lunes, 1 de noviembre de 2010

Adiós socialismo, bienvenido capitalismo

Según el contrato que tenían con sus patrocinadores en Londres, todo lo que los Peregrinos producían en la colonia que habían fundado en Massachusetts debía ir en pricipio a una bodega común de la cual todos los miembros de la comunidad extraían luego una parte igual. Asimismo, las tierras y las casas que construían pertenecían en conjunto a toda la comunidad.
El gobernador William Bradford notó muy pronto que esta forma de colectivismo era costosa y destructiva para los Peregrinos, especialmente después de aquel primer crudo invierno que había costado tantas vidas, y decidió tomar acción. Bradford asignó a cada familia una parcela de tierra para que la trabaje y administre, disponiendo libremente de las cosechas y de todo lo que produjeran.
Increíble pero real. Mucho antes de que Marx ni siquiera naciera, los Peregrinos habían experimentado con lo que únicamente podría ser descrito como socialismo colectivista. ¡En plena Norteamérica! ¿Y cuál fue el resultado? No funcionó. ¡Bradford y su comunidad descubrieron enseguida que nadie tenía incentivos para trabajar y producir en un régimen colectivista de distribución de la riqueza!
"Nuestra experiencia pretendió demostrar que eliminar la propiedad privada y basar la comunidad en la disposición común de bienes económicos, nos haría felices y prósperos," escribió Bradford. "Esta comunidad se encontró con que cosechó mucha confusión y descontento, y se retrasó mucho el progreso que podría haberse logrado para su beneficio y bienestar. Los hombres jóvenes más capaces y apropiados para la labor y el servicio se afligían de emplear su tiempo y fuerza en trabajar para las esposas e hijos de otros hombres sin ninguna recompensa... eso era una gran injusticia."
Los Peregrinos descubrieron pronto que una economía central planificada elimina todo incentivo para el trabajo y el progreso. A continuación, pusieron en práctica un sistema de economía de mercado apuntalando el principio capitalista de la propiedad privada. Se le asignó a cada familia una parcela de tierra y a todos se les permitió comercializar libremente sus propias cosechas y demás productos. ¿Y cuál fue el resultado entonces?
"Esto trajo un gran éxito," escribió Bradford, "ya que hizo industriosas a todas las manos y se plantó mucho más maíz de lo que hubiera sido posible de cualquier otra manera." Se dio rienda suelta al poder de la economía libre y, parafraseando a Adam Smith, el sistema simple y obvio de la libertad natural se estableció espontáneamente.
En no mucho tiempo, los Peregrinos encontraron que tenían más alimentos de los que posiblemente podían comer, por lo que establecieron postas comerciales y de intercambio de bienes con los indios. Los beneficios les permitió pagar sus deudas a los patrocinadores en Londres, el éxito y la prosperidad de la colonia atrajo a más inmigrantes, y "la tierra produjo a montones." (Génesis 41:47).
Pero produjo a montones porque el faraón había reducido los impuestos a un 20 por ciento. (Génesis 41:34).
Todas estas nociones fueron comprendidas y puestas en práctica por una comunidad de devotos cristianos que estudiaban la Biblia, un libro que enseña que el gobierno limitado y la empresa privada son los mejores sistemas políticos y económicos.

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