jueves, 8 de julio de 2010

La libertad iluminando al mundo

Corría el año 1865. Ya había terminado la Guerra de Secesión y el presidente Lincoln, el mismo que había expresado que "nuestra defensa estriba en considerar a la libertad como heredad de todos los hombres en todas partes de la tierra," había sido asesinado. Durante una comida en la finca de Laboulaye en las proximidades del Palacio de Versailles, nació la idea de ofrecer a los Estados Unidos un monumento conmemorativo del nacimiento de esa nación y de la amistad francesa. Uno de los presentes era el escultor alsaciano Frédérick Bartholdi, a cuya voluntad, talento y decisión se debe que aquella idea, aquel sueño haya podido concretarse.
Así como Lincoln, otros hombres se encargaban de recordarnos el concepto de libertad. "Preferiría más pertenecer a una nación pobre, pero libre, que a una nación rica que hubiera dejado de amar la libertad," expresaba Woodrow Wilson. "Los que pueden renunciar a su libertad por una mezquina seguridad no merecen ni libertad ni seguridad," señalaba Benjamin Franklin. "¿Para qué sirven el arado o la vela o la tierra o la vida si falta la libertad?" eran las palabras de Ralph Waldo Emerson.
Elegido el lugar en que la obra sería emplazada, la Isla de la Libertad en la bahía de Nueva York, la excavación de los cimientos comenzó en abril de 1883 y la piedra fundamental del pedestal de "la novia de todos," como la llamara Ronald Reagan, fue asestada el 5 de agosto de 1884.
Se constituyó la Unión Franco-Americana con el fin de formular proyectos, recolectar fondos y proseguir el programa. Por su parte, Joseph Pulitzer, a la sazón director del New York World, realizó una gran campaña de publicidad para recaudar fondos. Para Bartholdi, el mandato era imperativo. "Nuestro trabajo avanza -declaraba orgulloso en noviembre de 1882-. La estatua comienza a sobrepasar las casas y en la próxima primavera, la veremos contemplar la ciudad entera como el más grande monumento de París."
Las distintas partes de la estatua fueron terminadas en Francia en julio de 1884. En la ocasión, el embajador estadounidense Levi P. Morgan expresó: "Dios permita que ella pueda permanecer hasta el fin de los tiempos como un emblema imperecedero."
Completado el embarque de la enorme mole -seccionada en bloques- el buque francés Isére zarpó del puerto de Ruan el 21 de mayo de 1885 y llegó a Sandy Hock, a la entrada del puerto de Nueva York, el 17 de junio. Terminada, la Estatua de la Libertad Iluminando al Mundo fue entregada el 28 de octubre de 1886.
Ese día histórico, el presidente Grover Cleveland decía que "no olvidaremos que la libertad ha hecho aquí su hogar, no ha de ser descuidado su predilecto altar," y la antorcha sostenida por el brazo en alto de la estatua, era encendida por primera vez.
Ya levantada frente a la aguas, la estatua de la Liberad fue lo primero que contemplaron "millones de hombres y mujeres que adoptaron esta tierra porque en esta tierra encontraron un lugar en el que las cosas que más anhelaban podían ser suyas: libertad de oportunidad, libertad de pensamiento, libertad de creer en Dios," como lo señaló, al cumplirse el cincuentenario de la inauguración, Franklin Roosevelt. "Aquí encontraron vida -concluía- porque aquí había libertad para vivir."
Era la libertad iluminando al mundo. Y un ejemplo de lo que, en libertad, puede hacer la voluntad del hombre.

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