jueves, 12 de abril de 2012

Humpty Dumpty

Humpty Dumpty es un personaje de una rima infantil inglesa que data de principios del siglo XIX. En algunas traducciones al castellano se lo conoce como Zanco Panco. Según la rima original, este personaje estaba sentado sobre una pared desde donde sufre una gran caída, y entonces "ni todos los caballos ni todos los hombres del rey lo pudieron recomponer." Mientras nuestro personaje estuvo sobre esa pared, no hubo problema. El drama fue que se cayó.
Es exactamente lo que puede pasar en la Argentina actual. Ahora está todo bien. Ahora. En cualquier momento, esto estalla.
Está todo prendido con alfileres. El modelo iniciado por él (perdón, ÉL) hace agua. El solo hecho de que haya un vicepresidente vinculado a una empresa que está rodeada de una nube de sospechas de corrupción es por demás elocuente. Partiendo de ahí, la situación es lamentable.
Un funcionario que para eludir una investigación ataca a la prensa y a la justicia se desempeña mal. Mientras aún estaba en funciones, el ex procurador general Esteban Righi fue objeto de una feroz diatriba por parte del vicepresidente Amado Boudou, quien lo acusó de no disciplinar a los fiscales que investigan a los funcionarios. En la embestida cayeron también el fiscal Carlos Rívolo, que lleva adelante el caso, y el juez Daniel Rafecas, a los que Boudou acusó de "colaborar con la mafia." (sic).
La actitud de Boudou es muy peculiar. No se está moviendo con la serena dignidad de alguien que no tiene nada que ocultar. Como funcionario público, debiera saber que si un funcionario se entera de un delito tiene la obligación de denunciarlo porque si no también delinque. ¿Qué problema tiene con que la justicia lo investigue?
En realidad, los increíbles avatares del "Ciccone-gate" representan apenas una muestra de las grietas del actual modelo. Sobran los ejemplos.
Hicieron sacar a todo el mundo la tarjeta SUBE amenazando con un aumento de tarifas que nunca llegó pese a las colas de varias horas bajo el sol de febrero. Amagaron también con quitas al subsidio e instalaron una cruzada publicitaria con funcionarios y miembros de la farándula que renunciaban a su beneficio, pero el operativo no prosperó y el ahorro fiscal fue insignificante. Sacaron a la Policía Federal del subte y la volvieron a poner al día siguiente. En todo, parecen dar dos pasos adelante y uno atrás. En cuanto a una "probable" intervención de YPF, la situación de la empresa es que está en una nebulosa de incertidumbre.
La educación se cae a pedazos, moral y materialmente. Las escuelas carecen de servicios (gas, instalaciones sanitarias adecuadas, etc.), el mantenimiento es escaso y el material didáctico empleado es obsoleto. En muchos casos, se siguen empleando los viejos mapas de Europa y de Asia en los que todavía aparece la URSS. Por lo menos, que le pongan un cartel que diga "No, gracias."
Además, como si fuera el ritual de alguna religión pagana, hay conflictos para empezar el ciclo lectivo año tras año debido al accionar de sindicatos docentes que son tan de izquierda que darían envidia al mismísimo ERP.
Siguiendo con la calidad institucional, el canal 7, en vez de ser empleado como una auténtica opción de televisión pública como en los países más avanzados, ha sido convertido en una usina de obsecuencia y de conformismo oficialista.
Volviendo al caso Ciccone, las alusiones al poder mafioso por parte del vice sólo demuestran la falta de estrategia de comunicación del kirchnerismo para salir del paso. La estrategia de denunciar una conspiración corporativa es absurda, por decir lo mínimo indispensable. Magnetto no puede ser, como dice el conocido bolero, el culpable de todas sus angustias y todos sus quebrantos. No puede estar detrás de todas las desventuras del kirchnerismo como un demonio, ubicuo e infalible. No levantó la quiebra de Ciccone, ni encargó la impresión de billetes a un costo de 50 millones de dólares a una empresa cuyos actuales dueños son un  misterio. Por otra parte, no se entiende cómo la presidenta del BCRA se obstina en contratar la impresión de nuevos billetes con una empresa tan cuestionada.
Esta misma ineficacia en el manejo de una crisis institucional sin precedentes pareció practicar el gobierno con el desastre que produjo la tormenta del miércoles 4 en el conurbano bonaerense. Largos cortes en el suministro de agua y electricidad generaron robos, saqueos y violentas protestas con cortes de avenidas y autopistas. Las quejas sobre la falta de autoridades de todos los niveles estuvieron a la orden del día y la gestión pública mostró una falta de reflejos y de capacidad de respuesta que es alarmante.
