sábado, 11 de diciembre de 2010

El Gran Hermano te vigila reciclar

La ciudad de Cleveland, Ohio, está dando un gigantesco paso hacia un esquema de reciclaje obligatorio. En 2011 se exigirá a unos 25.000 hogares utilizar recipientes de reciclaje equipados con etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID es su sigla en inglés), diminutos chips de computación que pueden proporcionar información a distancia, como el peso del contenido del recipiente y que permiten a los camiones de basura que circulan en sus cercanías verificar su presencia. Si una vivienda no coloca su recipiente de reciclaje en la acera, un inspector podrá revisar su basura en busca de objetos reciclables incorrectamente desechados y aplicar a los infractores una multa de 100 dólares. Además, si un recipiente es sacado a la vereda tardíamente o dejado en ella demasiado tiempo, la casa podrá ser multada. El municipio empleará de manera rutinaria a la “policía de la basura” que estará facultada para multar a los hogares que cometan contravenciones. Cleveland planea implementar el sistema en toda la ciudad dentro de un plazo de seis años.
Los programas de reciclaje extremos no son nada nuevo, incluso en las ciudades estadounidenses. En San Francisco el reciclaje y el compostaje son obligatorios; la basura es distribuida en tres recipientes distintos y el no cumplimiento de esto da lugar a multas. Nueva York posee un programa similar.
Tampoco los recipientes de reciclaje de tipo RFID son nuevos. Fueron introducidos en las calles londinenses en 2005 supuestamente para rastrear la cantidad de basura que producían los hogares y para desalentar la “sobreproducción," y también han sido ensayados en ciudades estadounidenses. A principios de este año, Alexandria, Virginia, aprobó tales contenedores.
Los ecologistas de todo el mundo justifican esta intromisión estatal en la vida de pacíficos ciudadanos como una medida "verde" para preservar el medio ambiente y combatir el efecto invernadero. George Orwell nos advirtió una vez sobre un futuro donde "el Gran Hermano te vigila." En su ficción, un Ministerio del Amor era el encargado de hacer prevalecer la justicia; es decir, infligía castigos y torturas a quienes no seguían los dictados prevalecidos. Si Orwell hubiera conocido los actuales y draconianos sistemas de reciclaje obligatorio, con toda seguridad en su obra habría figurado un Ministerio de la Buena Onda Ecológica que sería el encargado de torturar a los industriales por saturar la atmósfera de gases CFC. Y hasta los acusaría de ganar dinero. Los municipios en bancarrota a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos estarán observando el experimento de Cleveland. Ante el primer indicio de éxito, es decir, el aumento de ingresos para el fisco por las multas, los debates sobre el reciclaje obligatorio estallarán en todos los concejos municipales. No sería aventurado suponer que el experimento de Cleveland sea una debacle; es casi seguro que lo será como todas las políticas de intervención estatal, pero las debacles son a menudo rentables para quienes las provocan. Esa es la verdadera razón (o mejor dicho, la esperanza) por la cual los gobiernos realizan precisamente este tipo de políticas.

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