sábado, 12 de febrero de 2011

¿Y... dónde está el empleo?

El presidente Obama, en su discurso sobre el Estado de la Unión, prometió concentrarse este año en la creación de empleos. Pero nuevas contrataciones sostenidas son improbables cuando tanta incertidumbre –generada por la misma Casa Blanca que ahora promete trabajo- se cierne sobre la economía. La tasa de desocupación cayó al 9% en enero del 9.4% en diciembre y el 9.8% en noviembre, pero si la recuperación sigue a este ritmo tan lento y tibio, serán necesarios por lo menos seis años más para que el empleo retorne a los niveles en que estaba en noviembre de 2007.
De llegar a ser tal el caso, la economía estadounidense habrá experimentado un total de nueve años sin incremento de puestos de trabajo. Algunos economistas comparan esta situación al la Gran Depresión, cuando el empleo se mantuvo por debajo del nivel de 1929 por 11 años consecutivos.
El empleo es siempre un indicador de los altibajos del ciclo económico. La creación de nuevos puestos de trabajo en el sector privado ha sido notablemente lenta en la actual recuperación, y las actuales condiciones económicas no auguran una gran mejora a corto o mediano plazo.
El desempleo explotó en noviembre de 2007, alcanzando su punto máximo en diciembre de 2009 para ubicarse en sus actuales niveles del 9%.
Sin embargo, si se considera a todas las personas que activamente están buscando trabajo, el nivel de desempleo se ubica por encima del 12%.
El empleo gubernamental apenas se ha modificado. En noviembre de 2007, cuando estalló la crisis, aproximadamente 21 millones de civiles eran empleados por el gobierno en todos sus niveles. En diciembre de 2010, esa cifra era prácticamente igual.
Habiendo disminuido el número de empleos en el sector privado, y con el número de empleos en el sector estatal relativamente estable, la brecha entre ambos sectores es muy grande. La proporción entre ambos sectores se ha desplazado en una dirección desfavorable.
Esta proporción es desfavorable porque los trabajadores del sector privado son los que crean riqueza, mientras que mientras que los del sector público reducen, esencialmente, la riqueza económica de una sociedad. Como en un juego de “escaleras y serpientes,” unos dan, otros toman. No debe entenderse de esto una intención peyorativa, es simplemente reconocer y admitir que el gran crecimiento del gasto público y la creación de nuevos esquemas de gran envergadura relativos a la atención de la salud y las transacciones financieras no han sido de ayuda sino que, por el contrario, han desalentado la inversión privada y la contratación de trabajadores.
De hecho, los trabajadores del sector público impiden en muchos casos una auténtica recuperación económica al originar regulaciones innecesarias, al recaudar tributos y multas excesivas, y producir montañas de papelerío inútil para demostrar su acatamiento a los edictos gubernamentales.
El mayor desafío del gobierno es hoy restaurar la confianza perdida. Hasta que las expectativas económicas se tornen más transparentes, el mercado laboral, en el mejor de los casos, sólo seguirá con el lento progreso que se observó en 2010.
Lamentablemente, el gobierno sigue empecinado en intervenir en la economía, desalentando a emprendedores e inversores a actuar vigorosamente. Si las expectativas económicas no se tornan más claras, puede que dentro de seis años Estados Unidos no tenga más individuos trabajando que en noviembre de 2007. En el tercer país más poblado del mundo, un estancamiento así sería una verdadera tragedia nacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario