jueves, 6 de octubre de 2011

Las escuelas de Sarmiento

Profundo observador, viajero incansable, Domingo Faustino Sarmiento escribió “De la educación popular” en 1848, después de sus largos viajes por Europa y los Estados Unidos, en los que pudo observar minuciosamente las nuevas formas de la metodología educativa, junto con los espacios educativos que se estaban creando. Sus conceptos sobre la construcción de las escuelas, el diseño de las aulas, su orientación y mobiliario lo colocan hoy como el gran maestro de la infraestructura escolar argentina.
Algunos párrafos de su obra señalan distintas ideas sobre las escuelas de entonces que podrían aplicarse plenamente a los espacios escolares de hoy.
“Los pueblos bárbaros permanecen estacionarios, menos por el atraso de sus ideas que por lo limitado de sus necesidades y por sus deseos. Donde bastan una piedra o un trozo de madera para sentarse, la mitad de los estímulos de la actividad humana están suprimidos.”
En este concepto del gran sanjuanino está inequívocamente implícita su máxima más recordada: “Hay que educar al soberano.”
El texto prosigue: “Nuestras escuelas deben, por tanto, ser construidas de manera que su espectáculo, obrando diariamente sobre el espíritu de los niños, eduque su gusto, su físico y sus inclinaciones. No sólo debe reinar en ellas el más prolijo y constante aseo, cosa que depende de la atención y la solicitud obstinada del maestro, sino también tal comodidad para los niños, y cierto gusto y aún lujo de decoración, que habitúe sus sentidos a vivir en medio de esos elementos indispensables de la vida civilizada.”
La obra de Sarmiento detalla con absoluta claridad y conocimiento conceptos sobre el edificio escolar, desarrollando esas ideas con la claridad y amplitud de un gran maestro. No sólo de refiere al espacio educativo en sí, sino a los detalles del mobiliario escolar, a las condiciones de los espacios internos y externos de la escuela y a sus condiciones de orientación y confort. En resumen, Sarmiento se transforma aquí en el gran arquitecto que quizás vivió siempre en él, y que aparece en esta obra cuando tiene que expresar su manera de pensar los espacios para la educación.
La labor constructiva de Sarmiento comenzó en Buenos Aires con el reacondicionamiento del antiguo edificio de Perú y Moreno para crear en 1858 la escuela de Catedral al Sud, ejemplo avanzado para la época en materia de edificio escolar, y donde por primera vez ubicó los clásicos pupitres modulados que serían los protagonistas de todas sus futuras escuelas. Las ideas que entonces sembró Sarmiento en materia de edificios escolares dieron origen a infinidad de escuelas erigidas en todo el país, y se constituyeron indudablemente en los espacios creados para llevar a la práctica la Ley 1420 de Educación Común, base de toda nuestra educación pública y popular.
A partir de entonces, nuestro sistema educativo se apoyó decididamente en las concepciones sarmientinas, que fueron los pilares básicos de la educación que llega hasta nuestros días, y se mantienen vigentes a pesar de los cambios y avances de la estructura social del mundo y de nuestro país. Y fue gracias a la extraordinaria visión del inolvidable sanjuanino como los niños y los jóvenes argentinos de cualquier condición económica tuvieron acceso al muy republicano principio de igualdad de oportunidades.
Todos los aspectos vinculados con el espacio educativo fueron profundamente analizados por Sarmiento, desde las condiciones y características del terreno donde debía emplazarse el edificio escolar hasta los detalles de su diseño y construcción. También detalló en su obra las condiciones mínimas que hacen al confort de los alumnos y maestros en su tarea escolar, tratando aspectos básicos de asoleamiento, ventilación, iluminación y calefacción de las aulas, y su aplicación a las construcciones escolares de entonces, y que hoy se sigue utilizando en el diseño de las escuelas, con todo el apoyo que nos brinda el uso de la tecnología actual.
El equipamiento escolar mereció también su especial atención. El particular interés por el aspecto ergonométrico del mobiliario lo llevó a analizar las más avanzadas expresiones de la época en materia de asientos y pupitres que se estaban empleando en las escuelas norteamericanas. En sus visitas a las escuelas de Boston, observó con detenimiento la calidad formal del mobiliario y pudo comprobar como respondía a los requerimientos de cada edad escolar. Los pupitres articulados con cada asiento eran allí un excelente apoyo para el confort del alumno en particular y para toda la actividad escolar en general. No dudó Sarmiento en traer algunos prototipos de ese mobiliario, que luego desarrolló para las nuevas escuelas que habría de construir aquí. Ese equipamiento, con algunas mejoras que fueron introducidas con el paso del tiempo, se constituyó durante muchos años en los clásicos pupitres emblemáticos de muchas generaciones de argentinos.
Las nuevas formas de la educación y de los espacios educativos que hoy tratan de apoyarlas muestran indudablemente grandes cambios formales con respecto a la metodología tradicional. Pero si analizamos en profundidad los propósitos y objetivos de la enseñanza actual, encontraremos mucho del pensamiento de Sarmiento, reflejado en los principios y fundamentos del sistema educacional argentino.
El mismo criterio para los espacios educativos, que evolucionando desde mediados del siglo anterior nos muestra ahora expresiones marcadamente distintas de la escuela tradicional, refleja en su contenido las mismas ideas que Sarmiento quiso transmitir en sus libros, escritos en el siglo XIX.

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