sábado, 14 de julio de 2012

La historia y el relato

Todos leímos la obra más famosa de George Orwell, "1984." Parece que cuando Cristina Kirchner lo leyó, empezó a tomar notas. 
Siguiendo la consigna orwelliana de "el que controla el pasado controla el futuro, y el que controla el presente controla el pasado," el gobierno lleva adelante una campaña cuyo objeto es incursionar en el pasado a fin de confeccionar un relato de la historia funcional a sus intereses. Para sustentar y defender su relato, el gobierno amaña los hechos del pasado sometiéndolos a su voluntad.
Así, un gobierno que se arroga la condición de juez del pasado, a través de su muy bien instalada red de medios acólitos, pone todo su énfasis en desfigurar la historia, para lo cual se recurre a la estrategia de descalificar las obras de quienes trabajaron para impulsar un país caracterizado por el respeto a las instituciones, o bien se pronuncian diatribas contra personajes históricos que consolidaron la nacionalidad.
Se menoscabó al gran estadista y educador Domingo Faustino Sarmiento al cumplirse el año pasado el bicentenario de su nacimiento. Se cae en el absurdo de apelar de un día para otro sólo a la condición de abogado del general Manuel Belgrano, que prestó por igual extraordinarios servicios al país como modelo de hombre cívico y como comandante de ejércitos que batallaron por la independencia nacional. Se soslaya olímpicamente el legado de la Generación del 80. Pero tal vez el desfasaje más absurdo consista en la embestida contra la campaña del desierto del general Roca a la que ya estamos acostumbrados a oír por los mencionados medios adictos al régimen.
La nebulosa de propaladores del discurso oficial no pierde oportunidad de autoadjudicarse la defensa de los pueblos originarios y desconoce que los mapuches derrotados por las tropas de Roca ni siquiera eran originarios de nuestro territorio, sino que provenían de Chile. La conquista del desierto, en realidad, fue una guerra encubierta contra Chile por la posesión de la Patagonia. Julio Argentino Roca fue un político brillante que vio la importancia de asegurar la soberanía argentina sobre ese territorio para bien de la nación. Si no hubiera sido por Roca, hoy probablemente la Patagonia estaría bajo bandera chilena.
Y si vamos al caso del tan mentado “genocidio” que con tanta frecuencia se le endilga a Roca, tomen nota, señores revisionistas: las Naciones Unidas acaban de presentar al gobierno argentino un reclamo en el que se le urge a que adopte "las medidas legislativas y administrativas" que corresponden en favor de comunidades indígenas altamente desprotegidas en el territorio argentino. En términos relativos con las posibilidades de bienestar general de la contemporaneidad, podría decirse que la situación actual de los indios argentinos es más grave que en los tiempos en que la Argentina hacía esfuerzos por ponerse enteramente de pie.
Los esfuerzos para reescribir la historia son una muestra de la soberbia y arrogancia que caracterizan a un gobierno que pone en práctica la consigna de Joseph Goebbels, el siniestro ministro de propaganda nazi, “repite y repite, y eso quedará.”

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