jueves, 20 de enero de 2011

Reformas de mercado en China e India

China e India son los dos países más habitados del mundo. En conjunto, comprenden actualmente el 37 por ciento de la población mundial. Cientos de millones de individuos en esos dos países que solían vivir con el equivalente de un dólar diario, tienen actualmente un nivel de vida más alto como resultado de las reformas económicas de mercado. El Libro Rojo de Mao, guía y luz de los pueblos, emblemática obra del progresismo social de inconmensurable influencia en círculos intelectuales del más fino calibre como los puestos de libros de viejo de Parque Rivadavia, Plaza Italia y Parque Centenario, tiene tanta relevancia para la China actual como el informe anual de la cosecha de garbanzos de Misiones.
Por el contrario, las reformas de liberalización económica llevadas a cabo en estos verdaderos gigantes asiáticos marcan un nuevo pragmatismo que determinan un dramático aumento en sus niveles de crecimiento económico.
La convicción que impulsa esas reformas hacia políticas de libre mercado, menos regulación y menos gobierno no es el dinero, es el inherente derecho de las personas a eligir cómo vivirán. La superioridad ética de los mercados libres por sobre el control gubernamental y la interdependencia de la libertad económica y las libertades “civiles” como la libertad de expresión, de reunión, de asociación, de circulación y de petición a las autoridades son el basamento mismo de ese derecho. Milton Friedman creía que las verdaderas funciones del gobierno deberían ser las de proporcionar seguridad y justicia civil más la defensa nacional. Sus investigaciones sobre el largo e imprevisible desfase entre los cambios en la oferta de dinero y los cambios en la actividad económica real y la inflación lo llevaron a concluir que la única política macroeconómica que de manera consistente rendirá resultados deseables es una lenta, sostenida y predecible tasa de crecimiento de la oferta. El eminente economista estadounidense fue un defensor articulado y persuasivo de la libertad individual, la propiedad privada y la economía de intercambios voluntarios que se basa en esa libertad y, al mismo tiempo, la sustenta.
A grandes rasgos, el concepto es prescindir de toda intervención gubernamental en las actividades pacíficas de los individuos. El rol del gobierno debe estar estrictamente restringido a defender a la nación de los enemigos extranjeros, defender a las personas de la fuerza y el fraude, proporcionar un foro para las decisiones de las reglas generales que determinan la propiedad y derechos similares, y suministrar los medios para mediar en las disputas acerca de las reglas, iguales para todos. Así lo han entendido –y puesto en práctica- las naciones que han alcanzado los más altos niveles de desarrollo.
China e India son territorios vastos y heterogéneos que agrupan a un sinnúmero de grupos étnicos, culturas e identidades distintas. La globalización ha traído una nueva apertura que también se traduce en una mayor influencia externa y ambas naciones buscan mantener su integridad territorial, parte de la cual significa mantener un sentido de nacionalidad e identidad común. Ambos países están experimentando descontento social. La pobreza todavía es notoria en estos países. La emigración rural a las ciudades, a medida que los emigrantes buscan nuevas oportunidades, está creando serios problemas en los ya sobrepoblados centros urbanos. Estos van desde una falta de vivienda adecuada, deficiencias en la atención médica y, por supuesto, problemas de educación. Sin una adecuada educación, muchos de los nacidos en pueblos pequeños tienen poca oportunidad de encontrar un sitio útil para ellos en la nueva economía. Tanto en China como en India, algunas de las zonas rurales menos accesibles están quedando desiertas, pobladas sólo por los muy viejos y los muy jóvenes, mientras que las personas en edad de trabajar marchan a las ciudades. Ambos gobiernos están involucrados en programas sociales masivos para detener el éxodo rural y ayudar a las regiones más postergadas a incorporarse al crecimiento.
Obviamente, esta tarea no será nada fácil y requerirá mantener la confianza pública en el proceso democrático especialmente en un país como China donde el Partido Comunista sigue ejerciendo el monopolio del poder político. El cambio económico en ese país todavía no ha traído consigo esas clases de libertades. La liberalización de la economía, sin embargo, puede ser la clave: a medida que la sociedad china cambia y crece su clase media, aumentan seriamente las posibilidades de que el Partido Comunista pierda considerables posiciones de poder. India, por su parte se beneficia de un importante sector no gubernamental, organizaciones independientes que constantemente exigen rendición de cuentas al gobierno. Y un sistema legal que funciona razonablemente.
El mundo mira con expectativa el enorme potencial de estos dos países, y espera que la continuidad de estas políticas de mercado, sumadas a las necesarias aperturas políticas, de como resultado una mayor estabilidad y un sostenido crecimiento que involucre a todos.
Estas políticas de desmantelamiento de la burocracia gubernamental son las que alejarán a las naciones del insensato sendero de las economías de estado hacia las economías basadas en la elección individual, la libertad de mercado y la responsabilidad personal. ¿Quién necesita el Libro Rojo de Mao?

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