jueves, 1 de septiembre de 2011

La historia de un museo

La historia nos demuestra que nadie está exento de la máxima “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.” Un ejemplo es la ciudad de Amsterdam, Holanda, que acredita una tradición reciente de pensamiento y gobierno liberal, pero guarda una historia más oscura de persecución.
Amsterdam fue mayoritariamente católica hasta 1578. Holanda se jactaba entonces de sus monasterios, sus grandes iglesias y sus parroquias. Sin embargo, como otros países de Europa en el siglo XVI, la Reforma de propagó y Amsterdam pasó a ser protestante.
Esto fue en parte una reacción a la Inquisición Española, que comenzó a fines del siglo XV. En un intento por mantener la ortodoxia católica en España, los judíos y musulmanes fueron obligados a convertirse o irse del país. Como en esos tiempos Holanda era una colonia española, miles de holandeses fueron muertos.
El 26 de mayo de 1578, los sacerdotes de Amsterdam, que entonces eran calvinistas, pasaron una resolución llamada la “Alteración” que declaró ilegal las iglesias y órdenes católicas. Los curas católicos fueron expulsados de la ciudad, y los templos católicos fueron puestos a disposición de las iglesias protestantes. Muchas de estas iglesias protestantes pertenecían a la Iglesia Reformada Holandesa, la cual tenía vínculos con Juan Calvino. Las Beguinas, una comunidad de mujeres católicas cuyo objetivo era servir a Dios sin apartarse del mundo terrenal, sufrieron la prohibición de usar sus uniformes distintivos mientras realizaban su función de atender a los enfermos y moribundos en las calles de la ciudad. Su iglesia fue cerrada en 1578. Entonces, fue entregada a los calvinistas ingleses en 1607.
Por años, la iglesia católica persiguió a los protestantes, y ahora actos similares eran cometidos contra católicos. Ministros protestantes fueron diligentes en notificar a las autoridades de la ciudad sobre prácticas católicas que ellos observaban, Sin embargo, no tuvieron éxito en erradicar al catolicismo por completo.
En 1661, Jan Hartman, prominente hombre de negocios de Amsterdam, adquirió tres casas junto al canal Oudezijds Voorburgwal. Hartman convirtió el ático de una de esas casas en una iglesia. Con la anuencia de las autoridades, que muchas veces aran sobornadas, grupos de fieles se reunían en secreto para realizar su culto católico. Entre los concurrentes, se encontraban siempre las hermanas Beguinas.
En la actualidad, esas tres casas constituyen el Museo Amstelkring, el segundo más antiguo de una ciudad que se caracteriza por sus muchos museos. Llamado también “Nuestro Señor en el Ático” por su increíble historia, recibe miles de visitantes cada año. El museo incluye importantes pinturas religiosas, un crucifijo de oro, candelabros, imágenes de santos, y un ostensorio de oro adquirido a un artesano en 1704. También hay artículos de plata, desde incensarios hasta pilas de agua bendita.
La lección más importante que este museo nos enseña es una lección sobre la tolerancia y los derechos individuales de todos, sin importar su religión o creencia. Y que la combinación de iglesia y estado siempre tendió a la intolerancia. Cuando los protestantes ganaron posiciones de poder en Europa, se empecinaron en perseguir a los católicos, a pesar de haber conocido la Inquisición Española. La reina María I de Inglaterra, conocida como María la Sanguinaria, condenó a morir en la hoguera a unos 300 disidentes en su esfuerzo de restituir la autoridad papal, pero cuando los protestantes recuperaron el poder con Isabel I, persiguieron fieramente a los católicos. Aún en la actualidad, a través del mundo, vemos y oímos de cristianos perseguidos por su fe en países como Myanmar, Indonesia e Irán.
Hay un museo en Amsterdam que cobijó a gente que creían en algo más grande que ellos mismos. Al mirar aquellos fieles en ese ático, reconocemos la necesidad de adorar a Dios como deseamos, y que los demás también tienen ese mismo derecho y que debemos ser tolerantes con ellos. Ciertamente, Dios está con todos los hombres que buscan adorarlo en el fondo de su corazón.

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