Como es alarmante la situación económica, la cual merece un capítulo aparte. La corrosiva inflación no da tregua. El país ostenta el dudoso privilegio de acreditar la inflación más alta de América del Sur, doblando y hasta triplicando los índices inflacionarios de los otros países; algo que también habla por sí solo. Mientras tanto, la inflación de Brasil se desacelera. En marzo, hubo una suba del 0.21% contra el 0.45% de febrero, en línea con el objetivo de cerrar el año 2012 con un alza total del 4.5% frente al 6.5% de 2011. El freno de la inflación es una condición indispensable que se impuso la presidenta Dilma Rousseff para lanzar todo un programa de exenciones tributarias para impulsar el crecimiento de la sexta economía mundial. En este caso particular, la inflación argentina llega a quintuplicar la brasileña.
Hay escasez de productos en todos los supermercados. ¿Por qué? Porque nadie tiene interés en producir algo si la inflación le va a impedir capitalizar cualquier ganancia.
Desde Estados Unidos, se analizan nuevas sanciones económicas contra la Argentina como respuesta a la política de restricciones a las importaciones por parte de nuestro país, y por "la falta de transparencia" con que se aplican.
Y así, podríamos seguir enumerando irregularidades. Tomemos el caso de los ferrocarriles. Las deficiencias de este servicio tan importante para el traslado de personas en Capital Federal y Gran Buenos Aires incluyen  incumplimiento de horarios, falta de personal en las boleterías, funcionamiento defectuoso de máquinas expendedoras de boletos, puertas que se abren con el tren en plena marcha, temerarias maniobras que hacen que el tren se detenga, de marcha atrás y avance un par de estaciones por la vía contraria, y falta de higiene en estaciones y trenes que ya parecen verdaderas pocilgas rodantes.
En una de sus ya habituales diatribas, el vicepresidente Boudou afirmó, "a mi no me van a voltear con dos o tres tapas de un diario."
No, señor vicepresidente. A usted no lo va a voltear la tapa de ningún diario. A usted lo vamos a voltear nosotros, el pueblo, y su caída puede ser acelerada como la de Humpty Dumpty, porque la actitud de este gobierno de pretender justificarse en algo argumentando que obtuvieron el 54 por ciento de los votos en los comicios de octubre próximo pasado es tan pueril que no resiste el menor análisis. Mauricio Macri obtuvo el 60 por ciento de los sufragios. ¿Eso quiere decir que tiene un 6% más de razón que el gobierno?
Martin Luther King decía que llega un momento en que el hombre se cansa de ser pisoteado por los pies de hierro de la opresión. La Unión Soviética no cayó por lo que decía el Washington Post o el New York Times, sino porque el hombre se cansó. Si el kirchnerismo tiene miedo de caer, no va a ser por lo que diga La Nación o Clarín sino porque nosotros, el pueblo, estamos cansados de la inflación, de la inseguridad, de la incapacidad, de la obsecuencia, de las sospechas de corrupción, del clientelismo, del deterioro de la educación, los servicios y las instituciones, de la sensación de que las decisiones se toman a espaldas del ciudadano, y en definitiva de un gobierno kirchnerista que no parece capacitado para dar soluciones a uno solo de estos problemas e irregularidades que afectan a toda la nación. Particularmente, estamos cansados de un gobierno kirchnerista empecinado en aferrarse a su visión histérica y paranoica de que detrás de un simple diario que la gente compra en el kiosko hay una conspiración corporativa para derrocarlo, con lo que pretenden justificar la incapacidad y la mediocridad con que están administrando el país.
Tal vez el mal radica en que la política argentina ha sido siempre el juego de uno solo. Un único actor ocupa la totalidad de la escena, y lo hace durante años. Lo hizo Perón durante diez años, lo hizo Menem durante diez años y medio, y lo está haciendo el kircherismo desde hace nueve años. Un verdadero monopolio que habla de una falta de cultura cívica, más que una falla del gobierno de turno. Es la consecuencia de la falta de alternativa y alternancia, dos factores fundamentales para la vida en democracia. El unicato de poder implica el unicato de corrupción, incapacidad y mediocridad.
El 26 de junio de 1963, mientras hablaba frente al muro de Berlín, John Kennedy conmovió al mundo con su inmortal "Ich bin ein Berliner." El 9 de marzo de 2009, Néstor Kirchner conmovió al país (o no conmovió absolutamente a nadie) con su inmortal (o no tanto) "¿Que te pasa, Clarín? ¿Estás nervioso?" Es la diferencia entre la calidad institucional de un líder del primer mundo y uno del tercero.

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