jueves, 24 de febrero de 2011

Gira de Obama por América Latina

La anunciada gira de Barack Obama por Brasil, Chile y El Salvador que tendrá lugar en marzo de este año, será una oportunidad para reforzar las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, especialmente encaminar las relaciones económicas con la región y contrarrestar la presencia comercial de China en el hemisferio. “No quiero exagerar sobre este punto, no es que Estados Unidos esté buscando hacer un contrapeso, pero hay una sensación de que China extendió sus relaciones económicas con los países latinoamericanos y se afianza como el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú, y creo que Estados Unidos quiere recuperar de alguna manera el terreno perdido,” consideró Michael Shifter, presidente de Inter-American Dialogue, un centro de análisis en Washington.
En este contexto, la decisión de Obama de visitar Brasil, Chile y El Salvador en su primera gira por América Latina desde que asumió la presidencia es “muy lógica y razonable,” agregó Shifter.
De los tres países a visitar, ninguno puede interesarle a Obama tanto como Brasil, que representa el 40 por ciento del total del PBI de América Latina.
En El Salvador, un presidente de centro-izquierda, Mauricio Funes, ha desbaratado con valor el empeño de su propia coalición –una coalición marxista- en empujar al país hacia el discurso tercermundista y el mandatario norteamericano será recibido en San Salvador con todos los honores del caso. En cuanto a Chile, cuyo desempeño económico es notable, sus relaciones con el país del norte han sido tradicionalmente cordiales y eso es algo que el actual presidente, Sebastián Piñera, obviamente desea mantener.
Volviendo a Brasil, uno de los temas centrales de la agenda de Obama desde que asumió el poder en enero de 2009, ha sido formar una alianza estratégica entre ambos países. La idea era que Brasil asumiera el liderazgo político, cultural y económico del sur del hemisferio. Pero Lula decidió emplear todas las oportunidades para hostigar a los Estados Unidos. Su creencia de que la manera de mejorar la imagen de su país era enfrentar a los yankis y abrazar a sus enemigos, sobre todo Irán, le hizo perder influencia en todos los círculos serios del planeta. Brasil perdió la ocasión de ser una fuerza modernizadora más allá de sus fronteras.
Hay quienes afirman que el sentimiento antinorteamericano en Brasil se remonta a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos incumplió su promesa de otorgar a los brasileros un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU en recompensa por su apoyo contra los nazis. Varios otros factores han contribuido a la relación tensa. Entre ellos, el legado nacionalista del brasileño Getulio Vargas, el apoyo de Washington al golpe militar de 1964, las políticas de la dictadura militar producto de ese golpe, el programa nuclear brasileño de los años ’70, y la mentalidad de muchos políticos brasileños que consideran que el progreso de su país sólo es posible poniéndose en contra de los Estados Unidos.
Es demasiado pronto para decir si Dilma Rousseff acabará o no con esta retórica tercermundista, pero está en condiciones de hacerlo. De hecho, tras asumir el poder en enero, indicó que se alejaría de los excesos de Lula, no sólo en política interna –por ejemplo, ocupándose de la carga fiscal y las altas tasas de interés- sino también en política exterior. La visita de Obama abre muchas expectativas.
El gran ausente de esta gira es la Argentina. Esto se debe a que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sigue empecinada en aferrarse a la retórica setentista y tercermundista de cuando ella estudiaba en la universidad. En su afán de presentarse a sus correligionarios como dirigente progresista y revolucionaria, le está haciendo perder al país una oportunidad única de afianzar relaciones muy positivas y de fundamental importancia para cualquier nación que se precie de moderna. Al cerrarle la puerta en la cara al presidente de los Estados Unidos, lo único que consigue es ponernos en ridículo ante el mundo. Los intelectuales de café de la calle Corrientes, de parabienes.

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