lunes, 13 de diciembre de 2010

La reducción de impuestos y la reactivación de la economía

En 1978, el Congreso de los Estados Unidos, cuyas dos cámaras estaban controladas entonces por los demócratas, adoptaba la enmienda Steiger. Este texto reducía el impuesto a las ganancias del 49 al 28%. Un grupo de economistas “conservadores” había logrado persuadir a los legisladores de que una medida semejante permitiría en poco tiempo aumentar las recaudaciones fiscales del estado, ya que este impuesto reducido sería pagado sobre un acrecentado número de inversiones rentables. En 1981, el presidente Reagan llegó aún más lejos al reducir el mencionado impuesto al 20% al mismo tiempo que reducía fuertemente todas las tasas marginales de contribución tanto para las personas físicas como para las sociedades.
Los resultados fueron espectaculares y superaron las previsiones más optimistas. La reducción de la presión fiscal dio un gran impulso al conjunto de la economía. Entre 1978 y 1985, el número de nuevas empresas creció de 280.000 a 600.000 por año, lo cual representó un récord para el período de posguerra. Más del 80% de los puestos de trabajo creados en los Estados Unidos en ese período lo fueron por pequeñas y medianas empresas. Las inversiones produjeron innovaciones que permitieron mejorar la productividad y, por lo tanto, el conjunto de la economía. Además, las nuevas empresas competían directamente con las grandes y las obligaban así a mejorar su eficacia. Para hacer frente a su nueva competencia, las firmas muy importantes tuvieron que tornar más flexibles sus estructuras. En realidad, su forma misma de pensar.
Lo más interesante de estos nuevos empresarios era su diversidad: ex activistas estudiantiles, israelíes, negros, inmigrantes, y más mujeres que hombres fundaban empresas. Personas que sin las reducciones impositivas, jamás habrían podido competir en la economía norteamericana.
La historia nos demuestra, sin excepciones, que la intervención estatal en la economía convierte en paupérrimas a las comunidades más prósperas y que, por el contrario, poner en práctica los principios de la economía de libre mercado da como resultado progreso indefinido y bienestar para todos.
La explosión de las iniciativas y la reactivación de la economía coincide precisamente con las reducciones de impuestos. No se trata de casualidad sino de causalidad. La relación y, por consiguiente, la lección son evidentes.

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