martes, 12 de octubre de 2010

El descubrimiento de América

El descubrimiento de América es uno de los hechos históricos más importantes de todos los tiempos. Por una razón que vamos a ver más adelante, el revisionismo histórico se ha ensañado literalmente con él, tratando de reformularlo por completo y queriendo presentar la hazaña del navegante genovés como la entrada de la opresión, la brutalidad, el saqueo y el genocidio al Nuevo Mundo. En esta arremetida, el revisionismo le quita incluso su carácter de tal al descubrimiento. No sería correcto afirmar que Colón descubrió realmente América, porque ya había indios viviendo aquí cuando él vino.
El hecho histórico irrefutable que nos compete es que Cristóbal Colón sí descubrió América. Según el diccionario de la Real Academia Española, descubrir significa manifestar, hacer patente, destapar lo que está tapado o cubierto, hallar lo que estaba ignorado o escondido, registrar, alcanzar a ver, venir en conocimiento de algo que se ignoraba. Colón murió sin saber que había descubierto un nuevo continente, ya que seguía pensando que había llegado a la India. Sin embargo, su tarea hizo patente que América existía. Esa tarea destapó algo que estaba tapado o cubierto al conocimiento: una nueva tierra al otro lado del océano. Colón halló un continente que estaba ignorado. Lo registró. Lo alcanzó a ver. Hasta caminó sobre él. Gracias a la osada labor de este viajero y sus tripulaciones, se vino en conocimiento de algo que se ignoraba.
Obviamente, esto no significa que no había seres humanos en América antes del 12 de octubre de 1492, pero a partir de ese momento, el continente descubierto por Cristóbal Colón quedó incorporado a la civilización occidental (la más malvada del mundo. A todos los que la combaten, muchas gracias).
Hay una tendencia del revisionismo histórico a idealizar la vida de los indios precolombinos, pero una visión someramente objetiva de la historia nos permite saber que la vida distaba mucho de ser ideal para ellos. Es verdad que las colonizaciones se hicieron a sangre y fuego, pero el cuadro que el mundo cultural de la izquierda suele presentar de la América precolombina como una tierra de ensueño poblada por pacíficos habitantes que vivían en armonía los unos con los otros y a los que les interesaba mucho el cuidado del medio ambiente no puede estar más alejado de la realidad. América era, en tiempos del descubrimiento, un continente apenas habitado por tribus nómades que guerreaban incesantemente entre sí y que vivían casi permanentemente bajo condiciones de hambruna. No conocían la rueda (que fue introducida por los españoles) y carecían de alfabeto escrito. Guerra tras guerra, tribu contra tribu, los indios llevaban a cabo una existencia violenta y brutal. Aún los pueblos que habían alcanzado los grados más desarrollados de organización social como los aztecas, los mayas y los incas se caracterizaban en primer término por su condición de pueblos guerreros expansionistas y sus rituales incluían sacrificios humanos. De las tribus con que Colón entró en contacto, los caribes practicaban la antropofagia. El siguiente es un extracto de la Carta de Diego Alvarez Chanca dirigida al Cabildo de Sevilla durante el segundo viaje de Colón en 1494: "Periódicamente, organizaban expediciones a otras islas dentro de un área de 150 leguas a la redonda con el propósito de cazar gente. A las mujeres cautivas las tenían como mancebas y esclavas. A los niños que nacían de ellas los comían pues, en acto de primitivo racismo, sólo dejaban vivir a los hijos de las mujeres de su tribu. A los varones adultos los comían y a los muchachos los castraban. Cuando llegaban a la adultez los comían porque para los caribes la carne del hombre es tan buena que no hay cosa tal en el mundo. En una de sus chozas encontramos un cuello de hombre hirviendo en un caldero. En otras, cráneos colgados a manera de vasijas para tener cosas. Y por todas partes, infinitos huesos de hombres."
Además, el revisionismo tiende a omitir factores que son imprescindibles para una apropiada comprensión de la historia. ¿Se tiene debidamente en cuenta que existió una Ley de Indias? ¿Y quién era Fray Bartolomé de las Casas?
Ya que la historia ha sido tan implacable en juzgar al marxismo, el único recurso que le queda a sus adherentes es reformular los hechos. El revisionismo histórico es meramente un medio, un vehículo, una válvula de escape, una manera de instalar una neohistoria parcial y calamitosa. Su verdadero objetivo es minar la credibilidad en la civilización occidental y en los valores que la sustentan. Esta es la razón de las críticas tan virulentas como absurdas que se hacen del descubrimiento. En su análisis antieuropeo, esto es, antioccidental y pro-mítico de la América precolombina, los revisionistas no hacen más que admitir el fracaso del marxismo en todo el mundo y, al mismo tiempo, reconocer la vigencia de las muy occidentales ideas del progreso como objetivo, la ciencia y la tecnología como forma de alcanzarlo, y la economía de mercado como marco en el cual plasmar las transacciones. Cristóbal Colón abrió el camino para que estas ideas y valores encuentren su lugar y echen raíces en el Nuevo Mundo. Sobre ese camino, la civilización occidental cambió el curso de la historia.

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