sábado, 24 de noviembre de 2012

Créalo: el socialismo empobrece

Economistas asociados con el Fraser Institute y el Cato Institute, dos de los foros de discusión, investigación y análisis independientes más importantes de Canadá y Estados Unidos, respectivamente, han investigado las consecuencias de la mayor o menor libertad económica alrededor del mundo. Su estudio abarca 141 países y la evidencia obtenida es contundente. Las economías que se basan en la propiedad privada, los mercados libres y el libre comercio, y evitan los impuestos elevados, la regulación y la inflación crecen más rápidamente que aquellas con menor libertad económica. Por el contrario, la supresión de los mercados libres reduce tanto la esperanza como la calidad de vida. El mayor crecimiento conduce no solamente a mayores ingresos sino también al mejoramiento de la salud.
¿De qué manera incide esto en la salud? Virtualmente, todos los estudios sobre el tema concluyen que más rico es más saludable. Las personas con ingresos más altos viven más tiempo y los economistas de los institutos Fraser y Cato llegan a la misma conclusión: más libertad económica añade cerca de 20 años a la esperanza de vida y reduce la mortalidad infantil a poco más de una décima parte del nivel de los países menos libres.
¿Y qué pasa con los efectos de la libertad económica sobre los ciudadanos más pobres? En el informe, el ingreso promedio del diez por ciento más pobre de la población en los países menos libres fue de alrededor de 1.061 dólares. Por el contrario, el diez por ciento más pobre de la población de los países más libres ganó cerca de 8.735 dólares. Definitivamente, a los pobres les conviene vivir allí donde el capitalismo esté menos restringido. ¿Quién dijo que los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres en un sistema capitalista? Todo el mundo mejora.
Pero hay algo más sorprendente aún. Hace algunos años el Consejo de Asesores Económicos de los Estados Unidos (CEA) calculó una “tasa pronosticada de pobreza” basada sólo en el crecimiento económico. Los resultados del CEA sugieren que si nunca hubiera existido un estado de bienestar y sus muchos programas (unos 40 de alcance federal en la actualidad) la tasa de pobreza sería menor ahora de lo que realmente es. ¡Sorprendente revelación de que el socialismo empobrece! La evidencia es incontrovertible: el estado de bienestar es una falacia cuya “misión” es subsidiar la pobreza, no eliminarla. En otras palabras, el crecimiento económico por sí sólo saca a la gente de la pobreza, sin necesidad de un estado moviéndose mucho más. El concepto de redistribución de riqueza, piedra angular de las políticas socialistas e intervencionistas de estado es una ilusión, porque lo que se distribuye en realidad es lo suficiente para generar un estado de dependencia crónica del gobierno, pero nunca lo suficiente como para generar un estado de bienestar real. El aspecto más siniestro es que los círculos cercanos al poder de turno llegan a tener todo tipo de facilidades que les permite convertirse, precisamente, en un estamento de poder.
El estado de bienestar llevó, lleva y llevará a más pobreza, no menos. Por otra parte, casi todos los cambios impositivos de los republicanos (un partido que no se asocia precisamente con el estado de bienestar) han vuelto más progresivo al código tributario. Es decir, casi cada vez que los republicanos modifican la ley tributaria, la carga del impuesto federal sobre la renta se desplaza de las personas de bajos ingresos a las personas de altos ingresos. Es por eso que casi la mitad de la población norteamericana no paga ningún impuesto sobre la renta en absoluto.
Cabe señalar también que, ya sea que se trate de alimentos, vivienda, educación o atención médica, casi todo el dinero de los programas de seguro social va a un grupo de potenciales electores que definitivamente no es pobre. Es por eso que resulta realmente difícil saber cuánto se beneficia alguien con estos programas.
No se trata de fomentar la codicia o el egoísmo. No se trata de que quien tenga más no aporte más, puesto que cada uno debe aportar al bien común según su nivel económico. Más bien, la idea es reconocer la eficacia de una economía basada en la iniciativa privada y un estado de atribuciones limitadas. De esa manera, simplemente, es probable que tengamos menos pobreza.

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