miércoles, 14 de diciembre de 2011

El verdadero sentido de la economía

Una de las razones por las que las ideologías de intervencionismo estatal (léase socialismo) están destinadas al fracaso es que confunden causa con efecto. Cuando hay desempleo, estas políticas buscan frenéticamente la creación de nuevos puestos de trabajo. Es ciertamente honorable el intento de aumentar el empleo, y no se trata de restarle importancia a una situación de desempleo cuando ésta tiene lugar. Pero tenemos que ser muy cuidadosos en entender primero qué ocurre en la fase anterior: la producción de bienes y servicios. Es una ley de causa y efecto. No podemos fijar la vista en el efecto soslayando alegremente la causa.
El verdadero sentido de la economía no es crear empleos. Si de crear empleos se tratara,
todo lo que el gobierno tendría que hacer es mandar a construir cien pirámides en el desierto. Eso va a crear trabajo para mucha gente. O mil pirámides.
Así, estas políticas van al efecto, no a la causa real del problema. El verdadero sentido de la economía es producir bienes y servicios. Es en la producción de bienes y servicios que se efectiviza la creación de nuevos puestos de trabajo, ya que se hará necesaria la participación de quienes han de desempeñarlos.
Ahora bien, ¿quién determina cuáles bienes y servicios serán producidos, de qué manera se colocarán al alcance de los consumidores y cómo serán distribuidos en las comunidades, entre otros factores? La economía de mercado no es más que un parco sistema de señales que da la respuesta a todo eso. El mercado, en sí mismo, es un contrato social, una abstracción representada en la práctica por millones de participantes que interactuando a diario dan estas señales, las que permiten saber qué artículo será producido en el mercado, qué características tendrá y qué precio va a tener.
El eminente filósofo y economista escocés Adam Smith, uno de los pilares del pensamiento liberal contemporáneo, autor de La Riqueza de las Naciones, escribió: "Los controles estatales sobre la economía desvían al comercio de sus cauces naturales. Así se retarda, en lugar de acelerar, el progreso de la sociedad hacia una riqueza y grandeza verdadera y disminuyen, en lugar de acrecentar, el valor real del producto anual de sus tierras y del trabajo. Cuando todos estos sistemas desaparecen, el sistema simple y obvio de la libertad natural se establece espontáneamente."
Al realizarse de esta manera la producción de bienes y servicios, la toma de empleados será un corolario, una consecuencia de una causa previa. Esa causa, luego, es la producción de estos productos y servicios útiles y necesarios que serán requeridos por quienes los compren.
Las políticas estatistas, simplemente, rechazan la noción de que la economía se mueve en base a desiciones que cambian constantemente, ya que esas decisiones son tomadas libremente por los ciudadanos interactuando en el marco de un mercado que se mueve en formas elaboradas y complejas que van mucho más allá de cualquier planificación estatal. La aptitud para operar libremente en el mercado, basándose siempre en la claridad y la transparencia institucional, es lo que explica el progreso, la paz social y el bienestar para todos. Por el contrario, el estatismo es el responsable de instalar un mito neo-populista de intervencionismo que lo único que trae es atraso, declinación y caos mientras busca instaurar un modelo colectivista de nación.

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