martes, 10 de julio de 2012

Muñecos

Caulquiera que haya asistido a la Casa Rosada el pasado 2 de julio, habrá visto el clima de euforia que reinaba. Todo era risas, aplausos y festejos. ¿Cuál era la razón? La presentación de unos insulsos muñecos de trapo con la cara de la presidente.
Con todo el elenco setentista presente y los infaltables aplaudidores de oficio para ovacionar a su jefa, Cristina Kirchner presento al país el nuevo y maravilloso producto que ya se encuentra a la venta en el Museo del Bicentenario y por Internet: unos muñecos de ella y de su difunto esposo Néstor hechos con tela rellena, que miden entre 25 y 35 centímetros.
Además, se comercializan muñecos del Che Guevara, Fidel Castro, Evo Morales, Hugo Chávez, y otros puntales de Occidente. Me pregunto por qué no está el muñeco de Alvaro Alsogaray. ¿Será que no se lo merecía?
Así pues, esta verdadera bata­lla cul­tu­ral de Cris­tina Kirchner por buscar hegemonía a todo nivel tiene como punto clave la idea de que el kir­ch­ne­rismo debe estar pre­sente en todo momento y todo lugar. Es una idea que, más que auto­ri­ta­ria, roza lo tota­li­ta­rio. En efecto, no basta con ocu­par espa­cios polí­ti­cos: deben lograr omni­pre­sen­cia a lo largo y ancho de los espa­cios socia­les en gene­ral, públi­cos y pri­va­dos; en el deporte, a tra­vés de las pro­pa­gan­das polí­ti­cas de “automovilismo para todos," de "fútbol para todos" y de los barras bra­vas ren­ta­dos que des­plie­gan las ban­de­ras del kir­chne­rismo en las can­chas. También a tra­vés del "espacio no partidario ni confesional" pero sí subv­en­cio­nado “Carta Abierta;" en la música, ins­tru­yendo a diver­sos artis­tas para que le rin­dan plei­te­sía; en el perio­dismo, edi­fi­cando su pro­pio mono­po­lio comu­ni­ca­cio­nal; en el tele­vi­sor fami­liar, inte­rrum­piendo la pro­gra­ma­ción con ale­vosa fre­cuen­cia para decir­nos que nues­tro país es punto menos que un paraíso; en el diver­ti­mento de los niños, trans­mi­tiendo men­sa­jes polí­ti­cos a tra­vés de las cari­ca­tu­ras del canal "Paka Paka;" en la admi­nis­tra­ción pública con­tro­lada por la Cám­pora, haciendo correr peli­gro la con­ti­nui­dad labo­ral de los tra­ba­ja­do­res que no acep­tan mili­tar en el kir­ch­ne­rismo; y ahora hasta en los jugue­tes, pro­mo­viendo la misma Cris­tina Kir­ch­ner la comer­cia­li­za­ción de una muñeca con su cara en pleno acto oficial.
Lo que inten­tan, en con­creto, es que ten­ga­mos kir­ch­ne­rismo hasta en la sopa, que abramos el ropero y nos salga kirchnerismo. Todo al mejor estilo del Gran Hermano de la sombría fábula de Orwell, único camino que esti­man via­ble para la cons­truc­ción hege­mó­nica total.
Cambiando la temática ciento ochenta grados, mientras que en la Casa de Gobierno era todo risas, jolgorio y algarabía, en Cañuelas, provincia de Buenos Aires, se realizaba una marcha  por el asesinato de dos hermanos de esa localidad, como un hecho más de inseguridad que se suma a los tantos que los argentinos padecemos a diario, mientras que el gobierno de los muñecos no es capaz de dar la más mínima respuesta.
El miedo y el dolor se han enseñoreado de las calles de la Argentina. Es muy importante, entonces, la producción de muñecos.

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