viernes, 2 de diciembre de 2011

Otro ladrillo en la pared

Los graves incidentes registrados en la madrugada de hoy frente al edificio de la Legislatura Porteña mientras se votaba el proyecto para reemplazar el actual sistema de designación de docentes nos ilustra hasta que punto la educación pública en la Argentina es una de las muestras más cabales de su propia decadencia. Educación transformada en formación doctrinaria del populismo izquierdista. Colegios como el Pellegrini o el Nacional Buenos Aires, emblemas hace algunas décadas de exigencia y trabajo, han sido convertidos en simples comités políticos formadores de cuadros marxistas. Docentes rompiendo vallas de contención, tirando piedras a la policía, golpeando a una legisladora no merecen llamarse docentes sino idiotas útiles. ¿Qué autoridad puede tener un "profesor" que se encapucha el rostro, que tira piedras, que derriba vallas de contención y que le pega a una mujer? El solo pensar que los alumnos de hoy serán los dirigentes del mañana preocupa que la instrucción y el ejemplo que reciben de sus maestros les distorsione su postura ante la vida. Cuando vemos, además, como en este caso, que grupos de personas que en supuesta "defensa de la democracia" atacan las instituciones básicas de la misma, estamos asistiendo a un hecho tan lamentable como recurrente: en la Argentina actual está virtualmente legalizado que sectores políticos o sindicales de los más diversos orígenes mantenga sitiada una institución, una ciudad y -por qué no- hasta el país entero buscando legitimidad para sus más diversos reclamos. Y lo peor es que esa mentalidad suele encontrar eco en las altas esferas políticas, que se supone deben tener un rol ejemplar en cuanto a marcar las pautas de la convivencia civilizada en democracia.
La Argentina llegó a ser grande por un conjunto de valores claros y transparentes: la familia, la escuela, el trabajo, la palabra empeñada, la voluntad de grandeza aún en el disenso. Por el contrario, las conductas antisociales como las registradas anoche desvalorizan el espacio social y tergiversan el tejido social mismo. El país debe volver inmediatamente a estos valores que lo formaron y engrandecieron y que, no por casualidad, son los mismos que enriquecerán grandemente a la sociedad si se los vuelve a poner nuevamente en práctica.
Desde su obra The Wall, la banda Pink Floyd realiza una severa crítica al excesivo autoritarismo del sistema educativo inglés de la época de posguerra, tal como se ve reflejado en el tema "Otro ladrillo en la pared." La alternativa al autoritarismo no es el caos. Ambos extremos son insanos.
No es bueno no pensar, no reflexionar, no medir las consecuencias, hacer algo simplemente porque el otro lo está haciendo aunque sea de una demencia total como estos hechos que lamentablemente, insisto, llegan a ser "normales" en un país que parece haber perdido todo sentido no sólo de sus valores sino también de su dignidad.
¿Qué fue lo único que se logró? Que cada vez más padres porteños hagan denodados esfuerzos para ahorrar peso sobre peso y así poder anotar a sus hijos en escuelas privadas donde profesores capacitados instruirán responsablemente a sus educandos.

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