miércoles, 21 de abril de 2010

William Wallace

Los historiadores se han puesto de acuerdo en muy pocos aspectos sobre la vida de Wallace. Sin embargo, nadie duda que su vida fue épica. Canciones sobre William Wallace se han cantado a través de los siglos y no solamente por los trovadores de Escocia. Aún Winston Churchill escribió, con profunda admiración, sobre el coraje y el espíritu del gran caudillo.
Su fecha de nacimiento no se sabe con exactitud. Se estima entre 1270 y 1272. Con anterioridad a 1297, su vida sólo está referida por las rimas del trovador Blind Harry. Hijo de un modesto propietario de Renfrewshire, se educó en el colegio de Dundee donde, para vengar un insulto, apuñaló al hijo del gobernador refugiándose luego en los bosques.
William Wallace fue el primero en demostrar seriamente la intención de reacción nacional contra los planes de conquista de Edward I, rey de Inglaterra. En mayo de 1297, encabezó un pequeño contingente contra elementos reales en Lanark, quemó algunas casas de esa localidad y mató al sheriff. Luego viajó al norte a unir fuerzas con Andrew Moray, quien estaba organizando la resistencia al otro lado del río Forth.
Se sabe que desconoció el tratado de Irving, por el que se sometía Escocia a Edward, y al frente de una partida de insurrectos salió al encuentro del conde de Surrey y lo derrotó en Stirling el 17 de junio de 1297. Posteriormente, asoló las poblaciones de Inglaterra hasta York. De regreso a Escocia, se le otorgó el título de Guardián del Reino. Sin embargo, su falta de parentesco con las grandes familias era motivo de rechazo entre los nobles, que lo miraban con recelo y no lo apoyaban debidamente para seguir la campaña contra las bien entrenadas tropas inglesas. De esa manera, Wallace y sus hombres se lanzaron al combate en Falkirk, en julio de 1298, pero poco pudieron contra los ingleses y sus brigadas de arqueros, por lo que, tras un breve y amargo encuentro, los escoceses se dispersaron. Algunos historiadores opinan que la mejor estrategia hubiera sido no presentar batalla en absoluto, pero si la caracterización folklórica de Wallace es correcta, él era en mucho el soldado simple e impulsivo, el luchador natural.
Transcurrieron entonces varios años de oscura existencia para Wallace que, según parece, renovó la lucha de partidas. Los relatos le atribuyen infinidad de hazañas. Durante largo tiempo se ignoró donde se ocultaba a pesar de sus incesantes hostilidades. Hacia 1300 habría visitado Francia. En 1304 quedó expresamente fuera de la ley por haberse negado a comparecer ante un congreso celebrado en Saint Andrews por nobles ingleses y escoceses. Se ignora cómo el valiente caudillo fue a dar a manos de sus perseguidores. Lord Monteith, a quien Blind Harry acusa de haber entregado a Wallace, probablemente no cometió más falta que enviarlo a Inglaterra desde el castillo de Dumbarton, del que era gobernador y al que había sido llevado Wallace como prisionero. Conducido a Londres, el prisionero fue trasladado a Westminster Hall y juzgado por alta traición, cargo que él impugnó ya que, según afirma, "jamás juré lealtad al rey de Inglaterra."
Los cronistas dejaron un prolijo informe de la ejecución del rebelde, que tuvo lugar públicamente en la plaza de Smithfield el 23 de agosto de 1305. Fue colgado en la horca y descuartizado en el potro. Su cabeza quedó expuesta en el puente de Londres y sus brazos y piernas fueron enviados a cuatro poblaciones diferentes "para terror y escarmiento de cuantos los vieran."
No tuvo el efecto deseado. El heroísmo del gran escocés se considera un legado que repercutió para siempre en el espíritu y la forma de ser de su pueblo. William Wallace derrotó ejércitos, asoló ciudades, sembró el terror en la nación más poderosa de su tiempo. Carente de toda instrucción militar formal, infligió a los ingleses una de las peores derrotas de su historia: la batalla de Stirling.
Hoy, sendos monumentos a William Wallace y Robert the Bruce, el rey de Escocia, guardan la entrada al castillo de Edinburgh, mientras que en Londres, una placa colocada frente al sitio donde Wallace fuera ejecutado conmemora su vida, así como su tortuosa muerte y el enorme coraje con que la afrontó.

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