que nadie quiere aceptar; con lo cual, además, se ratifica la primera ley de la inmigración, una ley no escrita que ha quedado borrada por una larga data de prejuicios sumamente arraigados en lo que a este tema se refiere: el inmigrante no quita trabajo, lo crea y tanto para el país que lo recibe como para el emisor, directa e indirectamente, es un verdadero factor de progreso.
Así, el adecuado uso de los recursos del sector dinámico y productivo es la mejor garantía para las perspectivas a largo plazo y un proyecto común.

No hay comentarios:

Publicar un comentario