jueves, 22 de septiembre de 2011

Es el mal menor, señor presidente

En su discurso de ayer en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de Bolivia, Evo Morales, dijo: “No queremos que el agua sea un negocio privado.”
Muy bien. Veamos cuál es la alternativa: que sea un monopolio del estado.
Si a un productor de naranjas se le ocurre aumentar el precio a mil dólares el kilo y encuentra quien se las compre, quiere decir que ese precio es correcto según la ley de la oferta y la demanda. ¿Eso significa que todo el mundo tendrá que pagar a tan alto precio las naranjas? No, porque ese precio tan alto será un incentivo para que surjan otros productores y vendedores que le harán competencia al primero, y al aumentar la oferta disminuirá la demanda y bajarán espontáneamente los precios. Salvo, claro está, que el individuo que vendía las naranjas a mil dólares el kilo sea un funcionario del estado, porque en ese caso, con toda seguridad, las naranjas serán declaradas “de interés nacional” y se creará por decreto una Secretaría Nacional de Frutas y Cítricos y entonces sí, el que quiera naranjas deberá pagar cualquier cosa por ellas.
En última instancia, toda la vida es elegir el mal menor. Y hasta ahora, en toda la historia de la humanidad, nada ha demostrado ser más eficaz que el mercado libre y su piedra angular, la ley de la oferta y la demanda, si de asegurar el progreso se trata.
Además, ¿para qué esperó el día de la primavera para decir eso? ¿Nos quiso arruinar los festejos?

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